El despegue civil de los drones

Jordi Francos, en Vilanova i la Geltrú, fundaor de un negocio para esparcir cenizas.

Jordi Francos, en Vilanova i la Geltrú, fundaor de un negocio para esparcir cenizas.

CARLES PLANAS BOU / BARCELONA

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Filmar películas, vigilar instalaciones eléctricas, controlar campos de cultivo e incluso esparcir cenizas de un familiar difunto en lugares inhóspitos. Estos son algunos de los muchos usos civiles que se pueden dar a los drones. Más allá de su finalidad bélica, estos pequeños artilugios tienen otra cara más amable que está revolucionando el mercado y que ha abierto las puertas a un nuevo y jugoso negocio.

La proliferación de drones y empresas que aprovechaban el potencial de esta herramienta obligó al Gobierno español a mover ficha y en julio del 2014 aprobó una ley temporal que regulaba el sector. «Eso ha hecho despegar aún más el negocio de los drones, ya que la gente se siente más cómoda bajo un marco legal», cuenta Nicolás Zapata, director comercial de la productora DroneTools. La empresa sevillana, fundada en el 2012, facturó 400.000 euros el año pasado y espera doblar los resultados. «El crecimiento de la industria ha sido tan espectacular que incluso ya hay particulares que se apuntan al negocio», asegura.

La nueva legislación también ha beneficiado a otros ámbitos del sector. «Gracias a los drones podemos vivir de nuestra empresa», confiesa a EL PERIÓDICO Carlos Mallol, socio fundador de la escuela de pilotos DreamAir. Estos especialistas en aviación, que ofrecían cursos para pilotaje de aviones privados, vieron una gran oportunidad en tripulados de forma remota y decidieron reinventarse y adaptarse a la novedad. Ahora, con más de 140 pilotos de drones formados y la clase llena, recogen los frutos de este fenómeno tecnológico.

El sector está en su punto álgido y todo apunta a que seguirá creciendo. Este boom se traducirá, según la Comisión Europea, en un volumen de negocio de unos 15.000 millones de euros anuales y en la creación de 250.000 trabajos de ahora al 2050. Por su parte, España aspira a seguir el modelo de Francia, uno de los países más potentes de Europa en el sector, y a dar alas a este mercado para llegar a los 600 operadores en los próximos dos años.

FUERTE IMPACTO

Hasta ahora, los drones han tenido un fuerte impacto en sectores tan diversos como el audiovisual o la agricultura. La versatilidad y la reducción del coste económico y de los riesgos humanos que supone son factores decisivos para su eclosión. «Conseguir un helicóptero para filmar escenas aéreas es muy caro y requiere de una gran infraestructura mientras que los drones te ahorran estos problemas y ofrecen una perspectiva espectacular que antes era inexistente», explica Xavi Planas, socio de Flying Free Films. Esto ha hecho que estos aparatos dejen de ser vistos como un capricho para convertirse en una necesidad. «Los drones no son una moda pasajera -apunta-, han llegado para quedarse».

En la misma línea opina Jordi Santacana, fundador y director ejecutivo de Catuav, una empresa tecnológica pionera en Europa en el desarrollo civil de los drones. Santacana, con una larga experiencia en el sector, está convencido de que el impacto de los drones se debe a los cambios que generarán en la sociedad: «Pasó lo mismo con Internet, los teléfonos móviles o el GPS. Al principio eran muy caros pero con el tiempo se han dejado de ver como algo lejano y extraño y la gente los ha adaptado a su vida».

Santacana también remarca la necesidad de cambiar la percepción social de que el drone es un arma. «No se debe criminalizar la tecnología», subraya.

Catuav, nacida en el año 2003, ha trabajado desde entonces aplicando los drones a fines civiles como la agricultura de precisión, los estudios ambientales y energéticos o el urbanismo. Incluso ha sido premiada a nivel internacional por su sistema de detección de minas terrestres, que mejora los actuales métodos de detección y evita víctimas.

La democratización de esta tecnología ha excitado la imaginación de grandes empresas y de emprendedores que buscan dar forma a nuevas ideas. Gigantes como la multinacional de comercio electrónico Amazon han anunciado que trabajan en un prototipo de drone que reparta los paquetes y comandas a los usuarios. Incluso otras empresas como Domino's Pizza ya han realizado pruebas de entrega.

A menor escala se han visto otros proyectos ingeniosos que buscan adaptar esas aeronaves a servicios funerarios o de asistencia médica. El drone ambulancia, creado por el joven holandés Alec Momont, pensado para transportar de urgencia un desfibrilador, es un claro ejemplo de creatividad con servicio social.

«Quizás en un futuro próximo los drones de la policía serán quienes nos pongan las multas de tráfico», augura Zapata. Todos estos casos nos pueden parecer algo irreal y fantasioso pero, como hemos visto en los últimos años, de la ciencia ficción a la cotidianidad hay un solo paso.