ANÁLISIS

El desafío del 'e-cig'

RODRIGO CÓRDOBA GARCÍA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El cigarrillo electrónico ('e-cig') es un dispositivo para suministrar dosis de nicotina que apareció en China en el 2003, llegó a España en el 2006 y se popularizó en el 2013. El líquido de los 'e-cig' es una solución acuosa de nicotina, propilenglicol, glicerol, aromatizantes y agua. La nicotina es una sustancia tremendamente tóxica y adictiva. Se usó durante décadas como potente plaguicida y dejó de emplearse por sus efectos tóxicos en los agricultores. Una recarga del líquido del cigarrillo electrónico puede acabar con la vida de una persona si se ingiere por vía oral y puede provocar graves problemas si se absorbe accidentalmente a través de la piel. En los últimos dos años se han incrementado seriamente las intoxicaciones por líquidos de 'e-cig' que han requerido hospitalización.

El uso continuado de este tipo de cigarrillos supone el mantenimiento de una adicción grave y una forma potencial de inicio de la adicción en los menores. A las dosis habituales, aumenta el riego de infarto y derrame cerebral. El propilenglicol es una causa conocida de asma infantil y es molesto incluso para adultos sanos expuestos en espacios cerrados. El vapor de 'e-cig' produce una cantidad de partículas finas contaminantes mucho menor que el humo de tabaco pero ocho veces superior a los estándares ambientales recomendados por la UE. Los niveles de alquitranes, disolventes y metales pesados son muy bajos, pero se han detectado en muchas marcas.

No se trata de preferir el paludismo al ébola. Se trata de evitar la enfermedad. Es sorprendente que durante años este producto tuviera la misma regulación comercial que, por ejemplo, un mechero, cuando es algo que se inhala directamente por vía pulmonar y sus componentes entran en la sangre. Es evidente que es necesaria su regulación, bien como remedio para ayudar a dejar de fumar o como producto de tabaco. La nicotina farmacológica tiene, en cualquiera de sus formas, una regulación estricta y no se autoriza que sea usada más allá de tres meses. Hay crecientes sospechas de que la nicotina modifica el ADN y tiene un efecto promotor del cáncer. Pero ninguna de las 466 marcas de 'e-cigs' ha pasado un control sanitario oficial en ningún país, y en ningún lugar los 'e-cigs' están aprobados como medicamento. Por lo demás, no hay datos concluyentes que apoyen que sirven para dejar de fumar y vencer la adicción a la nicotina.

Lo que se ha detectado es un conflicto de intereses en varios científicos que apoyan el uso de los 'e-cigs' con la intención de «reducir riesgos». También hay puertas giratorias en el campo científico. Pero los recientes informes de la Organización Mundial de la Salud y de la Asociación Americana del Corazón son concluyentes al desaconsejar hoy el uso del 'e-cig' con fines terapéuticos. Sin embargo, no proponen su prohibición sino una regulación similar a la del tabaco, como hacen la mayoría de países. Por nuestra parte, ningún reparo moral a que se comercialice como producto recreativo y se use en el ámbito privado.