Más muertes que vidas

Todos los focos se los llevó la generación X, pero desde finales de los años 80 y principios de los 90 fue el turno de la discreta generación vacía. Recibe ese nombre por el “notable descenso de natalidad” en aquella época, especialmente si se compara con los 70, la época del ‘baby boom’, remarca Albert Esteve, director del Centre d'Estudis Demogràfics. Un grupo de población cuyo magro legado se empezará a percibir a partir del año que viene, cuando Catalunya registrará más defunciones (62.955, según la previsión) que nacimientos (61.815), arrojando una dinámica de crecimiento natural de signo negativo (-1.140) por vez primera en siglos si no se contabilizan los periodos de guerras y remotas plagas.

Esa es la previsión del Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat), que augura una cifra de nacimientos próxima a los 788.000 bebés entre el 2013 y el 2025, un 21,8% menos que del 2000 al 2012. En paralelo, se mantendrá un incremento de la esperanza de vida de entre tres y cuatro meses por año, lo que acarreará un paulatino envejecimiento de la sociedad y la consiguiente subida de la mortalidad, hasta las cerca de 833.000 del 2013 al 2025. La consecuencia es un crecimiento poblacional negativo de unas 45.000 personas.

Aumenta el número de hijos por mujer pero caen los nacimientos

La responsable del área de Población y Territorio del instituto, Mireia Farré, matiza que “es una proyección”, pero que si no media un imprevisto sucederá irremediablemente. Resulta clave la irrupción de las mujeres concebidas durante esa generación vacía. De esta manera se reduce el grueso de mujeres en edad de tener hijos, entre los 16 y los 49 años, “una franja que el 2014 ya registró una caída de casi 30.000 madres potenciales”, detalla Farré.

Además de la reducción de féminas que pueden concebir, se suma la dinámica social que hace que las mujeres retrasen cada vez más el momento de la maternidad. “Los primeros 15 años fértiles se prioriza la vivienda y la estabilidad laboral. La etapa para tener descendencia se reduce cada vez más y, además, la situación económica no ayuda”, razona Esteve. A este situación se suma un “saldo migratorio negativo” desde la crisis, con más población que marcha de la que llega, de manera que se reduce la aportación de mujeres foráneas a la estadística de nacimientos, añade Farré.

NUEVA PIRÁMIDE POBLACIONAL

Como consecuencia de estos parámetros de fecundidad, esperanza de vida y flujos migratorios, el Idescat contempla como el escenario más plausible un descenso global de la población catalana a corto plazo, desde las 7.479.000 personas de hace dos años hasta las 7.333.000 previstas para el 2018.

Si se confirma la progresiva recuperación económica, el censo de habitantes catalanes remontaría en el 2026 hasta los 7.456.000, con una pirámide poblacional que verá alterada su estructura tradicional: la cifra de menores de 45 años disminuirá y la de quienes superan esa edad irá aumentando. Y la tendencia de saldo negativo en el balance de nacimientos y defunciones se irá polarizando hasta que en el 2051, 3 de cada 10 personas tendrán 65 años o más, conformando el principal grueso de una población que coronará los 8 millones.

Todo sujeto a fenómenos imprevistos y el factor desequilibrante de la migración, recuerda Esteve. “¿Quién esperaba una ola de 6 millones de inmigrantes en España?”. Por eso, pide focalizar la atención en lo que realmente pueda alterar el curso de los acontecimientos. “Más que obsesionarse con qué pasará en 40 años deberíamos pensar en por qué casi una de cada cuatro mujeres no tendrá descendencia. Y que las autoridades hagan posible que solo dejen de procrear quienes no deseen tener hijos, no quienes no pueden”.