NUEVAS PAUTAS DE CONSUMO Y SOSTENIBILIDAD

Decrecer para sobrevivir

Huertos urbanos en la masía de Can Masdeu, en la ladera barcelonesa de Collserola, un ejemplo de exitoso trabajo comunal.

Huertos urbanos en la masía de Can Masdeu, en la ladera barcelonesa de Collserola, un ejemplo de exitoso trabajo comunal.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Las advertencias son conocidas desde hace tiempo, pero las sociedades occidentales las ignoran sistemáticamente: la Tierra no tiene suficientes recursos para mantener a largo plazo el actual consumo de los 7.200 millones de terrícolas. Y todavía podría ser mucho peor si las pautas de los estadounidenseses, por citar un ejemplo extremo, fueran imitadas por los habitantes de todos los países en desarrollo. ¿Se puede revertir el sistema y salvar un planeta finito?

Economistas, filósofos y ecólogos pusieron hace ya tres décadas las bases de un nuevo modelo que discute que las dificultades actuales, cuyo paradigma es la crisis financiera iniciada en el 2007, se vayan a resolver creciendo -si todos somos más ricos, mejorarán las ayudas sociales y los pobres serán menos pobres-.

«El crecimiento económico no es una panacea: está dañando el planeta, no ayuda a acabar con la pobreza y no nos hace más felices», aseguran con tono provocador Giacomo D'AlisaFederico Demaria Giorgos Kallis, investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) que acaban de publicar el primer diccionario sobre decrecimiento, corriente de pensamiento ecopolítico cuyas antípodas serían el productivismo, el consumismo y el capitalismo extremo.

El libro, que ha lanzado al mercado la editorial británica Routledge con el título 'Degrowth: a vocabulary for a new era', se publicará cará el próximo año en español y otras cuatro lenguas. «Pretendemos molestar, crear una bomba en la teoría dominante», reconoce Demaria. Uno de los términos analizados es justamente «decrecimiento» ('degrowth', en inglés), que no es una palabra perfecta para lo que pretende definir, asumen los autores, pero es posiblemente la menos mala. Los investigadores del ICTA-UAB son los coordinadores, pero en la redacción de los diferentes términos, 51 en total, desde 'Autonomy' hasta 'Ubuntu', han participado especialistas internacionales como Juliet Schor, Tim Jackson, Serge Latouche, Susan Paulson, Joan Martínez-Alier, Isabelle Anguelovski y Arturo Escobar, entre otros.

AUSTERIDAD 

Demaria explica que un economista de tan reconocido prestigio como Thomas Piketty ha analizado la evolución de las desigualdades y del PIB y ha observado que una cosa lleva a la otra: «El crecimiento no solo no arregla el problema, sino que genera más desigualdad -dice el investigador del ICTA-UAB-, con el agravante de que las políticas de austeridad para aumentar la productividad tienen fortísimos impactos sobre las personas».

Los tres autores consideran que hay alternativas. «Decrecimiento no significa recesión. No hablamos de ser más pobres, de volver a las cavernas, sino de pensar que el bienestar no depende solo de la renta», dice Demaria. «Invitamos a pensar en un sistema que pueda funcionar de manera diferente, que se centre en otras cosas porque la economía no es lo más importante sino solo un medio para alcanzar los objetivos de bienestar». Ello, a la larga, supone «un cambio en la relación con la naturaleza», añade Demaria.

BARCELONA, EN CABEZA

A la estela del decrecimiento se sitúan pautas de consumo como la preferencia por productos de proximidad, de cultivo ecológico o de autoproducción. «Se puede avanzar pensando en el tiempo libre, en la familia, en reducir la jornada laboral, en la mejor repartición de la riqueza, en la conservación del medio ambiente...» Curiosamente, Barcelona y en general Catalunya se han convertido en un punto de referencia en estas iniciativas alternativas, comenta Demaria.

«A pesar de que en una era de crisis el crecimiento parecería indispensable, con este libro demostramos que recesión y decrecimiento no van juntos», dicen los editores. «El decrecimiento implica nuevas maneras de organización para vivir prósperamente sin obsesionarse con el crecimiento». Una de las propuestas fiscales es disminuir los impuestos por el trabajo y aumentar los del consumo de materiales y energía, aunque con unas garantías mínima para evitar problemas de pobreza energética.