Y la princesa mató al dragón

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abertran37573195 barcelona 06 03 2017 cambio de roles en los cuentos activi170308105005 / FERRAN SENDRA

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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A los 3 años a los niños y niñas ya se les está educando, desde los cuentos y juegos, en los estereotipos masculinos y femeninos. Espabilados, empiezan a identificarse con ellos. Coches, pelotas y valientes caballeros, frente a muñecas, cocinitas y damiselas rosas. El aleccionamiento alcanza el terreno de la emociones, alerta la pedagoga Núria Solsona. “Se enseña que las niñas deben ser dulces, atentas y cariñosas, mientras para los niños se considera ‘normal’ que sean movidos, agresivos, que molesten”. La autora del libro ‘Ni princeses ni pirates, per educar nenes i nens en llibertat’ va más allá: “A los niños se les educa en el analfabetismo emocional. Todavía se dice lo de ‘No llores, es de niñas'”. Las emociones no deberían tener género, pero la expresividad de los afectos es aún cosa del antaño llamado sexo débil. Vamos mal.

Y así llegamos a la pubertad, las actitudes y la violencia machistas, la anorexia... “Ahora se habla mucho de educar a los adolescentes en la igualdad, pero ¡si hemos llegado tarde!”, avisa Solsona. Llevan años con la carga de género interiorizada. 

Las raíces del sexismo y la desigualdad se hunden en el patio del colegio. “Están todos los niños ocupando el espacio jugando al fútbol y las niñas, en los rincones, en la periferia. Aprenden ya la jerarquía superior de los hombres, que estos dominarán el espacio público mientras ellas estarán arrinconadas”, argumenta la experta. Lección iniciática sobre la vida pública y privada. 

¿Qué hacer? Impulsar la educación en igualdad desde la escuela infantil y la familia. “Hay colegios mixtos, pero no son coeducativos. Debemos analizar bien los juegos, los cuentos, los disfraces, las canciones... Romper los estereotipos y abrir el abanico de posibilidades. Los niños pueden ser pacíficos, cariñosos y vestirse de princesas”.

LOS NIÑOS CAMBIAN LOS CUENTOS

Sucede en el Casal Infantil Urgell del Centre Cultural Teresa Pàmies, donde la coeducación da sus frutos. “Hay un niño al que le gusta disfrazarse de princesa y el resto lo ve bien, con total normalidad, está integrado”, confía la pedagoga Alba López, coordinadora del centro. Explica que para los Reyes los regalos se distinguen por edades, no por género, y que en el espacio de juegos los menores recrean a su libre albedrío escenas cotidianas: planchar, cocinar, ir al mercado, al mecánico... 

Esta semana (el lunes y este jueves) han programado la actividad 'Canviem els contes'. Los pequeños deben reformular los clásicos, descabalgar los roles de 'La leyenda de Sant Jordi' y otras fantasías seculares. Un grupo opta por que la princesa sea la que, espada en mano, mate a la bestia. El otro expulsa a Sant Jordi del cuento y propone dos princesas y la amistad con el dragón. Los hombres no pintan nada en estas versiones. Hablamos con los menudos creadores. “Está bien que se expliquen historias diferentes, que el caballero le dé su espada a la princesa y sea ella la que mate al dragón. Siempre lo mismo aburren”, dice Jan-Biel, de 7 años. Sabia reflexión de otro crío: “El dragón va matando a la gente pero hasta que no se lleva a la hija del rey nadie hace nada”. A Julia, de 8 años, no le gusta llevar ni faldas ni vestidos. “Los encuentro muy femeninos, prefiero pantalones y camisetas”. Tiene claros los papeles en la ficción y en la realidad: “También puede haber princesas que rescaten al príncipe, que se valgan entre ellas y no necesiten ningún salvador”. Ella es el ejemplo: “Yo quiero ser policía para poder ayudar a la gente”.