INVESTIGACIÓN DE LOS MOSSOS D'ESQUADRA

Detenido por secuestrar a su consuegro en Salou hace un año

El hijo de la víctima, un hostelero, no pagó rescate, a pesar de lo cual fue liberada

MAYKA NAVARRO / BARCELONA

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No estuvo ni 48 horas secuestrado. Pero fueron suficientes para padecer el terror que sufre una víctima cuando es privada a la fuerza de su libertad, en este caso por los 350.000 euros que sus raptores exigieron para no matarle. Aquello sucedió en octubre del 2013 en Salou (Tarragonès). Inexplicablemente, el rehén fue liberado sin que la familia pagara un céntimo. «Qué raro», pensaron los Mossos. Un año después los investigadores han resuelto que fue el consuegro, el padre de la exmujer del hijo de la víctima, quien preparó el secuestro y ordenó liberar al hombre cuando descubrió que su yerno había acudido a los Mossos.

La historia es tan rocambolesca que a la víctima le cuesta creer lo que estos días le revelan los investigadores. Unos mossos que en el último año no han dejado de telefonearle y visitarle para repasar una y otra vez el caso y sus recuerdos. La víctima, un conocido hostelero de Salou, fue secuestrada el 15 de octubre en el párking de su casa.

VENDAS Y BRIDAS  / Con violencia, le vendaron los ojos, le inmovilizaron con bridas y le introdujeron en una caja de madera, a modo de ataúd, que metieron en el maletero de un coche. Después fue trasladado a un zulo. Le arrojaron sobre un viejo colchón. Y allí permaneció atado, con los ojos vendados, sin comer ni beber y amenazado. Solo recordaba el sonido lejano de un tren. Esta pista llevó a los investigadores a visitar centenares de casas cercanas a una vía de tren para localizar el zulo. El mismo empeño que emplearon en inspeccionar todos los coches de un mismo modelo del que apenas tenían un par de números de la matrícula, hasta que dieron con el utilizado para el secuestro. Trabajaban sin presión. La víctima estaba sana en casa y los secuestradores confiaban en que nadie iría tras ellos. Se equivocaban.

Fue el hijo quien recibió la llamada de los secuestradores solicitando los 350.000 euros. Como siempre, el secuestrador advirtió de las consecuencias que tendría que la familia alertara a la policía. Y como se debe hacer siempre, el hijo se armó de valor, telefoneó y denunció los hechos.

Se activó la Unidad Central de Secuestros. Hasta Salou se trasladaron un grupo de investigadores y, entre ellos, el mediador que debía tomar el mando de las negociaciones. Todo hacía indicar que se iba a tratar de un rapto largo. El empresario tenía dinero y en aquel momento estaba inmerso en un duro divorcio.

Inexplicablemente, dos días después el hombre fue liberado. Le habían robado una cadena de oro y un valioso reloj. Fue el consuegro, quien además trabajaba con la víctima, el que fichó a tres amigos para ejecutar el secuestro. El hombre sabía por un detective, también detenido y al que de vez en cuando hacía alguna chapuza, de la fortuna de su consuegro. El detective acababa de hacer un informe por encargo de la exmujer para el divorcio. Pese a su inexperiencia, los secuestradores dejaron pocas pistas. No contaron con el tesón de los investigadores. Todos están en prisión