La seguridad ciudadana en Catalunya

La criminalidad desciende en pleno azote de la crisis

JOSEP SAURÍ / ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Los números cantan y, en palabras de Felip Puig, son «razonablemente satisfactorios». En efecto, al conseller de Interior se le vio satisfecho ayer al presentar el balance de los delitos y faltas registrados por las policías catalanas a lo largo del 2011, su primer ejercicio completo al frente del departamento. Y es que fueron unos 14.000 menos que en el año anterior, lo que supone un descenso del 2,6%. A pesar de la crisis económica y de «los retos colosales que tiene esta sociedad, como la gestión de la diversidad», subrayó Puig. «En unos momentos difíciles para el país, hemos logrado contener e incluso reducir las cifras de delitos», concluyó complacido.

Y no solo eso, sino que este descenso, que confirma y acelera la tendencia iniciada el año anterior, coincide con un aumento de las detenciones y del número de delitos resueltos. Por ello el conseller destacó con énfasis el «buen trabajo» de los Mossos d'Esquadra y su «buena cooperación» con las policías locales y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

CUESTIÓN DE TENDENCIA / La tasa de delitos y faltas en conjunto ha bajado en Catalunya más de 3,5 puntos en dos años, de 74 a 70,45 por cada mil habitantes, con un significativo descenso del 5% en la región metropolitana de Barcelona. Cayeron un 3% los delitos contra el patrimonio (el grueso de los que se producen), incluidos los robos a domicilios (casi un 1% menos), que el año anterior habían crecido un 17% y se habían convertido en una prioridad para la conselleria. Aunque esta bajada sea modesta, «lo importante es que se ha invertido la tendencia», sostuvo Puig.

Puestos a buscarle tres pies al gato, la pronunciada caída de los homicidios (casi un 20%) tiene un poquito de truco, puesto que las cifras del 2010 incluían los dos espeluznantes y afortunadamente inhabituales crímenes múltiples de Olot. Sin embargo, si estos no se hubieran tenido en cuenta la evolución sería igualmente a la baja, y lo cierto es que la tasa anual de homicidios en Catalunya (1,02 por cada 100.000 habitantes) se mantiene claramente por debajo de la española (1,26) y de la de Francia y el Reino Unido (1,4). Las agresiones sexuales también descendieron más de un 10%.

Los resultados de la lucha contra el crimen organizado son otro motivo de satisfacción para la cúpula de Interior. Más grupos desarticulados (10%), más detenciones (38%) y más encarcelamientos (30,65%). El director general de la Policía, Manuel Prat, destacó los progresos a la hora de frenar a las bandas más especializadas, mientras que lo que más prolifera son los ladrones «poco profesionales, que buscan la oportunidad de obtener dinero o bien materiales de fácil colocación en el mercado negro».

MERCADO NEGRO Los que sí han aumentado son algunos delitos que pueden considerarse propios de tiempos de crisis, como los tirones (28,5%), los hurtos (8,6%, aunque las faltas bajaron) y, sobre todo, los robos a empresas, que se dispararon con un crecimiento de más del 53%. Prat relacionó estos aumentos a la subida de los precios del oro y del cobre en el mercado negro, y a la presión policial sobre otros delitos, como los robos a domicilios: «Cuando aprietas en un sector, se van a otro».

También podría deducirse que la coyuntura nos hace más irritables, puesto que los delitos de lesiones (es decir, las peleas) aumentaron el año pasado un 5,3%. Puig quiso desvincular sin embargo este dato de sus reiteradas referencias al reto que suponen para la seguridad «las crecientes dificultades socioeconómicas», así como «la gestión de la diversidad en una sociedad tan abierta como la catalana». Para el conseller, este incremento se explica porque «la mayor proximidad a los ciudadanos» lograda por la policía catalana «favorece que la gente denuncie más que antes».

De hecho, aunque un aumento del 5,3% pueda ser significativo en términos de tendencia, al sociólogo Joan Subirats le parece «muy poco con todo lo que está pasando». Para este profesor de Políticas Públicas de la Universitat Autònoma de Barcelona, las cifras de delincuencia no solo «no dan ninguna señal de alarma», sino que muestran que la sociedad catalana «mantiene una serenidad sorprendente» cuando no faltan motivos para la desesperación. A juicio de Subirats, «en un contexto de paro, que castiga en especial a los jóvenes y mucho más a los extranjeros que a los autóctonos, y de falta de expectativas de empleo», la contención de los delitos revela «que las redes familiares funcionan y que las políticas sociales, a pesar de los recortes y el aumento de la demanda, aún consiguen cumplir con su cometido».

VIOLENCIA MACHISTA / Cara al futuro, estos números con más luces que sombras «muestran el camino», en palabras de Puig. Pero lo cierto es que en lo que va de año las cifras de homicidios en general y de violencia machista en particular han disparado todas las alarmas. «Llevamos un mes de enero muy malo», admitió el conseller en referencia a la violencia contra las mujeres.

Puig insistió en que «hay que introducir el riesgo policial como un elemento más de prevención» de la violencia machista, así como en la necesidad de «un cambio cultural y de valores». «Todavía no hemos ganado esta batalla», concluyó.