RETRATO DE UN ABUSADOR

Confesiones de un cura pederasta

Sale a la luz el diario sexual de un franciscano de California acusado de abuso de menores que escribió por encargo de su terapeuta

Cura pederasta 8 Van Hendel, en 1994.

Cura pederasta 8 Van Hendel, en 1994.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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A la«más guapa»de todas sus víctimas, un niño«rubio y de piel morena» de 7 años, se lo llevó un día a la torre del campanario y lo hizo posar medio desnudo frente a las ventanas cubiertas con barrotes.«Le hice unas fotos atado con una cuerda gruesa. Fue como si pudiera hacer con él lo que quisiera». Quien escribe estas líneas con la lascivia de un enfermo y la frialdad de un sádico es Robert van Hendel, un cura franciscano de 65 años con un notorio currículo de abusos a menores. Hace dos décadas escribió su historia, que acaba de hacer pública Associated Press.

Van Hendel colgó la sotana hace varios años tras ser acusado por un tribunal californiano de molestar a 17 menores. Entre ellos, su sobrino de 5 años, pero también varios de los niños del coro que dirigía o de los alumnos del seminario donde daba clases. Nada extraordinario a estas alturas. Lo que es menos normal es que hayan salido a la luz las confesiones de su«diario sexual»,un documento de 27 páginas que escribió por encargo de su terapeuta. El relato aporta una ventana a la psicología de un individuo que sufrió en el seminario abusos semejantes a los que después acabaría cometiendo con fruición y ocasionales arrebatos de culpa.

Pantalones cortos

Su«juego» predilecto comenzaba siempre pidiendo a los niños que se quitaran los calzoncillos para ponerles en su lugar unos pantalones cortos que le permitían acariciarles más fácilmente. Para manosearles, jugaba a hacerles cosquillas o les daba masajes durante los ensayos individuales en el coro. En un viaje a Europa con el coro, fotografió a sus víctimas desnudas en la ducha. Y con los adolescentes del seminario, aprovechaba las noches para tocarles los genitales mientras dormían.«Está claro que el coro satisfizo mis sueños más dulces. Ahora entiendo que fue porque me proporcionaba un flujo constante de niños atractivos», escribió.

La revelación de la historia de Van Hendel es fruto de una larga batalla judicial. Hace seis años los franciscanos llegaron a un acuerdo extrajudicial para compensar con 25 millones de dólares a las víctimas de los abusos cometidos por 25 de sus clérigos, pero la orden se negó a hacer públicos sus archivos internos. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo de California, que la semana pasada acabó fallando en contra de los religiosos y haciendo públicas más de 4.000 páginas de documentos, entre ellas, el relato de Van Hendel.

Un relato que comienza con una infancia solitaria en el seno de una familia gobernada por un padre autoritario que, a los 13 años, le hizo leer un libro sobre educación sexual que aparentemente le dejó horrorizado. El niño reprimido escapó de la familia enrolándose en el seminario, donde fue manoseado por un cura mientras yacía en la enfermería.«Aunque no creo que fuera crucial en mi vida, es curioso que acabara haciendo casi exactamente lo mismo 10 o 15 años después», escribió.

No fue hasta 1983, tras leer un artículo sobre un cura arrestado por abusos sexuales, cuando se dio cuenta de que su comportamiento podía llevarle a la cárcel. Nunca la pisó, pero sí se ha cumplido su peor pesadilla, según le confeso a su psicólogo: la publicación de su historia sexual.