REBELIÓN DE UNA SANITARIA EN ESTADOS UNIDOS

El desafío de Hickox

La enfermera Hickox pedalea cerca de su casa, ayer.

La enfermera Hickox pedalea cerca de su casa, ayer.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Desde que llegó hace tres días al estado de Maine, Kaci Hickox tuvo que quedarse encerrada en casa. Dos coches de policía apostados permanentemente frente a su vivienda le recordaban que el estado le ha impuesto una cuarentena forzosa de 21 días, tras haber pasado un mes tratando a pacientes de ébola en Sierra Leona. Pero la enfermera de Médicos Sin Fronteras no está de acuerdo. Ha dado negativo en las pruebas del virus y no tiene síntomas de la enfermedad. Por eso, ayer desafió los protocolos y salió a dar un paseo en bicicleta por la montaña con su novio. El pulso está servido.

Su caso le ha puesto rostro al creciente debate sobre las cuarentenas obligatorias que han adoptado ya un mínimo de ocho estados para aquellos que llegan a EEUU tras haber estado en contacto con pacientes de ébola en África, una medida que afectará fundamentalmente a los trabajadores sanitarios. «No voy a dejarme intimidar por los políticos y quedarme sentada en mi casa cuando no soy un riesgo para el público estadounidense», dijo Hickox el miércoles desde la puerta de su casa a la NBC. Estas cuarentenas preventivas, añadió, «no están basadas en criterios científicos».

Desde que regresó al país, Hickox ha estado permanentemente a merced de las autoridades. Primero estuvo retenida durante siete horas en el aeropuerto de Newark. Un termómetro infrarrojo determinó que tenía algo de fiebre, por lo que fue confinada en una tienda de campaña de un hospital de Nueva Jersey. Sin ducha ni váter, pasó allí tres días, y solo la dejaron salir tras dar negativo en la prueba de ébola y amenazar con demandar al estado.

Hickox considera que cuarentenas como la suya infringen las libertades individuales, «estigmatizan» a los trabajadores sanitarios y torpedean los esfuerzos para contener la enfermedad en África. Una posición que comparte el presidente Barack Obama. «No queremos desalentar a los trabajadores sanitarios para que acudan a la primera línea», dijo esta semana, antes de añadir que debe ser la ciencia y no el miedo la que guíe la respuesta de las autoridades ante el ébola. Pero el miedo se está extendiendo como la pólvora y, a menos de una semana para las elecciones legislativas de medio mandato, muchos gobernadores han preferido curarse en salud.

Encuestas

Según una encuesta de la CBS, el 80% de los estadounidenses prefieren mantener en cuarentena a las personas sospechosas de ébola hasta que superen los 21 días de incubación de la enfermedad. Respecto a los extranjeros que vienen del África Occidental, más de uno de cada cuatro prefiere que no se les deje entrar. Esa histeria se ha puesto de manifiesto en Luisiana, donde la semana que viene se celebra una conferencia sobre medicina tropical.

El estado le ha pedido a los participantes que hayan estado recientemente en los países afectados por el ébola que se queden en casa a menos que prefieran quedar confinados en la habitación del hotel. En cuanto al caso de Hickox, el gobernador de Maine pedirá una orden judicial para obligar a la enfermera a encerrarse en casa, el equivalente a un arresto domiciliario. Pero Hickox ha dicho que ella también se defenderá en los tribunales.