Los rigores del verano

Demasiado calor para...

Canal Meteo de EL PERIÓDICO

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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Hace mucho, demasiado calor para hacer una mudanza, para levantar bultos, cargarlos y descargarlos, y además para hacerlo en este cruce, Bailèn con Roselló, en Barcelona, en la esquina donde pega el sol, tórrido, como un latigazo, mientras estos hombres cargan y descargan, cargan y descargan. «Esto es un infierno, un castigo de Dios», dice José Coox, ecuatoriano, conductor y acomodador de la mercadería, «un infierno», repite, ahora en un murmullo, con el rostro sudoroso y la ropa empapada, que es como estaría, se supone, si verdaderamente ardiera entre las llamas del castigo eterno. «¿Agua? No sé, ya perdí la cuenta. Creo que cuatro botellas, de las grandes». Es martes, 20 de agosto, 2012; son las cuatro y media de la tarde. La estación meteorológica del Raval informa de que en el centro de la ciudad la temperatura es de 32,4 grados.

CON NOMBRE DE POETA / Hace mucho, demasiado calor, lo dice Antonio Machado, con su nombre de poeta y su cargo, operario de la máquina, el elevador de la mudanza. «Es difícil», dice, «así es difícil», y se refiere al sol y a los grados, y dice: «Es la segunda mudanza del día», y apunta que la primera fue igual, en las mismas condiciones, y mira alrededor y pregunta: «¿Usted ve alguna sombra, un sitio donde resguardarse?» Y es cierto que no hay nada, y el sol además no ayuda porque está en su cénit. «El cuerpo te pide líquido todo el tiempo», agrega, y el sudor lo suelta no en perlas, sino a chorros. «Un litro y medio de agua y dos fantas», piensa, rememora; eso ha bebido hasta ahora.

Hace mucho, demasiado calor para trabajar en una obra, para cargar el hormigón, quitar las vallas, cambiarlas de sitio, bajar y subir del agujero enorme donde se están poniendo los cimientos. Sigue siendo martes y 20 de agosto y el termómetro sigue rondando los 32 grados pero en la calle de Bailèn Manuel Cepas trabaja, debe hacerlo, es el encargado de la obra y el calor es una anécdota porque aquí si llueve, se para, pero no si hace calor. «Ahora, allí abajo -señala el agujero- me coge un poquito de sombra, pero esta mañana me daba el sol de lleno». Dice que «es raro que a nadie le haya dado algo todavía», con semejante sol, y recuerda que algún verano, hace tiempo, ya sufrió algún mareo, por el calor; y tuvo que sentarse y respirar profundo. «La verdad es que ya estoy acostumbrado -explica, sudando ríos, como todo aquel que trabaja al aire libre-. Cada verano me toca igual».

Hace mucho calor incluso para algo tan poco sufrido, en teoría, como es servir copas, pero es que es servirlas a la intemperie, en una terraza, salir todo el tiempo y exponerse, que le dé al camarero el sol, que lo mastiquen los grados. «Y además, justo este año nos quitaron los árboles de la terraza», se queja Marta Giralt, propietaria del bar Giralt, en el chaflán de Sardenya con Mallorca, justo enfrente de la Sagrada Família.

EL CAMPO, AGRADABLE HASTA LAS 10 / Los árboles se marcharon y en su lugar hay unos arbustos y envuelven y protegen la terraza, pero no es lo mismo, nunca. «Daban sombra. Caían las hojas sobre las mesas, pero daban sombra». Sigue siendo martes y siguen siendo 32 más o menos los grados, que la propietaria enfrenta armada con su bandeja, sus aguas, sus coca-colas. «Le voy a decir una cosa: si vas entrando y saliendo, el cuerpo se habitúa. Es peor cuando no hay gente y sales poco a la terraza. Entonces sí sientes el calor».

Hace, lejos de Barcelona, también mucho calor, demasiado si se está en un invernadero, que es lo que hace Mauri Bosch, agricultor, para sacar adelante sus tomates. «Si hace un poco de viento aún es soportable, pero sin viento y con humedades relativas altas cuesta mucho trabajar». Bosch, como siempre, como cada verano, ha pintado de blanco el invernadero, así el sol se refleja y en el interior el ambiente es soportable. «Soportable, no agradable». Dice que cuando llega el verano el trabajo en el campo es llevadero hasta las diez de la mañana y a partir de las siete de la tarde. «El resto de la franja horaria es complicado». Es martes, y es 21 de agosto del 2012. La estación meteorológica de Viladecans marca más de 30 grados.

Hace demasiado calor. Mohamed haceshawarmasen un lugar de comida siria. Su espalda mira todo el día a las estufas. ¿Calor? Mohamed sabe lo que es calor.