TRAGEDIA FERROVIARIA EN SANTIAGO

¿Cuánta gente iba en el tren?

La policía busca el registro de pasajeros del interventor para cerrar el informe del siniestro

Traslado de la locomotora del Alvia siniestrado en A Grandeira.

Traslado de la locomotora del Alvia siniestrado en A Grandeira.

MAYKA NAVARRO
MADRID

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Trece días después de la mayor tragedia ferroviaria española de las últimas cuatro décadas, los investigadores siguen sin saber, a ciencia cierta, cuántos pasajeros viajaban en el tren que descarriló en la peligrosa curva de A Grandeira. Se sabe que 79 personas fallecieron y que otras 148 resultaron heridas. Cifras que suman un total de 227 pasajeros. Pero, ¿cuántas personas iban exactamente en el tren en el momento del accidente? Esta información solo la tenía anotada en su cuadernillo el interventor Antonio Martín Marugán, y sus notas no han aparecido. Hoy se buscarán, también para saber cuántos viajeros subieron al Alvia en la estación de Chamartín, en Madrid, y cuántos fueron bajando y subiendo en las diferentes estaciones.

Siete policías de la brigada judicial de la comisaría de policía de Santiago de Compostela se vestirán por la mañana el mono blanco que utilizan sus compañeros de la policía científica y se acercarán a las naves que la empresa Grúas Estación tiene en Padrón y donde se guardan los restos del tren. Sin prisas, con paciencia y grabando en vídeo toda la pesquisa, los policías revisarán los vagones buscando. El objetivo es intentar localizar esos apuntes del interventor para reconstruir en el atestado policial el movimiento de pasajeros durante ese trágico viaje. También esperan localizar el móvil del maquinista, José Francisco Garzón Amo, así como su tableta personal.

Ruta en el iPad

Como él mismo contó al juez Luis Aláez la tarde que le tomó declaración, el maquinista se había descargado de una página de Renfe el libro de órdenes y la ruta. Una documentación que también llevaba en papel, como es reglamentario, pero prefería consultarla en la pantalla de la tableta«con la lupa que permite ampliar el mapa».

Los investigadores esperan hallar además objetos personales que pudieron pasar desapercibidos tras la primera inspección. Joyas, móviles y documentación sospechan que pudieron quedar escondidos entre el amasijo.

Al atestado policial solo le quedan esos flecos. Los investigadores esperan poder tenerlo finalizado dentro de una semana, dos como máximo. Todavía no se tienen los resultados de la comisaría general de policía científica, que se llevó a Madrid una treintena de restos humanos para practicarles la prueba del ADN. Hay que determinar si son de nuevas víctimas no identificadas o son restos de heridos o fallecidos.

Mientras tanto, familiares de víctimas y supervivientes siguen acudiendo a la comisaría de Santiago a reconocer pertenencias y retirarlas. Pero todavía quedan un 15% de objetos que no han podido ser identificados y que los investigadores deberán gestionar con el juez qué se hace con ellos. Quedan por entregar muchos teléfonos móviles todavía, algún bolso de mano y maletas.

Nuevos testigos

En el juzgado de instrucción número 3 de Santiago siguen las actuaciones. El magistrado Luis Aláez interrogará en los próximos días en calidad de testigo al jefe de circulación de la estación de Santiago de Compostela, y a dos vecinos de Angrois que auxiliaron al maquinista y cuyos relatos aparecieron en el primer atestado policial. Estos vecinos contaron cómo Garzón se lamentaba en voz alta de haber circulado al doble de la velocidad permitida y, absolutamente abatido, decía que preferiría haber muerto en el accidente.

También pasarán por el juzgado los tres policías que estuvieron con el maquinista. Uno es el comisario Francisco Javier Gudiña, jefe de la brigada judicial de Coruña, que llegó al accidente apenas 10 minutos después. Esa noche, el comisario estaba en Santiago dirigiendo el dispositivo de seguridad de los fuegos artificiales con motivo de la fiesta del patrón, y fue de los primeros en llegar.

A él también le contó el maquinista, a pie de vía, que no se dio cuenta de que estaba llegando a la curva en la que debía entrar a 80 kilómetros por hora. Ante el juez y el fiscal Antonio Roma también declararán el vigilante de seguridad privada de la empresa Prosegur, Celso Castor, que estaba en el vagón dos, junto al interventor. Y un maquinista de Renfe que viajaba como pasajero en ese mismo vagón.