Al menos ocho detenidos por incidentes y estampidas en la Madrugá de Sevilla

MADRUGÁ

MADRUGÁ / MK.

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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Los nervios en Sevilla, como en tantas ciudades europeas, estaban anoche a flor de piel por culpa de los últimos atentados que el Estado Islámico ha perpetrado en Londres, Estocolmo y Dortmund. Bastó solo la actuación de un grupo de “vándalos”, “gamberros” o “desalmados” –según los definió el Ayuntamiento-- que profiriendo gritos de “Alá es grande” y “Gora Eta” y dando golpes causaron varias estampidas al paso de los cortejos procesionales de una de las jornadas más importantes y concurridas de la ciudad, la Madrugá de la Semana Santa. Las avalanchas, que se saldan con ocho detenidos, provocaron escenas de pánico y dejaron hasta un centenar de incidencias, una de ellas con heridas graves.

Según el Consistorio, los incidentes no guardan relación con islamistas, un mensaje que hubo que repetir incluso por las redes sociales al extenderse el rumor de que los detenidos eran de origen árabe. Y se investiga si las distintas avalanchas estuvieron coordinadas.

GRITOS Y GOLPES CONTRA EL SUELO

El alboroto comenzó en torno a las 4 de la madrugada, cuando se detuvo por desobediencia a la autoridad una persona de origen senegalés y con antecedentes que gritaba el nombre de Alá. Fue el detonante. Pocos minutos después, en la misma zona, eran detenidos otros tres hombres de 47,46 y 45 años, también delincuentes comunes y con numerosos antecedentes, que esta vez avivaban a ETA. Sus gritos y golpes con palos a contenedores y vallas metálicas provocaron las primeras estampidas y avalanchas, que rompieron el cortejo procesional de una de las hermandades más señeras, la Esperanza de Triana.

Nazarenos huyendo, cirios por los aires, músicos a la carrera, gente refugiándose en cualquier portal y algunos por el suelo siendo pisoteados. Los nervios se desbordaron, y solo la rápida actuación policial intentando mantener la calma y alertando de que no pasaba nada provocó que la cosa fuera a mayores. El cortejo procesional se recompuso como pudo para retomar el camino entre aplausos de ánimo del público.

Pero el daño ya estaba hecho.  Las estampidas se repitieron dos horas más en otro punto del centro de la ciudad donde se detuvo a cuatro jóvenes de entre 19 y 22 años acusados de desórdenes públicos y un delito contra los sentimientos religiosos. Dos de ellos también gritaban vivas a Alá. La psicosis se apoderó de nuevo de las calles. Las llamadas a la calma de las fuerzas de seguridad lograron que la Madrugá continuara con normalidad, aunque muchas personas decidieron irse a su casa tras los sobresaltos.

El balance final arroja un centenar de asistencias sanitarias, en su mayoría por ataques de ansiedad. Un total de 17 personas necesitaron atención hospitalaria por golpes y cortes, entre ellas un hombre de 60 años con traumatismo craneoencefálico tuvo que ser ingresado en la UCI en estado grave, aunque a mediodía pasó a Observación. Y un joven de 35 años requirió una operación de urgencia por fractura de cadera. Desde el consistorio también lamentaron la muerte de un nazareno que falleció de un infarto cuando tras finalizar la procesión se dirigía a su domicilio en taxi.