recuperación escolar en la catalunya rural

El cole vuelve a casa

Rubió d'Anoia y Salàs de Pallars Jussà tendrán de nuevo sus escuelas este curso. La falta de niños cerró la de Salàs hace 16 años y en 1973 calló la campana del patio en la de Rubió. Ilusión y expectación aplauden hoy dos peculiares proyectos educativos.

En el Pallars Jussà, 12 alumnos de la localidad de Salàs y de núcleos cercanos han hecho posible reabrir la escuela.

En el Pallars Jussà, 12 alumnos de la localidad de Salàs y de núcleos cercanos han hecho posible reabrir la escuela.

CARME ESCALES

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Trescientos pasos, pasitos de niño de 3 años, son los que el pequeño Jam Gonzalvo -en la foto, con sus padres- tiene que caminar desde su casa para llegar al colegio, una casita de piedra en medio del campo. Dentro, una docena de sillas de diferentes alturas y tamaños, con sus mesas, dispares también, recuerdan el cuento de Ricitos de Oro y Los Tres Ositos. Sillas y mesas son las originales de la escuela de Rubió d'Anoia, que estuvo abierta hasta 1973. «Tienen 80 años», concreta el alcalde del pueblo, Miquel Archela, que estos días, junto a los otros 200 vecinos, celebra la reapertura de la antigua escuela de Rubió, en la que él estudió de los 5 a los14 años, junto a 22 alumnos y una singular profesora: su madre, Maria de la Balma.

Por ella se trasladó toda la familia desde Castellón. «Éramos tres hermanos y mi madre tenía las oposiciones de entonces y estuvo de maestra en esta escuela durante 15 años. Y vivíamos en ella también», explica Archela, ilusionado por la energía que aporta a la escuela la tan ansiada natalidad en tantos otros pueblos.

'L'escola del Bosc'

Pero la escuela de Rubió d'Anoia no se reabre de la mano de Ensenyament. «Es un proyecto pedagógico para niños de 2 a 6 años, con horario de ocho de la mañana a cinco de la tarde, pero con entradas y salidas flexibles», introduce una de las dos profesoras, Brigitte Escolar. El aula principal es el bosque. «El edificio de la escuela es el lugar de recepción, comedor y refugio, pero este innovador proyecto está basado en el aprendizaje en la naturaleza, porque fomenta la concentración, la atención, la independencia, la precisión, la motricidad y muchas otras cosas», explica la maestra, educadora infantil. Para el denominado proyecto Escola del Bosc, ya hay 11 niños matriculados y, curiosamente, cinco de ellos son hijos de profesores. «En nuestro proyecto no hay currículum que presione. El guion parte de la curiosidad y las capacidades de cada alumno. Si quiere leer antes de lo que es habitual, ¡adelante!», detalla Brigitte Escolar. «Esto es un lujo, desde nuestro punto de vista», dice Carlota Salut. «Y un gran regalo para nuestra hija Martina», añade.

Martina Albareda Salut tiene 5 años y muchas ganas de salir al bosque a escuchar historias de sus maestras. «En el anterior colegio, cuando mejor me lo pasaba era cuando nos dejaban tiempo de juego libre, pero no tanto como aquí. Esto me gusta más», dice la pequeña. «Para nosotros, no es solo una cuestión de proximidad. Considerábamos que era una lástima que viviendo en el entorno natural donde estamos no se aprovecharan de ello nuestros hijos. Y, en ese sentido, estre proyecto es ideal», declara la madre de Jam, Ares Espinós.

L'Escola del Bosc se inspira en la que  Rosa Sensat creó en la montaña de Montjuïc y que todavía se conoce con ese nombre. Las maestras de Rubió, Brigitte Escolar y Alba Colell, son las impulsoras del proyecto y cofundadoras de la entidad sin ánimo de lucro  que le hace de paraguas legal. Cuentan en su junta con el asesoramiento de especialistas como guardas forestales, veterinarios, naturalistas y biólogos, entre otros.

Pero, ¿Y después de los 6 años, podrán adaptarse estos niños a las aulas convencionales? «En la escuela de Copons [a 8 kilómetros, y donde estudia el hermano mayor de Jam, Pau, de 7 años] se cree también en una escuela de la colaboración, no de la competitividad, y tienen en cuenta las diferencias de cada niño, no como obstáculo, sino como valor. Parece que podremos establecer alianzas», apunta Ares Espinós. Para esta joven barcelonesa afincada en Rubió con su pareja desde hace 10 años, «que los niños tomen contacto con la naturaleza fomenta el respeto de ella desde pequeños», comenta.

La unitaria de Salàs

La escuela de Salàs de Pallars, que también reabre -en este caso, después de 16 años sin niños y quórum suficiente para tener un colegio en el pueblo- forma parte de una Zona Escolar Rural (ZER) que comprende también los núcleos de Isona i Conca Dellà y de la Plana de Mont-ros. En una ZER, varias escuelas pequeñas y unitarias (diferentes edades comparten aula) comparten profesores especializados, que son itinerantes: de educación física, música, inglés, plástica y educación especial. Van de un centro al otro.

Pero Jana Verdeny, vecina de la capital del Pallars Jussà, Tremp, de 28 años, estará cada día en el aula de la escuela de Salàs de Pallars. Allí, 12 niños y niñas han hecho posible reabrir la escuela que cerró sus puertas como centro de enseñanza en 1973. «Me pareció  una buena noticia para el pueblo y, como tengo las oposiciones, estoy  al lado, ya he trabajado en una escuela unitaria, la de Isona, en la misma ZER, y me atrae este tipo de enseñanza, solicité la plaza y me la dieron», explica Verdeny. «Considero positivo que los alumnos -los suyos serán ocho de infantil y tres de primaria- convivan con compañeros de diferentes edades. También entiendo que haya padres que puedan dudar de este tipo de enseñanza y estoy muy ilusionada con él», manifiesta Verdeny, que estará en la escuela de Salàs a tiempo completo, con otra profesora a horario parcial. «Por un lado, da un poco de vértigo, te tiras a una piscina en la que no sabes si hay agua», expresa Maria Aleu, madre de Lola, matriculada en Salàs. «Pero la idea de trabajar por competencias, que es lo que nos gusta a nosotros, parece que tiene que ser más fácil con pocos niños», piensa Aleu. «Y el tema era recuperar la escuela, con ella un pueblo está vivo», dice. «Un pueblo con escuela conserva más su personalidad y de ella se derivan servicios e infraestructuras, se es más pueblo con escuela. Pero con una ratio de niños tan baja, la gestión escolar debe ser diferente, y hay padres que no optan por ella. Es una opción de vida y, en eso, siempre es mejor tener la opción de poder escoger a no tenerla», dice Sisco Borrell, alcalde de Salàs, municipio de 400 vecinos.

El reclamo de familias con niños para repoblar pueblos y reabrir la escuela no es siempre garantía de su  continuidad. «Hay que pasar un invierno y arraigarse de verdad. Por otro lado, si se pierde la escuela, se mata un tanto el futuro», plantea la alcaldesa de Vallfogona de Ripollès y presidenta de la asociación Micropobles de Catalunya, Carme Freixa. En Vallfogona, 13 alumnos insuflan aire a su escuela unitaria.