EL LLAMAMIENTO DE UN RESISTENTE HISTÓRICO

Contra un mundo injusto

Optimismo 8Stéphane Hessel, ayer durante la presentación.

Optimismo 8Stéphane Hessel, ayer durante la presentación.

CATALINA GAYÀ

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«El muro del capitalismo puede caer como lo hizo el de Berlín». Stéphane Hessel dio ayer una lección de elocuencia y energía a un público entregado que acudió al Instituto Francés de Barcelona a la presentación de su libro ¡Indignaos!

Si se hace una simple lectura del librito, es verdad, como dicen sus detractores, que Hessel no propone soluciones y que lo que explica tampoco es nuevo. Pero también es verdad que el libro, que nació en una pequeña editorial francesa, ya ha vendido 1.700.000 ejemplares en Francia; se ha editado en 30 países, y que su presentación reunió ayer a un público intergeneracional que asentía o se enfadaba cada vez que el último redactor vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos describía el mundo actual como un lugar en el que cada vez hay más pobreza, hay más recortes sociales y, además, la ecología y la sostenibilidad -más que necesidades- son dramas.

Lo decía Hessel y él tiene 93 años. Enviaba también un mensaje optimista: esto se puede cambiar. «Comprometeos, indignaos. Buscad formas de militancia y resistencia pacífica, recuperad la confianza en los partidos y buscad en Internet las organizaciones que defienden los derechos humanos. Con un click podemos contactar con gente que comparte la misma indignación. No estamos solos».

La suya era, además, una lección de historia. El anciano que ayer hablaba como joven nació en Berlín en 1917, vivió la segunda guerra mundial (con un destacado papel en la Resistencia francesa), pasó por tres campos de concentración y burló a la muerte apropiándose de la identidad de otro preso. Tras la guerra, fue diplomático y formó parte, en 1948, del equipo redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es decir, es historia y ha construido la historia del siglo XX. En el siglo XXI, su granito de arena es recordar, como hacen los abuelos, que algo anda mal en el mundo y, sobre todo, que esto puede cambiar. Ellos lo hicieron.

Su discurso no es muy diferente al de los nonagenarios que defendieron la República española. Ellos han vivido otro sistema político, más allá de la dictadura, en el caso de España, o del capitalismo salvaje actual. Ayer a Hessel lo escuchaban muchos jóvenes. Nacieron, como escribe Tony Judt en Algo va mal, en un sistema social «obsesionado por la creación de riqueza, el culto a la privatización» y que parece «natural».

Hessel animaba a los que lean su libro a darse una vuelta por la librería para buscar soluciones. Estaba en lo cierto. En una librería del centro de Barcelona hay varios estantes de libros que narran otras formas de organización, de decrecimiento, de sostenibilidad. Se mezclan con los que analizan el mundo actual: precariedad laboral, incertidumbre, ambivalencia de valores, la sociedad riesgo, economistas aterrados. Tony Judt, entre ellos.

Hessel acababa de hablar al norte de Barcelona. El camino del centro al norte supone atravesar varios barrios y esto lleva a recordar qué pasa en la calle. El lunes, en Gràcia, un centenar de jóvenes se manifestaba a favor de un centro cultural autogestionado. En Sants, el proyecto de barrio cooperativo plantea otras formas de trabajo, de consumo. En la Barceloneta, los vecinos salían a la calle el sábado a golpe de cacerola para exigir un barrio de vecinos. «La gente está indignada -dice Ada Colau, de la Plataforma Afectados por la Hipoteca-. Si no sale a la calle, es porque no ve otros modelos posibles. ¿Habrá movilizaciones? «Las hay: en la red y en barrios», asegura Gala Pin, activista de la Barceloneta. ¿Pueden salir a la calle? «Cualquier día miles de personas que construyen alternativas a nivel local pueden ocupar la calle», apunta Colau.

La izquierda se ha abrazado al sistema neoliberal. Aun así, hay un tejido que construye alternativas y cada vez hay más interés por cooperativas, consumo responsable, banca ética»

Regreso al Instituto Francés. Un joven que acaba de escuchar a Hessel cuenta que no milita. Nació en 1987, estudia y, dice, puede ser un parado más. Leerá el libro, dice. Luego, buscará opciones en internet.