SEIS DÉCADAS DE COMPROMISO SOCIAL EN LA INDIA

Fe y compromiso de Federico Sopeña, jesuita en Bombay desde hace 64 años

Hace 64 años, la Compañía de Jesús lo envió a las misiones a la India a evangelizar y acabó él evangelizado. La letra de las escrituras cobró vida ante él al conocer la espiritualidad del pueblo indio. La vida de este joven perteneciente a una familia de clase media de Barcelona cambió de raíz cuando con 23 años la compañía de los jesuitas le envió a la India. Desde entonces ha trabajado no solo para los más pobres sino con ellos. Vivendo con ellos. En el poblado de los Adivasi, los aborígenes de la India, y en las barracas de Bombay. Este es su testimonio.

Federico Sopeña, rodeado de sus antiguos vecinos, muy cerca de la casa donde vivía, un barrio de barracas de Bombay recientemente dignificado.

Federico Sopeña, rodeado de sus antiguos vecinos, muy cerca de la casa donde vivía, un barrio de barracas de Bombay recientemente dignificado. / periodico

FIDEL MASREAL / Bombay

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-¿Por qué vino a la India, hace ya 64 años?

-En primer lugar porque me mandaron y soy jesuita, y la obediencia es muy importante. Pero desde mis años de colegio tuve una atención especial hacia la India. En las clases de cultura, en la historia de las culturas, el padre Ruiz Amado me explicaba la literatura, las grandes épicas de la India, y también jesuitas jóvenes en el colegio del sagrado corazón de Caspe que hablaban de sus compañeros en la India y de aquí salió mi intención de ser jesuita y pedir irme, como se decía en aquel tiempo, a las misiones. Y aquí vine, en 1949.

-¿Vino a evangelizar a los indios?

-En el curso de mis años mi respuesta ha cambiado. Creo que veníamos con la idea de hablar de Jesús, de Cristo como unificador de la humanidad, pero en vez de evangelizar a ellos, ellos los indios me han evangelizado a mi.

-¿En qué sentido?

-Yo creo que soy, con perdón, mejor cristiano ahora que hace 50 años, que hace 64 años, porque he aprendido aquí muchos valores evangélicos y comunes a casi toda la humanidad. Lo he aprendido y vivido más a fondo y más realmente que antes.

-¿Qué valores ha aprendido?

-El amor. Amar a la naturaleza, amar los árboles, las flores, la hierba, estos enormes árboles cuyas raíces bajan de arriba abajo. Y el amor entre el pobre, entre enemigos. ¿Te cuento una historia? En una aldea Adivasi -los Adivasi son los aborígenes de la India, son 82 millones de indios- dos individuos se embriagaron y uno, el mayor, otro más jóven recien casado. El más joven tenía más fuerza, encontró una barra de hierro y le dio con la barra en la cabeza y ese señor murió. Fui a esta aldea diez días después y aquel día celebraban lo que llaman un banquete a todo el pueblo, a los diez días de la muerte se tiene este oficio como funeral. Y a la cabeza del pueblo estaban las dos mujeres: una, la viuda, y la otra la mujer del asesino. ¡Y las dos estaban comiendo del mismo plato y conversando! "Y perdona nuetras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros enemigos"...

-¿Ha visto el Evangelio cobrar vida?

-Exactamente. Otro ejemplo: la estrella de Hollywood que describe su casa, con dos habitaciones para los zapatos y coches y motocicletas de última moda y acaba diciendo: ahora lo tenemos todo. Y lo que me impresionó es que en la habitación matrimonial la cama gira según las horas del sol para no perderse la salida del sol. A los pocos días visité una aldea Adivasi, y el señor me dijo "le voy a enseñar mi nueva casa". Era una sola habitación, donde se cocina, entran los animales, las cabran por la noche, las gallinas, por la noche se estiende unas esterillas sobre las que se duerme, se come, se hace vida de familia y como armario tenían una caña de bambú de pared a pared y allí colgaban sus prendas. Y el señor me dijo exactamente lo mismo que la estrella de cine: ahora lo tenemos todo.

-¿Moraleja?

-No hay moraleja, está en el corazón. La lección es la de Horacio, que estudié en mis tiempos jóvenes: "contentus vivere parvo". Estar satisfecho viviendo sobriamente. Esto es desarrollo humano: vivir sobriamente de tal manera que haya para todos, de tal manera que haya para todo el mundo, la riqueza del mundo repartida. Pero nos toca menos a todos. A los que tenemos más, contentarnos con menos para que otros puedan tener algo más.

-¿Cómo convive con un país con tantas desigualdades?

-Muy mal. Vivo con nostalgia. Cuando veo los grandes palacios que se ven en la India y las grandes riquezas, y los comercios de diamantes. Bombay es una de las cuatro ciudades con más diamantes de sangre... Esto me impacta muchísimo pero por otra parte me impacta aún más en sentido opuesto la aceptación de la gente. Yo creo que en la cultura india existe en el corazón de cada indio el karma. A estas personas les ha tocado ahora vivir con más riqueza, a mi con más pobreza, lo acepto. Lo cual no significa que me parezca justo.

-¿Hasta qué punto corremos el riesgo de convertir esta mentalidad en aceptación de la injusticia?

-Entonces, ¿para qué luchamos? Como dice la Escritura, la vida sobre la tierra es lucha, en el libro de Job. Para eso yo creo que cualquier persona que toma una responsabilidad social...en la India son 17 lenguas oficiales y millares de dialécticos, los chicos hacen el "pledge", se ponen la mano en el pecho y dicen: "Todos los indios son mis hermanos y hermanas, tendré especial respeto hacia los ancianos...como yo...", etc. ¿Por qué vives en un barrio de barracas o en un colegio universitario? para que haya más igualdad en la educación, y que los que no la tienen la puedan adquirir. Lo mismo con la justicia. Hay personas que viven bien pero muchísimas, más de dos terceras partes que viven en suma pobreza. Con hambre, con poca salud. Son analfabetos. Meterse en todo este embrollo da fuerzas, inspira mucho a mojarse.

-¿Cómo se mojan ustedes, en el día a día?

-En los distritos, fuera de las ciudades, la primera necesidad es llenar el estómago. Hambre. Por lo tanto, tarjetas de racionamiento sobre las cuales puedes adquirir los alimentos básicos a un precio más acomodado. Luego, salud. Médicos a pie descalzo. Propagar la enseñanza sobre la salud: hierbas, plantas, árboles medicinales, que esto llegue al alcance de la gente. Luego insistencia sobre derechos humanos, derechos fundamentales, derechos cívicos como el derecho a la información, el derecho al trabajo. Luego agrupaciones de personas, de hombres, de mujeres, de jóvenes, también en vistas a un lucro módico para que puedan solicitar préstamos a bancos. Y luego movilización de estas personas para obtener precisamente sus derechos, donde no hay escuelas que las haya, donde no hay acceso a la salud, que lo haya. Si lees a San Marcos, ves que el programa de Jesús era esto: curar enfermos, resucitar muertos, es decir. Es muerta la persona que no tiene acceso a la comida, la que no tiene acceso a la educación, es muerta aquella persona que no puede comer bien, que está enferma física o psíquicamente, o la que vive a medias. La vida en abundancia es nuestra finalidad.

-Lo que me está diciendo no es caridad, es caridad pero también justicia.

-La caridad tiene un aspecto negativo. No es el progreso. La caridad se supone que va encaminada al acceso de los medios para sobrevivir, le das cien rúpias a una persona para que pueda comer. Es necesaria, en este sentido, en casos extremos, pero no puede ser la base del desarrollo de la persona. La persona desarrollada, puesta en pie, puede mirar hacia arriba y decir con cierto orgullo: soy una persona humana, soy hombre, soy mujer, soy niño y me podré ganar la vida y puedo funcionar como ciudadano, como hijo de Dios. Yo creo que el trabajador social está desde luego reñido con la caridad. No la excluyo pero la dejo como un caso extraordinario: un señor que se muere de hambre ahora, hoy, pues dale algo para que coma. Luego veremos como se puede arreglar su situación. Pero la caridad como medio de desarrollo, muy mal.

-¿Por qué hemos de ayudar a la India cuando aquí hay gente tan rica que deberían ser ellos quienes ayudaran?, me dijo un conocido...

-Estoy de acuerdo. La India tiene fondos más que suficientes para que todo el país pueda vivir razonablemente bien. La India tiene un estatus de comida, de grano, de muchas materias, exporta muchísimo. Pero hay que tener en cuenta la organización civil religiosa, y las creencias de la India. Tienes el sistema de castas que hace más difícil todo. Todas las industrias tienen que dar parte de su producción a temas sociales, de desarrollo. Pero aparte tienes el sistema de castas, que aisla las castas como casillas, cada una dividida en multitud de subcastas, y la relación entre castas no es fácil. Por tanto, existe como transfondo de todo esto, la idea del karma: esta persona ha nacido así. Si lees el Evangelio, los discípulos de Jesús le preguntan, al ver un hombre ciego: ¿Quién ha pecado, él o sus padres? Jesús les contesta: no ha pecado nadie, ni sus padres, la razón de que sea ciego será una enfermedad o lo que sea.

-¿Es difícil romper estas casillas, respecto por ejemplo a los intocables?

-Hay más de 220 millones de intocables, que hacen lo que nadie quiere hacer, son ocupaciones que "ensucian" y hay que purificarse tras haber tenido contacto con ellos.

-¿Usted se purifica tras estar con ellos?

-(ríe) No. Hay muchos obispos y jesuitas que son intocables, he tenido superiores de comunidad también intocables. Nosotros vamos por otro lado. En el matrimonio, y creo que es razonable, se busca la igualdad de las personas, una misma educación, cultura, trasfondo social, etc.

-¿Como animaría a los catalanes a colaborar?

-Si tuvieras tiempo, te hubiera llevado fuera de Bombay, para ver cómo funcionan las oenegés aquí. Me he encontrado con personas que te dan dinero y yo les digo: no me lo des, déjame hablar primero y explicarte cómo trabajamos aquí. Y si te gusta te agradecemos tu ayuda, y si no te interesa o no tienes tiempo, muy bien. Yo lo que diría es informaos, informaos, de lo que hacen estas organizaciones y tomaros la molestia de leer una o dos páginas que os puedan enviar.

-Póngame un ejemplo de cómo mejoran las personas con su aportación.

-Muchísimos. Yo he vivido con ellos. Hace 25 años las estadísticas nos muestran que entre los Adivasis Kathkari, que es una tribu primitiva, el promedio analfabetismo era del 80%. Hoy ya hay una masa de jóvenes, de niñas y niños, chicas jóvenes, varios miles, que han estudiado o están estudiando. Ya están preparados para emprender un pequeño negocio, para entrar en una oficina, para entrar en cualquier profesión. Esto lo he visto yo.

-El Govern ha reducido un 70% la ayuda a la cooperación, aduciendo que hay que priorizar la pobreza en Catalunya y la crisis. ¿Qué le parece?

-Como se dice en inglés 'charity begins at home'. Primero comienza por tu país, pero no te olvides de otros países más grandes, con mayores problemas. Entiendo que Catalunya haya reducido la ayuda a países pobres porque hay un gran problema en Catalunya y en España. Pero creo que sería contraproducente si Catalunya se negara a salir fuera y ayudar a otros países en condiciones peores de las peores que hay en Catalunya. Hace 20 años habría un gran barrio depauperado, ahora son casas rehabilitadas por el Gobierno, pequeños pisitos con una sola pieza, un pequeño baño y cocinal. ¡y aguua corriente, y electricidad! Que para ellos es un lujo.

-¿Cómo ha evolucionado su espiritualidad en estos 64 años en la India?

-Ha sido un proceso de cambio. Ya decía Heráclito que todo fluye. He tenido periodos de subida, periodos de descenso pero en general creo que ha sido una línea ascendente. Me ayudó muchísimo llegar como joven jesuita, dediqué tres años para completar mis estudios. Primero, el contacto con muchos jesuitas compañeros, indios. Segundo, al mismo tiempo estudiamos a la facultad de Filosofía para estudiar filosofía tradicional india. El tutor que teníamos, un español que llevaba ya 40 años en la India nos hizo leer historia de la India, de arte indio, de las religiones en la India, de los conatos con base religiosa de los siglos XVII y XVIII, la India moderna. Fueron seis meses de un cambio profundo. Cuando llegué creí que era más higiénico comer con cuchara y tenedor y un amigo jesuita, que llevaba un año en la India, me hizo ver que no, que era parte de su cultura es comer con las manos y que la mayoría de la humanidad come con los dedos. Luego los años de ayuda a estudiantes jesuitas indios fueron casi diez años. Aprendí del alma contemplativa india, que rehúsa quedarse en lo tradicional y aspira a lo moderno. Luego los años en contacto con multitud de gentes con esta región, los barrios de barracas, los 'slums', que es gente que tendrá un televisor pero no le llega más, solo para divertirse un poco. Pocas comodidades en su casa. Estuve unos siete años en un barrio de barracas donde no había agua corriente, la electricidad fallaba. Y estaba rodeado de hindús, algunos musulmanes, una o dos familias parsis, sijs también. Conviviendo. Pasaba por delante de sus casas por pasillos. Y hablábamos de la falta de agua, de electricidad, de transporte, etc. Me introdujo en el corazón de la clase pobre o la clase media-baja de la India y allí reflexioné mucho sobre lo que había aprendido. Hasta hoy día tengo amigos de aquellos sitios.

-¿Qué aprendió espiritualmente de esa convivencia?

-Luego vinieron unos doce o trece años entre los Adivasi. Y más de una vez he pensado: "¿Y por qué no soy Adivasi?"... De vez en cuando se ha discutido en nuestra comunidad de jesuitas que solo tenemos plátanos para postre, y se ha dicho de tener algo más. Y les he dicho más de una vez a todos: aquí aspiramos a tener dos clases de fruta para postre, y alrededor nuestro la gente no come ni un plátano, que es la fruta más barata. El día de fiesta tal vez coman plátano, lo partirán entre dos para poder comer. Aprendí esto: a apreciar lo esencial para vivir, dar gracias a Dios y a la naturaleza y a los que han contribuido a producir estos productos necesarios para la vida. Y he aprendido a callarme cuando me duele algo. Me llevarán al hospital y estaré bien, confortable. La gente no puede ni acudir al hospital o ha de pasar mucho tiempo. He aprendido a apreciar lo poco que tenemos, lo esencial para la vida. Y luego, he aprendido mucha solidaridad. Ser solidario con la gente y casi preguntarme muchas veces: ¿Por qué yo no he nacido en un slum, en un barrio de barracas? Porque un señor se enamoró de una señora en Barcelona, en clase media. Por esto siento un disgusto interior cuando veo estas grandes casas y palaacios y los supermercados. No me gustar porque esto quiere decir abundancia en A, que es carencia en B. Cuanto más rico sea yo, más pobre será mi vecino, cuanto más pastel coma, menos comerá mi vecino. Y solo hay un pastel. Y la riqueza es limitada, el oro es limitado.

-Su discurso es prácticamente marxista...

-Bienvenido. Yo no soy marxista, me he leído el Evangelio y creo que lo vivo más auténticamente que antes. Dice que si tienes dos camisas da una a quien no tiene, si tienes dos pantalones, da uno a quien no tiene. Si tienes dos pares de zapatos, da un par a quien solo tiene uno. Y si no lo das, que te lo cojan.

-Es usted un revolucionario...

-No iré con pistola amenazando a nadie, pero sí hablando. Hablando. Haciéndoles ver esto que hacemos. Los viajes turísticos son fantásticos y es una lástima que no haya más turistas pero es una décima parte de lo que es la India, lo que veréis. ¿Queréis ver el setenta y pico por ciento? Mirad los pueblos. La India es el país con más número de pobres a quienes les falta el pan de cada día. Más que las naciones subsaharianas. Pero tiene más número de ricos que cualquier país de Europa.

-El maltrato, las violaciones y asesinatos de mujeres le tienen preocupado...

-En las zonas rurales hay oenegés que se preocupan mucho del estado de la mujer en la India. Un amigo mío Brahman, decano del departamento de hindi de la universidad de Baranasi, me dijo que en Benarés es mejor ser vaca que ser mujer. Hablo de extremos, pero son significativos. Cuando tocas una vaca te pones la mano sobre el corazón. Uno de los políticos indios dijo que la mujer en la india es un objeto de placer. Si no es tu madre, tu mujer, tu hija o tus tías... es objeto de placer y se relativizan las violaciones. Conozco organizaciones [www.sakhyawgc.org Sakhyawomen's Guidance Cell] que tienen proyectos encaminados a cambiar este chip que tiene el hombre. La mujer es una persona humana. Lo que no te gusta para ti, para tu madre o tu esposa, no le gusta a ninguna mujer. Estos proyectos trabajan con la policía, con abogados, organizando actuaciones al aire libre con representaciones callejeras, con libros, carteles, etc.

-No sé si en la jerarquía católica estarán muy contentos contenta con su discurso...

-No creo que en el Vaticano lo entiendan (ríe).

-Pero tampoco creo que le preocupe mucho, a estas alturas...

-No me preocupa. Nos gusta mucho el Papa, no solo por jesuita sino por cómo actúa.

-¿Tiene confianza en él?

-Plena. A mí me ha ayudado haber pasado una época de bastantes años de aumentar el conocimiento de las religiones indias y budistas. He leído a fondo bastantes de los vedas, he leído en inglés y luego en traducción en hindi. He leído el 'bagat Guita', que es la esencia de 'lso vedas', infindad de veces. He meditado. Y me ha gustado leer algo del budismo. Me ha acercado mucho a la gente. Y me ha ayudado a mí, profundamente, ha cambiado mi mente, ha cambiado mis chips y las fibras de mi corazón. Ammo a la India y a los indios y si el gobierno me echa por estar calificado de misionero extranjero... pues me iré al Nepal.

-¿Ha visto un hilo conductor entre cristianismo, hinduismo, budismo...?

-Sin ser especialista, excepto en latín y griego, diría que sí, por supuesto: la so-li-da-ri-dad. A pesar de tantas castas en el hindusimo, hay 'caruhna', que es compasión. Y en el budismo, también, y en los cristianos, las bienaventuranzas. Yo creo que la preocupación por el desgraciado, el poble, el analfabeto, el minusválido está en todas partes. Y entre el cristianismo, la unidad de Dios, el Islam también tiene mucho de 'caruhna', aunque le llamen de otra manera: solidaridad con el pobre. Se ven más pobres musulmanes porque para ellos el dar limosna es esencial, junto a la oración y la penitencia.

-¿A cuantos indios ha bautizado?

-No he bautizado a nadie que no ha querido ser bautizado y que ha querido libremente. A hijos de cristianos. Pero a adultos no he bautizado a ninguno. Conozco dos o tres monjas convertiras al cristianismo. En una misma familia es muy común que haya muchas religiones, y me gusta mucho.