EVOLUCIÓN POSITIVA DE UN FENÓMENO JUVENIL

El declive de las bandas latinas

Pintada de las maras en L'Hospitalet de Llobregat.

Pintada de las maras en L'Hospitalet de Llobregat.

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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La actividad de las bandas latinas, uno de los fenómenos que han generado alarma en Catalunya en los últimos años, ha entrado en una fase de retroceso. Así lo apuntan las estadísticas de incidentes registradas por los Mossos d'Esquadra y lo refrenda la percepción de los educadores sociales que trabajan a pie de calle con esos jóvenes. El retorno de miles de inmigrantes sudamericanos a sus países de origen y el freno de la llegada de nuevos inmigrantes, consecuencias directas de la crisis, y una estrategia policial basada en la presión policial sin tregua son las causas principales del incipiente declive de las pandillas, de cuya aparición en Catalunya se cumple ahora una década.

«El fenómeno está retrocediendo. Pese a tener los espacio públicos llenos de jóvenes, este verano apenas ha habido conflictividad. Hay menos tensión», comenta Josep Maria Lahosa, director de los servicios de prevención del Ayuntamiento de Barcelona. En su opinión, el freno migratorio «ha hecho que estos grupos pierdan miembros y no puedan reemplazar a los que se van». Eso genera un aumento de la edad media de los pandilleros. «Si antes era de entre 12 y 13 años, ahora es de 16 para arriba. Muchos de los que se quedan acaban sentando la cabeza y dejan la banda», dice Lahosa.

Los educadores sociales que trabajan con esos chicos en los barrios también señalan el cambio de tendencia. «Encontramos a menos jóvenes en esos grupos», señala B. una educadora que pide el anonimato. «Las bandas han perdido atractivo, sobre todo entre preadolescentes».

Al frenazo también contribuye el incremento de mecanismos para detectar si un joven cae en una banda. Un ejemplo es el acuerdo  entre los Mossos y Ensenyament. «Se ha formado a profesores y eso ha permitido detectar antes casos de riesgo», dice Jené Gordó, subdirectora general de apoyo a la familia y a la comunidad educativa de la 'conselleria'.

No obstante, tanto los Mossos d'Esquadra como los responsables municipales insisten en evitar el triunfalismo. «Las bandas no han desaparecido. Siguen existiendo y siguen siendo una prioridad policial. Lo que se ha conseguido es frenar el fenómeno», comenta el inspector Jordi Doménech, responsable del área de los Mossos en la que está integrada la unidad de grupos juveniles organizados.

LA ÚLTIMA VÍCTIMA MORTAL

Las estadísticas policiales invitan a cierto optimismo. Por primera vez desde el 2003, el pasado agosto se cumplieron 13 meses sin ningún homicidio vinculado a las bandas latinas. Desde que el 17 de junio del 2012 un joven ecuatoriano fuera mortalmente apuñalado en Cornellà por miembros de una banda latina no ha habido ninguna otra víctima mortal. Un año sin homicidios es todo un avance teniendo en cuenta que, por ejemplo, solo en la primavera del 2011 hubo tres.

Además, los Mossos, que catalogan como incidente vinculado a bandas latinas cualquier pelea  o agresión cuyos participantes  son pandilleros, han visto bajar sensiblemente la estadística. Mientras que en Barcelona, en el 2010, hubo una media de 60 incidentes al mes relacionados con las bandas, es decir, dos al día, ahora no suelen pasar de 20 mensuales. En toda Catalunya, en los últimos meses solo se ha registrado un incidente grave. Fue en Lleida, donde una pelea en una discoteca entre un grupo de los Trinitarios y otro de traficantes colombianos derivó en una serie de agresiones.

«Sigue habiendo peleas de tipos que se cruzan en una discoteca, se miran mal y acaban agrediéndose. Pero lo que constatamos es que las 'caídas' (ataques organizados de una banda a otra) ya no se producen», comenta este responsable policial, que radiografía la nueva estrategia de los Mossos. «Ninguna tolerancia  con las bandas que tienen comportamientos delictivos. Ya sean graves o menos graves. Si a un joven le extorsionan, aunque sea por cinco euros, eso ahora se investiga y se actúa».

Desde el cambio de estrategia policial, los Mossos han llevado a cabo dos grandes redadas que han descabezado a los Trinitarios y a los Black Panthers. «Las bandas se sienten más presionadas. Ya no se hace el tratamiento puntual de un incidente. Si hay indicios de que la agresión o extorsión ha sido ordenada por jefes se va a por ellos. Se abordan como otras organizaciones criminales».

DISCRECIÓN EN LA CALLE

Las bandas tienen dos tipos de actividades. «Por una parte -explica un sargento de los Mossos- trafican con drogas. Por otra, llevan a cabo acciones para marcar territorio y hacer ostentación de su poder en el espacio público, como por ejemplo los 'castigo's o los enfrentamientos masivos entre bandas. La presión policial les ha llevado a moderar esta parte más pública. Se han hecho más discretos».