El año que nos espera

El Corte Catalán

La España de Rajoy seguirá la pauta de la Catalunya de Mas en la poda del bienestar

Protesta de médicos en huelga frente a la Conselleria de Salut. en noviembre.

Protesta de médicos en huelga frente a la Conselleria de Salut. en noviembre.

   LUIS MAURI / Barcelona

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Vendrán tiempos mejores que los de esta ruina económica, social y moral causada por la mayor estafa de la historia de la humanidad. Llegarán mejores momentos, sin duda, pero no será en el 2012.

Si el año recién terminado fue horrible (depauperación de gran parte de la población; millones de ciudadanos despojados de empleo, de vivienda, de ayudas sociales o de las tres cosas a la vez; severos recortes del Estado del bienestar; miedo y angustia social crecientes...), casi todos los indicadores y analistas apuntan a que este que ahora empieza aún puede ser peor.

La Generalitat de CiU estableció en el 2011 las pautas de la poda del sistema de bienestar social que seguirán este año el flamante Ejecutivo del PP y un buen número de autonomías, superado ya (a falta de Andalucía) el paralizante ciclo electoral. En este punto, como desde hace un año en Catalunya, la cuestión principal será comprobar si la drástica reducción de los presupuestos públicos resultará mitigada merced a una mejor gestión de los recursos o si directamente comportará una rebaja de la calidad de los servicios públicos. De nuevo como sucedió un año atrás en Catalunya, esta encrucijada coincide en España con el hundimiento electoral de la izquierda y el encumbramiento de la derecha.

Temores y exigencias

Algunos colectivos (homosexuales, defensores del derecho al aborto...) temen que el Gobierno de Mariano Rajoy se apresure a cercenar derechos sociales conseguidos o ampliados durante la etapa del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, como el matrimonio homosexual o la capacidad de las menores de 16 y 17 años de abortar sin consentimiento paterno. Otros (antiabortistas, obispos, católicos fundamentalistas...) le exigen precisamente que lo haga sin demora.

De momento, se puede afirmar sin riesgo de error que algunas cosas sí sucederán en el 2012. Primera, la ley que prohíbe el tabaco en todos los locales públicos no va a variar, a pesar de las esperanzas que la ambigüedad de Rajoy había hecho nacer entre fumadores y restauradores. Segunda, el urgente tajo de Rajoy a las ayudas a la dependencia: suspenderá, al menos durante un año, la concesión de la prestación a más de 165.000 dependientes moderados que estaban en espera. La inspiración catalana, una vez más: Artur Mas ya había pedido sin éxito a Zapatero que renunciara a extender la cobertura a los casos moderados de

dependencia.

Copago sanitario

No resulta descabellado pensar que otras comunidades autónomas, o directamente el Gobierno central, puedan seguir también la senda catalana en la implantación de algún tipo de copago sanitario, más o menos encubierto con artificios eufemísticos. Los catalanes empezarán a pagar en el 2012 un euro adicional por cada fármaco que les recete el médico de la sanidad pública. El proyecto del Gobierno de Mas pretendía que esa tasa fuera universal; es decir, igual para todos los usuarios. Pero con toda seguridad corregirá sobre la marcha: la oposición conseguirá forzar la exención de los ciudadanos con menos recursos o de los enfermos crónicos que tienen prescrito un consumo elevado de medicamentos.

Poco antes de terminar el 2011, el conseller de Salut, Boi Ruiz, quien accedió al cargo procedente de la jefatura de la patronal de la sanidad privada, causó un gran revuelo al proponer la obligatoriedad de que los ciudadanos de rentas medias o altas contratasen un seguro sanitario privado. A su juicio, esa fórmula permitiría un gran ahorro a la sanidad pública. Aún no habían transcurrido tres horas del anuncio cuando el Ejecutivo del que Ruiz es miembro e incluso la propia conselleria que él dirige se apresuraron a negar que la Generalitat estuviese considerando una iniciativa de tal calibre. «Son las cosas de Boi», repetían con indisimulada incomodidad los convergentes. Pues serán las cosas de Boi, pero un año atrás, cuando el entonces recién nombrado conseller planteó el establecimiento del copago sanitario, también todos los suyos le negaron, empezando por el president.

Con o sin obligatoriedad de mutualizarse, Catalunya seguirá este año en la vanguardia de los recortes sanitarios, pese a que hasta Mas admite que en este servicio las amputaciones «han tocado hueso». El presupuesto de Salut del 2012 prevé un adelgazamiento adicional del 4,5%. El Govern asegura que lo sustraerá de medicamentos y salarios; los médicos sostienen que se detraerá de una calidad asistencial «que ya está severamente

dañada».

El cauce de la indignación

La multiplicación del número de parados que agotarán las prestaciones públicas, los nuevos desempleados y el reguero de desahuciados hacen presagiar que el cauce de la indignación social, representada por el exitoso movimiento del 15-M, crecerá. Otra cosa es si los indignados, superada ya la internacionalización, avanzarán hacia formas de organización más efectivas o seguirán diluidos en el difuso magma asambleario.

Habrá más malas noticias este año, como un nuevo y previsible fiasco en la cumbre del cambio climático, que se celebrará en Catar, el país con más emisiones de efecto invernadero per cápita del mundo. Y también, aunque sea solo para que esta crónica no suene como una copla de Jorge Manrique, algunas buenas. El 2012 debería devolver la libertad a Óscar Sánchez, el lavacoches de Montgat preso por error en Italia. Si no median demoras, la conexión del AVE con Francia quedará terminada este año. Y los científicos quizá confirmarán o descartarán definitivamente la existencia del bosón de Higgs, la partícula de Dios. Y probablemente dilucidarán si los veloces neutrinos son capaces o no de enmendar a Einstein.