"Me descuidé la boca porque necesitaba el dinero para comer"

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T.P. / BARCELONA

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Cristian R. y Carme S. son dos cruces de una misma moneda: la pobreza sanitaria. El primero no puede hacer frente al odontólogo y la segunda ha necesitado ayuda para costear una silla de ruedas porque se le pasó el plazo de tiempo para solicitarla. Además, la Administración "no cubre siempre lo que necesitas", asegura Carme. "Hay mucha letra pequeña y no siempre cumples todos los requisitos que te piden", aclara. A este concepto y otros elementos ortopédicos, Càritas Catalunya destinó el año pasado 1.200 euros, otros 7.000 a subvencionar gafas y audífonos, 1.500 a medicamentos y 13.000 a odontología.

Cristian R. (Girona, 1978) le da apuro abrir la boca. Le faltan tres piezas en la parte superior y se reprime para no sonreír. Este fin de semana ligó en la discoteca y cuando estaba a punto de besar a su conquista se acordó de su precaria dentadura y se echó atrás. “Me da mucha vergüenza que me vean así porque la risa es la carta de presentación de la gente”, afirma agachando ligeramente la barbilla para que ninguna mirada cotilla entre en su boca.

SALIR DEL ARMARIO

A Cristian las drogas que estuvo consumiendo durante algunos años y una mala higiene bucal le destrozaron la boca. "Después me he descuidado la dentadura porque necesitaba el dinero para comer". Se abrazó a las sustancias tóxicas por una mala experiencia personal que se remonta a 20 años atrás en un pueblo de las comarcas de Girona. “Era un adolescente que acababa de cumplir los 16. Estaba harto y decidí salir de armario. Los amigos desaparecieron y yo me quedé solo. Necesitaba hacer nuevas amistades y comencé a tontear con la droga”, explica. El abandono de los sus compañeros de clase no fue el único que sufrió en su vida ni tampoco el primero. Cuando tenía 5 años sus padres, que estaban separados, también se esfumaron y él y sus hermanos fueron a parar a casa de los abuelos maternos.

Ahora a los 38 años ha decidido recuper el tiempo perdido y por las tardes va a clase para estudiar Enseñanza Secundaria Obligatoria porque quiere ser pastelero. “Siempre me han gustado los dulces. La pastelería me relaja y me ayuda a crecer por dentro. Me da satisfacciones y cuando estoy triste hago pasteles“, explica convencido.

RENTA DE INSERCIÓN

Además de estudiar, Cristian R. está buscando trabajo, pero para eso necesita tener la dentadura en condiciones. “Con una boca destrozada no te dan ningún empleo porque necesitas tener una buena presencia, sobre todo si estás de cara al público”, afirma. Con los 460 euros que percibe de la Renta Mínima de Inserción (Pirmi), las posibilidades que tiene de rehabilitarse la boca son mínimas. “No puedo pagar 70 euros por visita que te cobra cualquier dentista porque tengo que ajustarme mucho el cinturón y si gasto el dinero en eso ya no puedo hacer nada más”, dice.

La fundación Centre Català de Solidaritat (Cecas) le ha echado una mano para que lo visitaran en la oenegé Dentistas sobre Ruedas, donde dice que le van a dejar una boca merecedora de un anuncio, afirma medio en broma. “La gente se va de aquí contentísima, es como si les dieras dinero”, afirma la portavoz de la asociación Silvia Petit. La entidad odontológica atendió el año pasado 400 pacientes con escasos recursos.