Las demandas
La desidia de Fomento con la N-2 subleva a los alcaldes
FERRAN COSCULLUELA / GIRONA
FEDE CEDÓ / MATARÓ
El alcalde de Figueres, Santi Vila (CiU), sintetizó en una frase apocalíptica lo que piensan la mayoría de los habitantes de las comarcas de Girona sobre las deficiencias de la
N-2. «Es un auténtico corredor de la muerte», sentenció el alcalde tras el fatal accidente del pasado domingo, en el que perdieron la vida cinco personas. El responsable municipal de la capital ampurdanesa no exagera. Desde el 2008, en el trazado gerundense de esta vía se han matado 65 personas. Una estadística que este año puede empeorar, ya que durante el primer mes y medio del 2012 se han producido seis muertes, casi la mitad de las que se contabilizaron durante todo el año pasado. Un triste balance que hace todavía más incomprensible la demora del Ministerio de Fomento a la hora de acometer el desdoblamiento de una vía que enlaza con Francia.
El tramo donde se produjo el accidente del pasado domingo, la variante de Figueres, tiene una longitud de 11 kilómetros y es uno de los más peligrosos. Construido en 1974, transcurre en su mayor parte en un talud de unos cinco metros de alto, apenas tiene arcenes y cualquier escapatoria está vedada por las vallas de seguridad . Además, los enlaces e incorporaciones a las carreteras de L'Escala, Roses y Llançà son bruscos y con mala visibilidad.
ALTERNATIVAS / Vila afirma que Figueres se encuentra en una situación de «absoluta indefensión» ante las «gravísimas consecuencias» que provocan las carencias de esta carretera. El alcalde recuerda que, desde los años 90, el Ministerio de Fomento tiene sobre la mesa varias alternativas para mejorar este tramo, pero no se acaba de decidir por ninguno, aunque, eso sí, el ministerio decidió rebajar la velocidad a 80 kilómetros por hora (hay un radar) y eliminar varias zonas de adelantamiento. «Estamos cansados de medidas paliativas y reclamamos una solución urgente», insiste Vila.
Josep Masoliver (CiU) es el alcalde de Garrigàs, un pequeño pueblo de 350 habitantes situado ocho kilómetros al sur de Figueres. El paso de la N-2 por este municipio es otro de los puntos negros de la nacional. Para girar a las carreteras que conectan con este pueblo o con Creixell (Borrassà), los vehículos se tienen que detener en medio de la vía, sin ningún carril de espera. Una operación en la que los conductores se juegan la vida si se tiene en cuenta que cada día circulan miles de enormes camiones por la carretera.
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