Curro Claret: «El diseño rompe muros invisibles de desigualdad»

La inquietud, ese concepto que la RAE define como «la inclinación del ánimo hacia algo», ha llevado a este diseñador industrial a diseñar una llave contra la marginalidad de objetos y personas. En sus creaciones, Curro Claret (Barcelona, 1968) no deja al margen el valor de la gente en riesgo de exclusión social, ni el de elementos materiales de los que se prescinde. Él ilumina todo eso con nuevas posibilidades. Realza el potencial social.

Diseñador industrial. Sus ideas tratan siempre de caminar sobre dos patas: la reutilización de material y la revalorización social.

-En su conferencia del pasado sábado en el salón Expohogar Primavera de Fira Barcelona hablaba de diseño social. ¿Qué es? Es el reconocimiento del diseño como herramienta de transformación y cambio, a partir de repensar la manera en que vivimos. Y cada día tengo más claro que en aquellas situaciones de riesgo de exclusión social de las personas, el diseño tiene que estar.

-¿Como solución? No digo que tenga que solucionarlo, pero el diseño rompe muros invisibles de desigualdad. Su atractivo y glamur, la sorpresa que genera, es un gancho para hacer aflorar cuestiones como el origen de los materiales utilizados o las historias que inspiran las creaciones. El diseño es una oportunidad y un canal para expresar, una excusa para cuestionar y sugerir otros puntos de vista.

-Como toda creación artística... Sí, como la moda. La pasarela es un punto de expresión con mucho valor. Las primeras minifaldas hablaban de libertad, como la música de jazz, que nació como canal de expresión de los esclavos que cantaban en el campo. Hoy hay todavía mucha resignación, y el diseño, como todo el arte, es un camino alternativo al inconformismo que no acepta la realidad tal como es. Aunque cada cual, en su profesión, puede reconocer maneras de actuar diferentes.

-Cada persona, su grano de arena... La mejora social es un trabajo colectivo. Aunque algunos tengan más margen, cada cual puede hacer algo, no es un tema de escala y dimensión, es de actitud personal.

-Su proyecto con Arrels Fundació y Camper ejemplifica muy bien como el diseño rompe muros de desigualdad. Cuéntelo! Fue en el 2012. Camper me pidió que decorara su tienda de la calle de Pelai de Barcelona, en el edificio de El Triangle. Querían que lo hiciera como lo hago con Arrels Fundació. En el Paral·lel, la fundación del Raval tiene un taller donde guío a gente que ha vivido en la calle en el diseño de objetos útiles, aprovechando materiales de los que otros se desprenden. Y con seis de esas personas decoramos la tienda de Camper. Dentro del local, un vídeo, un texto y dibujos explican el proceso, que repetimos en otra tienda de Camper en Madrid, con la Fundación San Martín de Porres.

-¿Qué valora más de esas experiencias? Que los participantes se sintieran reconocidos y tratados como personas, que sus capacidades se hicieran visibles, y más de la mano del sello de Camper, que también tiene su historia humana detrás. La firma depositó confianza en gente con muy pocas oportunidades de un trabajo estable, y esas personas estuvieron a la altura.

-¿Todos sus trabajos los enfoca así? A cualquier proyecto que me llega intento buscarle la conexión con una mirada crítica de la sociedad y la preservación ambiental. Me estimulan diseños como los protectores de ciclistas -con forma de barra de pan- en el asfalto de Barcelona, que hice para Zicla, porque es una empresa que trabaja con material reciclado, y en este caso en defensa del transporte limpio. Me gusta que mi diseño esté donde está el jaleo, donde vea una necesidad de cambio. Y me duele cuando no puede ser así.

-Entre reciclar y reutilizar, ¿qué elige? Todo es necesario, pero reutilizar se puede hacer en casa, sin ningún coste. Reciclar implica un nuevo proceso industrial.