Lo contrario del AVE

Una pasajera del Tren dels Llacs observa el paisaje.

Una pasajera del Tren dels Llacs observa el paisaje.

EVA VISA / LLEIDA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Viajar por viajar es para muchos un placer. Y si se hace en un tren de época aún más. Este medio de transporte, que cuenta con muchos incondicionales, tiene sus propios códigos: el camino se disfruta a veces más que el destino. Revivir los viajes de antaño se convierte en toda una aventura.

En Catalunya y en el sur de Francia hay algunas líneas de ferrocarril que han sido rescatadas del olvido para transportar a los viajeros a otras épocas mientras se disfruta del paisaje con calma. Esto aún es posible gracias al Tren dels Llacs de Lleida, al Train Jaune (Tren Amarillo) de la Cerdanya francesa o al Tren del Ciment del Berguedà.

Para los que quieran vivir una experiencia todavía más exclusiva existe un tren Talgo, modelo que fue la joya de la corona de la industria ferroviaria estatal, que ofrecerá este año viajes históricos a la carta. Se trata de un convoy que estuvo en servicio entre 1969 y el 2010, y que fue el primero en cruzar la frontera francesa sin necesidad de cambiar de tren.

La Asociación de Amigos del Ferrocarril Quinta Zona de Badalona organizó el pasado octubre el trayecto Barcelona-Portbou y en marzo volvió a salir desde la capital condal con destino a Puigcerdà, un itinerario que repetirá el próximo sábado 9 de mayo. «Este proyecto es la ilusión que llevamos persiguiendo hace muchos años», afirma el presidente de esta agrupación dedicada a la reparación, restauración y mantenimiento de material histórico ferroviario, Santiago Gómez, hijo y nieto de ferroviarios.

Su compañero, David Rodríguez, también lleva en la sangre la pasión por los trenes. «Mi primera palabra no fue mamá ni papá ni tampoco agua. Fue tren», asegura orgulloso. Él es uno de los 15 miembros de esta asociación y su pasión por viajar en trenes históricos es insaciable. Afirma que cuando se monta en uno de ellos percibe enseguida sus olores característicos, algo que pasa por alto a la mayoría de los pasajeros. «Por ejemplo, cuando el tren frena o los aceites que se utilizan para facilitar el movimiento de fricción del tren», asegura Rodríguez, quien se queja de que en España hay «poca cultura ferroviaria» y también «falta de sensibilidad» para la preservación del material histórico.

COMPATIBILIZAR / El Talgo restaurado forma parte de los fondos del Museu del Ferrocarril, con sede en Vilanova i la Geltrú. Su presidenta, Pilar García, asegura que los trenes turísticos son un producto muy atractivo para la ciudadanía y que funcionan muy bien en Catalunya, en especial en las líneas de poco tráfico. «El principal problema es compatibilizar su explotación con los horarios de los trenes convencionales», señala.

Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) gestiona actualmente el Tren del Ciment y el Tren dels Llacs. El primero va desde La Pobla de Lillet hasta Castellar de n'Hug (Berguedà) y el segundo es un convoy histórico que conecta Lleida con La Pobla de Segur, después de bordear cuatro lagos.

Al otro lado de la frontera, en la Catalunya Nord, el Train Jaune es un emblemático tren de montaña que une Villefranche-de-Conflent con Latour-de-Carol. Es uno de los principales atractivos turísticos de la zona pero la amenaza de cierre se cierne sobre él después de que los sindicatos ferroviarios denunciaran a principios de año que su futuro está en peligro si no se invierte. En los últimos diez años, ha perdido 250.000 usuarios.

Todas estas iniciativas suponen una fuente de recursos económicos para el territorio. El vicepresidente del Patronato de Turismo de la Diputació de Lleida, Gerard Sabarich, afirma: «El Tren dels Llacs es un producto consolidado que ha encajado muy bien en la zona Tiene impacto directo en las comarcas del Segrià, La Noguera y el Pallars Jussà». La oficina de turismo de La Pobla de Segur calcula que cada pasajero gasta 50 euros de media en comercios de la población, por lo que el impacto directo es de unos 350.000 euros por temporada. En el Berguedà, el turismo representa un 7% de su economía. El alcalde de Castellar de n'Hug, Salvador Juncà, remarca que el tren es «el motor» de la población.