Que la sanidad vuelva a ser un derecho humano

Muchos inmigrantes desconocen sus derechos y las objeciones de algunos profesionales al decreto del PP que derogó la atención universal

El hospital Josep Trueta de Girona.

El hospital Josep Trueta de Girona. / periodico

CARME VALLS-LLOBET / Médica

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dentro del poco saludable consejo de que "me ocupo yo de 'mi' salud y que los demás se arreglen como puedan con sus enfermedades y circunstancias" se circunscriben algunas de las miopes actitudes de personas, colectivos y estados hacia las personas inmigrantes y su relación con el sistema sanitario. La corriente de egoísmos que recorre muchos países del mundo, ha puesto en crisis incluso el Estado del bienestar europeo y ha hecho avanzar actitudes xenófóbas frente a la riqueza que supone la diversidad. Se están erigiendo muros en lugar de establecer puentes, y algunos de estos muros tienen forma de mitos que mienten sobre la realidad.

Los mitos se difunden actualmente a través de rumores. La emigración que supone una riqueza por la ayuda laboral que aporta, muchas veces en los trabajos más humildes y cansados, o en el cuidado de nuestros familiares ancianos; por el incremento de cotizaciones a la Seguridad Social y el incremento de la fecundidad, es vista y atacada por algunas mentes cerradas como un mal a combatir. Celebro que exista la Red Antirumores patrocinada por diversos ayuntamientos como el Barcelona y el de Sabadell que permite contrarrestar opiniones infundadas, respecto a la utilización de los servicios sanitarios.

La población emigrada utiliza cuatro veces menos los servicios sanitarios que la población autóctona, porque vienen los más jóvenes y saludables. Frente al falso rumor del gasto que supone la población inmigrante, ésta visita menos a los especialistas, consume menos medicamentos y es hospitalizada en menos ocasiones y con costes más bajos.

Pero frente a esta realidad el decreto ley de Rajoy 16/2012 limitó por primera vez el acceso a los servicios sanitarios, desde que Ernest Lluch instauró en España el sistema de sanidad pública universal. De un derecho de ciudadanía a la sanidad se pasaba a convertir a las personas en aseguradas o no. Este decreto y las limitaciones asistenciales que supuso a personas y familias inmigrantes ha supuesto el nacimiento de un movimiento de desobediencia civil de usuarios y usuarias y de trabajadores y trabajadoras del Sistema Nacional de Salud (www.yosisanidaduniversal.net) con el grupo en Catalunya Pasucat. Estos grupos junto a Médicos del Mundo han impulsado el Registro Estatal para la Denuncia de la Exclusión Sanitaria (REDER), elaborando y difundiendo guías para hacer frente a la exclusión y a la segregación.

La doctora Blanca de Gispert que asiste en Trinitat Vella y el doctor Carlos Losana, pediatra en Poblenou, han señalado la falta de información sobre sus derechos a muchos inmigrantes, y de algunos profesionales de atención sanitaria, a pesar de que desde 2015 se han producido cambios en muchas autonomías y ayuntamientos, cuya legislación ha modificado la exclusión que emanaba de la dirección del Estado Español.

Siempre las redes ciudadanas cooperando federalmente por delante de los estados centralistas. Mientras se continúa instando a la derogación de este decreto excluyente, hemos de constatar que la sanidad universal no es un favor buenista, sino un derecho de ciudadanía que nos conviene a todos los seres humanos.