LUCHA CONTRA EL DESPILFARRO

La comida no se tira

Cesta de la compra 8 Una mujer escoge verduras en un supermercado de París.

Cesta de la compra 8 Una mujer escoge verduras en un supermercado de París.

EVA CANTÓN / PARÍS

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Dentro de poco los supermercados franceses tendrán que seguir a rajatabla el dicho «la comida no se tira». El Gobierno francés se ha propuesto, de aquí al 2025, reducir a la mitad los entre 20 y 30 kilos de alimentos por persona que terminan cada año en la basura y la Asamblea Nacional ha dado un primer paso. Las grandes superficies deberán buscar para los productos que no venden un destino diferente al del contenedor y evitar el despilfarro en un contexto marcado por la crisis. Los diputados franceses han apoyado de manera unánime una medida que obligará a las cadenas del sector de la alimentación a donar a las organizaciones no gubernamentales la comida retirada de los estantes o bien destinarla a la alimentación animal o a fabricar compost con fines agrícolas.

Los comercios de más de 400 metros cuadrados tendrán un año para llegar a acuerdos con las asociaciones y facilitar así que la comida llegue a la gente necesitada. También se aplicará la medida a los productos de marca blanca que son devueltos al proveedor antes de ser destruidos. Además, la lucha contra el despilfarro de alimentos se incluirá en los planes de estudio y las empresas podrán añadir ese epígrafe a las actividades que lleven a cabo en el marco de la responsabilidad social corporativa o medioambiental.

«Ver cómo se tira lejía en las basuras de las grandes superficies con alimentos que todavía se pueden consumir es escandaloso», dijo el diputado socialista Guillaume Garot, promotor de la iniciativa. El texto se presentó como una enmienda al proyecto de ley sobre la transición energética que se debate en la Asamblea y será aprobado definitivamente el próximo martes, 26 de mayo, informaron fuentes parlamentarias.

Sin embargo, la asociación France Nature Environnement (FNE) destaca que la donación de alimentos no puede ser en sí misma «la panacea» y reclama a la gran distribución que aborde con los productores y la industria agroalimentaria el problema de fondo y modifique aquellas prácticas que están en el origen del despilfarro, con medidas como reducir el tamaño de los envases o usar las verduras deterioradas para hacer platos cocinados.

Para Claude Bobey, de la asociación Secours Catholique, la iniciativa gubernamental es «generosa» y responde a la constatación de que el derroche de alimentos en Francia es «inaceptable», aunque se deberían analizar también las causas de este despilfarro. «¿Cómo se puede aceptar cuando en Francia hay más de ocho millones de personas en situación de pobreza y el 12,2% de la población tiene problemas para alimentarse?», se preguntaba el pasado abril coincidiendo con la presentación del informe parlamentario.

Críticas del sector

Los afectados, mientras, ponen en duda la viabilidad de la medida, cuando no la contestan directamente. Para el director del grupo Leclerc, Michel-Edouard Leclerc, se tendría que ayudar a las asociaciones a equiparse de neveras y camiones para recoger la mercancía. «Está bien prohibir, pero hay que organizar la colecta en el otro lado», señaló en Le Monde. Mientras, la Federación del Comercio y la Distribución se queja de que el sector no representa más que el 5% del despilfarro alimentario y que la ley «se equivoca de objetivo y de tema».

En todo caso, el 54% de los franceses admiten que hay que hacer algo para evitar que se tire tanta comida, según un estudio del 2012. Ello ha generado algunas iniciativas interesantes: Les Gueules cassées es una etiqueta que indica al consumidor que un producto es un poco feo o defectuoso pero perfectamente comestible, y más barato.

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