UNA ALTERNATIVA A LOS JUICIOS

El diálogo es el mejor juez

Conversación 8 La abogada y mediadora Pilar Gabriel charla con dos mujeres en su despacho, el viernes.

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R. J. / J. G. A.
BARCELONA

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Dolores Pérez y Jesús Rodríguez tardaron tres sesiones en pactar las líneas maestras de su separación a través de una mediación.«Con una hija de 5 años en común y los dos en paro, nos encontrábamos en una situación crítica a nivel económico. Ese era nuestro principal punto de desencuentro, por lo que fuimos al juzgado para que nos asignaran abogados de oficio. Entonces nos propusieron que fuéramos a la mediación. Al principio vas en plan de guerra, pero te hacen ver las cosas de otra forma y te ayudan a acercar posturas», valora Dolores.«Además, lo primero que hicieron fue orientarnos sobre cómo explicarle la situación a la niña, que es lo más importante. Nos dieron unas pautas a seguir y eso contribuyó a que nuestra relación no empeorara»,reconoce.

Jesús coincide con su expareja y se muestra muy satisfecho con el resultado de la mediación, un procedimiento que desconocía:«Pregunté a amigos que también se han separado y no sabían nada de esta práctica. Cuando ahora les comento que a nosotros nos ha ido muy bien y que lo hemos podido resolver todo, casi no se lo creen».

«Esto no es tan duro como ir a un juicio. Aquí hablan nuestro idioma y no el lenguaje de los abogados, que es mucho más duro. Además, nos ahorramos tener que ponernos delante de un juez, que siempre genera más tensión que hablar tranquilamente en un despacho»,prosigue Jesús. No ir a regañadientes

La experiencia de estos vecinos de Badalona demuestra que dos cosas deben tener claras quienes pretenden solucionar un conflicto por la vía de la mediación. La primera es que no pueden participar a regañadientes; este es un mecanismo que se basa en la voluntariedad. Y la segunda es que el mediador les ayudará a enfocar la situación de forma que puedan ver la luz al final del túnel, pero«ellos son los protagonistas del proceso, los que tienen que llegar a acuerdos»,explica Pilar Gabriel, la mediadora que junto a la terapeuta familiar María Rosario López llevó el caso de Dolores y Jesús.«Esta es una herramienta que se basa en el diálogo y en hacer que los implicados cojan el problema por los cuernos», añade esta abogada especializada en dicha tarea desde 1994.

Pactos fuertes

Las características de la mediación permiten precisamente que los pactos alcanzados«tengan mucha más fuerza»que el fallo de un juez. Por una simple razón, porque al ser los propios afectados quienes van consensuando las soluciones, es más improbable que las incumplan.«La mediación no es una terapia, pero sí es terapéutica

-sostiene la experta, que está estudiando Psicología para redondear su formación-.Se llegan a sentar a una mesa personas que no se han dirigido la palabra durante años y acaban hablándose».

Pilar recuerda que la mediación exige seguir unas normas (dejar hablar, escuchar, establecer una agenda de temas a debatir) y que a medida que se avanza se va llegando a una serie de acuerdos que luego se redactan un acta para que los abogados los presenten al juez.«Se han resuelto conflictos complejos en muy pocas sesiones. La media son cinco o seis». Menos tiempo tardaron Dolores y Jesús.