Con los días contados

Movilización de apoyo a Teresa Romero, en Madrid.

Movilización de apoyo a Teresa Romero, en Madrid.

GEMMA ROBLES / MADRID

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Eentre los dirigentes del PP se ha instalado estos días la idea de que la crisis del ébola ha podido con la ministra de SanidadAna Mato. Y de que aguantará la presión que lleva sobre sus hombros mientras la situación siga siendo grave, pero que terminará por «tirar la toalla» o por alcanzar un acuerdo con el presidente para cambiar de cargo «como mucho en unos meses». Esas son las dos hipótesis más extendidas entre los populares, que subrayan que la situación por la que atraviesa Mato «es obvia hasta en su rostro» y, sin demasiadas dudas, se inclinan por pensar que Mariano Rajoy no hará salir «por las malas» a Mato de su equipo, dada la relación que durante años han mantenido ambos como veteranos del partido.

Lo cierto es que desde que salió a la luz que la sanitaria Teresa Romero se había infectado de ébola, y comenzaron a lloverle críticas a Mato por su gestión del caso, el presidente ha hecho encaje de bolillos mediático para evitar darle apoyo de forma explícita, aunque tampoco ha cuestionado su labor públicamente. Eso sí, la arrinconó la semana pasada con la decisión de colocar al frente de una comisión especial sobre la peligrosa enfermedad a Soraya Saénz de Santamaría (persona de su máxima confianza) y convertir a la titular de Sanidad en un miembro más del nutrido gabinete de crisis.

'ESCÁNDALO CONFETI'

La noche del pasado viernes, desde Almería, Rajoy aprovechó un mitin para lanzar una enigmática frase a sus compañeros de partido: «El PP no dejará solo a quien esté al pie del cañón». Las vinculaciones con la situación de Mato fueron inevitables. Pero las interpretaciones que se hicieron sobre la frase fueron distintas. Hubo para todos los gustos. Ese mismo viernes, se había preguntado a Santamaría en Moncloa por su compañera de consejo de ministros. La vicepresidenta se limitó a responder que estaba volcada en su trabajo ante la crisis del ébola, sin más. La soledad de Mato se había hecho evidente dos días antes, el miércoles, en un Congreso donde ningún ministro encontró tiempo para arropar unos minutos con su presencia a la titular de Sanidad, que ese día estuvo escuchando críticas de la oposición por su labor, de forma intermitente, durante diez horas. La única que se mojó un poco más en su defensa fue la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, quien admitió «defectos en la comunicación» durante la gestión de la crisis, pero añadiendo que «de ahí a la dimisión hay una distancia muy larga».

Mato está en la cuerda floja. También lo estuvo a principios del 2013 por otros motivos: entonces un informe de la UDEF apuntaba que la familia de la ministra se había beneficiado de los favores de la trama Gürtel. Saltó a los titulares de los periódicos el escándalo del confeti y las informaciones sobre supuestas fiestas de cumpleaños costeadas por una red de corruptos. Mato negó relación con los hechos y desde su entorno se apuntó a su exmarido, el también popular Jesús Sepúlveda (imputado en el caso Gürtel) como posible responsable de lo sucedido.

MADRID ESPERA TURNO  

Fueron aquellos días duros para la titular de Sanidad, que se escondió cuanto pudo de la prensa y se fue una tarde a la Moncloa a ver a Rajoy para comentar la difícil situación por la que atravesaba a raíz de la difusión del citado informe policial. En esa reunión ya puso su cargo a disposición del presidente. Él le pidió que continuara y le ofreció respaldo. «Mantengo la plena confianza en la ministra porque mi obligación es ser justo», llegó a decir ante la prensa Rajoy, el 8 de febrero del pasado año, desde Bruselas. Y por si había dudas, la vicepresidenta del Gobierno, ese mismo día, confirmó que Mato no iba «a dimitir». En estos días, con la crisis del ébola sobre la mesa, no se han oído ni de Rajoy ni de Santamaría afirmaciones tan contundentes como las de antaño.

Pero Mato no es la única que parece tener los días contados en su cargo de Sanidad a raíz de la crisis del ébola: en la Comunidad de Madrid se da por hecho que el presidente, Ignacio González, se deshará más temprano que tarde de su polémico consejero del ramo, Javier Rodríguez, quien osó sugerir entre otras cosas que Romero, la infectada por ébola, pudo «mentir» a las autoridades y no informar a tiempo de sus contagio. El presidente madrileño podría estar esperando a que remitiera la crisis sanitaria para acometer la crisis de gobierno. En Moncloa verían este cese con buenos ojos.

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