ALTERNATIVAS ENERGÉTICAS

El holandés rebelde

El gerente de la cooperativa Som Energia relata su proyecto de una sociedad con energía renovable en la que el consumidor escape del control férreo de las compañías suministradoras

El origen 8 Gijsbert Huijinkj conecta un cable con suministro de energía renovable a la toma eléctrica de un automóvil, en Vilademuls.

El origen 8 Gijsbert Huijinkj conecta un cable con suministro de energía renovable a la toma eléctrica de un automóvil, en Vilademuls.

TONI SUST / VILADEMULS

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Cuando Gijsbert Huijink, que hoy tiene 46 años, llegó a Banyoles, no era un ecologista que estuviera años abrigando el proyecto de crear un nuevo mundo sostenible en plena naturaleza. Huijink, economista, venía de vivir 12 años en Bucarest. Con su pareja, también holandesa, buscaba un lugar lejos de la gran ciudad. Miraron en Italia, Croacia, Grecia. Y una noche llegaron a Banyoles. Por la mañana vieron dónde estaban y se dijeron: «Este es el lugar». Todo fue por accidente. «Y por un poco de rebeldía», apostilla Huijink. Porque el problema era que donde él y su mujer decidieron hacerse la casa, sobre las ruinas de otra, en un paraje del núcleo de Ollers, en el municipio de Vilademuls, no había luz. «Si no, no hubiera instalado las placas fotovoltaicas». Con ellas fue tirando, pero tras cuatro o cinco días sin sol, tocaba echar mano del generador. El estruendoso generador.

La distribuidora de la zona le pedía 80.000 euros por la instalación necesaria para acceder a la electricidad y a él le pareció un despropósito. Después bajaron a 40.000 euros. Al final pagó entre 2.000 y 3.000. Ya tenía conexión y se disponía a vender la electricidad de sus placas. Entonces descubrió que no había cooperativas que se dedicasen a ello. Y eso acabó llevando a la creación, el 2010, de la cooperativa sin ánimo de lucro Som Energia. Empezó con 150 socios y 100 contratos.

Som Energia es un proyecto ambicioso que representa una alternativa a la situación del mercado energético. Sus miembros hacen una apuesta por un futuro sostenible, centrado en el uso de energía verde, de fuentes renovables. «¿Dónde queremos estar en 20 o 30 años?», se pregunta Huijink, que ha constatado, como tantos, que los ciclos suelen ser de cuatro años: los políticos miran hasta el fin del mandato.

Hoy Som Energia tiene 20.000 socios, de los que un 58% están en Catalunya y el 42% restante, en el resto de España, y gestiona 26.000 contratos (los socios pueden tener más de un contrato). La cooperativa comercializa y produce energía verde. Por ahora, produce entre el 4% y el 5% de lo que comercializa, que lleva aparejado un certificado de garantía de origen de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que avala que la energía que consumen los socios de Som Energia ha sido generada por alguna instalación productora de energía renovable.

Aunque la distribuidora produce desde el 2012, vivirá a final de año un salto en este campo. Entonces empezará a funcionar una planta fotovoltaica creada con la inversión de los socios (el mínimo es de 100 euros y lo máximo depende de cuánto se consume, y se prevé un retorno de lo aportado en 25 años) en Alcolea del Río (Sevilla). Con 8.160 placas, habrá una producción anual equivalente a la energía que consumen cada año 1.300 socios (llega a todos a través de la factura mensual, a precio de coste; los electrones llegan al consumidor más cercano, físicamente no son distinguibles).

Cambio de modelo

Aunque a la larga el sistema puede suponer un ahorro al consumidor, esa no es la meta: «Se trata de pensar un mundo sin combustibles fósiles y en el que el consumidor no quede en manos de las empresas». Desde que se extinguieron las ayudas del Gobierno a las energías renovables el sector clama contra esa decisión. Para Huijink, la planificación general responde al ánimo de controlar al cliente. «No es comprensible que en España no haya regulación de autoconsumo». Lo que peor le parece es que un 40% de la factura sea fija y el variable restante, más barato: «Es para frenar el autoconsumo y la eficiencia energética». Contra eso lucha Som Energia. «Es una apuesta de futuro», insiste Huijink.