Sin educación no hay igualdad

Hoy es el Día de la Mujer. Las mujeres están llamadas a seguir una convocatoria de paro de media hora y afloran de nuevo las estadísticas que reflejan que la brecha salarial continúa presente, que la igualdad sigue estando demasiado lejos. La sociedad se pregunta de nuevo qué hacer y fija sus ojos en la educación. La clave para sentar las bases de la igualdad y que nos enseña que queda mucho por aprender.

La escuela ha ayudado a avanzar en la igualdad de género en los últimos años, pero el resultado es todavía insuficiente, advierten los expertos

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Rótulos neutros para indicar cuál es el despacho del director o directora y cuál el de la jefa o jefe de estudios, tareas iguales para alumnos y alumnas (si toca recoger y limpiar el aula, todos trabajan lo mismo), incentivos para que las chicas que son brillantes en Ciencias venzan los estereotipos y se animen a estudiar carreras tecnológicas o ingenierías. Y lo mismo con los chicos, ¿qué tiene de malo que un chaval estudie danza?

"La escuela es fundamental. Cuanto antes empiecen los niños a abordar la igualdad de género y a combatir los clichés, a tratar a todos sus compañeros con equidad y tolerancia, mejor". Lo dice, con toda la firmeza del mundo, una de las estudiantes que este año terminan el ciclo de Promoción de la Igualdad de Género en el instituto público Can Vilumara de L’Hospitalet de Llobregat. Ana, que así se llama la alumna, forma parte de la segunda promoción que saldrá del centro con una titulación específica en estos estudios. 

Desde que en 1976 se planteó por primera vez en Catalunya que niños y niñas fueran juntos a clase de manera normalizada (hasta entonces, las aulas mixtas eran una excepción), los avances hacia la coeducación o educación en igualdad de condiciones para hombres y mujeres han sido relevantes. "Pero insuficientes", constataba recientemente Mercè Otero, docente, feminista y miembro del colectivo Ca la Dona. 

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"\u00bfC\u00f3mo se ense\u00f1a la igualdad?","text":"No solo f\u00fatbol en el patio Son varias las escuelas que han restringido el uso de balones en sus horas de recreo. La medida no solo permite dar espacio al juego femenino, sino tambi\u00e9n diversificar el ocio de todos."}}

Aún hay, indicaba Otero, momentos y lugares en los que se perpetúan los roles tradicionales de género. "Existe todavía una brecha en los juegos que se imponen en la hora del patio, en el lenguaje que se emplea en el aula y en los ejemplos personales y referentes que se utilizan cuando se explican las asignaturas, ya sea Matemáticas o Historia", señaló.

El sexismo académico sigue, por ejemplo, guiando a las chicas hacia los estudios más sociales, los que propician el trato humano, mientras que la tecnología sigue siendo coto casi exclusivo de los chicos. No hace falta llegar hasta la universidad para comprobarlo: en el curso 2015-2016, el último del que el Ministerio de Educación tiene datos oficiales, un 93% de las estudiantes de ciclos de formación profesional (FP) del área de la Imagen Personal eran chicas; en la rama de Textil y Confección representaban a un 86,2% del alumnado y en Servicios Sociales, a un 85,5%. En Electricidad y Electrónica, en cambio, solo había un 2,5% de estudiantes femeninas y en Instalaciones y Mantenimiento, un 1,8%.

LA DIFÍCIL ADOLESCENCIA

Mercè Otero, que participó en los años 80 en la redacción del Libro Lila de la educación en Catalunya, asegura que, pese a los muchos esfuerzos y los importantes pasos dados en los últimos tiempos, "la escuela es todavía androcéntrica". Entre otras cosas, apunta, porque no ha habido suficiente formación del profesorado en este sentido. "Nadie se ha preocupado por saber qué pasa y cómo tratar a los alumnos en la difícil franja de la preadolescencia y la adolescencia, nadie ha explicado a los profesores de secundaria cómo explicar o cómo tratar a cada uno de sus alumnos según sus especificidades", lamenta. 

No es fácil bregar con estudiantes que se encuentran en plena revolución hormonal, en fase de formación de una identidad propia y con unos modelos (en casa, en la tele, en Instagram) que muchas veces son lo contrario de la igualdad y la tolerancia. Por eso, una de las últimas actividades que han realizado los estudiantes del ciclo de Promoción de la Igualdad de Género del Can Vilumara ha sido impartir una formación a sus propios profesores (también a los que dan clases en ESO y en bachillerato), para que "tengan unas herramientas, unas nociones, ni que sean básicas, para saber cómo tratar estos temas", subraya Livia, otra de las estudiantes del ciclo. 

"El problema es que los profesores, cuando estudiaron sus carreras, nunca tuvieron ninguna asignatura específica sobre cómo tratar la diversidad de género, ninguna diversidad de hecho", añade la joven, que también es maestra. "Y acaban reproduciendo lo que ellos vieron, a su vez, cuando eran alumnos", remacha Marta, otra de las jóvenes que termina este año el ciclo. Está claro, coinciden las chicas, que cada docente tiene sus propios apriorismos, que de un modo u otro se reflejarán siempre en sus clases. "Es lo que denominamos el currículo oculto", señalan. 

¿QUÉ TELE MIRAN?

El cambio no lo debe de hacer solo la escuela. En la educación -en el sentido amplio del término- también intervienen agentes como la familia, los consumos culturales y, por supuesto, los contenidos que circulan por las redes sociales. "Hay cosas, muchas cosas, que se están haciendo bien, pero todavía hay muchos ejemplos de malas prácticas, empezando por algunos de los dibujos animados que miran los niños en televisión", apunta Mònica, alumna también del ciclo. "Todos deberíamos ser corresponsables", sentencia.

Tanto el plan para la igualdad de género en el sistema educativo, impulsado por la Conselleria d’Ensenyament en el 2015, como la Xarxa d’escoles i instituts per la igualtat de tracte i la no discriminació de Barcelona, auspiciada por el ayuntamiento de la capital catalana, hacen énfasis en la necesaria implicación de las familia.

"Estudiar un curso como este abre la mente. Sabía que había machismo, yo misma había vivido algunas situaciones, pero nunca imaginé que quedara aún tanto por hacer", concluye Marga, también estudiante del Can Vilumara.

Los alumnos de Promoción de la Igualdad de Género llegan desde orígenes muy distintos. "Hay quien viene procedente del bachillerato y quien accede después de haber estado un tiempo trabajando", detalla la profesora Montse Sánchez, coordinadora del ciclo. "Hay un alumno que está aquí después de haber hecho un grado de videojuegos y comprobar cómo se trata allí la igualdad de género", comenta. Su cometido será, entre otros muchos, seguir adelante con la difícil labor de concienciar y hacer que cambien muchas mentalidades.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Algunos datos sobre la mujer en el sistema educativo","text":"Poco m\u00e1s de\u00a0un tercio de los alumnos con altas capacidades\u00a0son chicas. Si no hay paridad, explican los expertos, es porque ellas se esconden o disimulan para no distinguirse del grupo.\u00a0"}}