Los problemas de la educación

La crisis deja sin ocio educativo a los hijos de la clase media empobrecida

Protesta escolar a favor de las colonias, en el 2012.

Protesta escolar a favor de las colonias, en el 2012.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Lo que empezó siendo una medida de ahorro para muchas familias, un ajuste presupuestario de impacto relativo, ha acabado convirtiéndose en un fenómeno preocupante. La renuncia, por razones económicas, a las colonias, las actividades extraescolares y otras iniciativas de ocio educativo se ha acentuado de tal modo en los últimos años por culpa de la crisis «que está erosionando la equidad y la igualdad de oportunidades entre los niños». Lo dice el último informe elaborado por el Síndic de Greuges de Catalunya, presentado ayer al Parlament, en el que insta a la Cámara catalana a desplegar una normativa y a habilitar las ayudas públicas necesarias para garantizar el acceso de todos los niños a estas actividades.

El informe constata, por ejemplo, que la participación en actividades extraescolares (lo que incluye desde la práctica de algún deporte hasta las clases de idiomas, música, danza o bellas artes, siempre fuera del horario escolar) puede variar en hasta 30 puntos porcentuales según la clase social a la que pertenece la familia del niño. En conjunto, el 64% de los menores catalanes de 3 a 14 años (unos 600.000 niños) practican algún tipo de actividad extraescolar deportiva y el 39% (unos 350.000) participan en actividades extraescolares no deportivas.

La desigualdad afecta no solo a las familias con problemáticas sociales graves, sino también a la denominada nueva pobreza, la antigua clase media (venida a menos por la crisis), para la que, además, resulta difícil acceder a las pocas becas que se conceden actualmente.

RECORTES / Según explicó ayer el Síndic, Rafael Ribó, tras entregar su informe a la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, esta desigualdad se explica por los costes inasumibles que tienen algunas de estas actividades y por los recortes que vienen aplicando las administraciones competentes en materia de ocio educativo, desde el Ministerio de Educación y las conselleries de Ensenyament y de Benestar Social hasta la dirección general del Esport y la de Joventut, que han reducido notablemente sus aportaciones desde el 2010.

«En los últimos tiempos, muchas de estas actividades extraescolares, al igual que las colonias y casals que se realizan en el propio centro, las habían estado organizando las asociaciones de padres de alumnos, las ampas, pero desde que les han recortado las subvenciones, han tenido que abandonar en muchos casos esta función», lamentó Ribó. El informe destaca, sin embargo, que Benestar Social ha evitado que las medidas de austeridad «afectasen al acceso al ocio de los menores socialmente más desfavorecidos» y ha mantenido el gasto en centros abiertos y en ayudas a familias sin recursos.

También existen razones de carácter cultural que explican las diferencias, señaló Ribó. «Son cuestiones relacionadas con la distinta valoración que hace cada familia del uso del tiempo de ocio en función de su propio capital educativo», agregó. «Pero los déficits no se producen solo por motivos sociales, económicos o formativos, también los hay de carácter territorial», constató el Síndic, que considera estas actividades como una herramienta muy importante para la inclusión social.

«La educación en el ocio es un derecho recogido por la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia, porque, entre otras cosas, sirve para formar a los niños en valores que no se adquieren solo en la escuela», añadió Maria Jesús Larios, adjunta para la defensa de los derechos de los niños y los adolescentes en la oficina del Síndic. «Y, ahora mismo, lamentablemente, este es un derecho que en Catalunya no está garantizado», dijo.

El informe, que también denuncia desigualdades por razón de edad y de sexo, recomienda desplegar normativamente este derecho. «Bastaría con desplegar leyes ya en vigor como la ley de educación de Catalunya, que reconoce el ocio educativo, o acuerdos como el Pacto por la Infancia, aprobado por el mismo Parlament», sugirió Ribó.

Además de denunciar las desigualdades y la ausencia de una normativa que regule la igualdad de oportunidades para acceder a estas actividades, el Síndic pidió medidas que dinamicen y promocionen el ocio educativo y apoyen a las entidades que prestan estos servicios.