AVANCE EN EL SECTOR DE LA NEUROCIENCIA

Científicos portugueses hacen volar un dron solo con la mente

Un hombre se entrena en un simulador de vuelo para pilotar un dron con el cerebro.

Un hombre se entrena en un simulador de vuelo para pilotar un dron con el cerebro.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Sin mover un dedo. Ya es posible controlar el vuelo de un aparato empleando únicamente el pensamiento. Un grupo de científicos portugueses ha logrado dirigir el vuelo de un dron sin utilizar un mando a distancia, recurriendo estrictamente a los impulsos cerebrales de una persona. Un avance en el campo de la neurociencia que abre la puerta a múltiples aplicaciones de la vida cotidiana en un futuro no tan lejano.

La demostración ha corrido a cargo de los miembros del proyecto Tekever Brainflight, que grabaron las imágenes del experimento en un aeródromo en las afueras de Lisboa. «Es un paso enorme en el campo de la aviación, la autonomía de los pilotos y las misiones de riesgo, y estamos ansiosos de potenciar estos beneficios con productos muy innovadores», explicó el director de operaciones de Tekever, Ricardo Mendes. Un gorro con electrodos capta las ondas eléctricas del cerebro y las transmite a un ordenador, que decodifica estas señales y las clasifica antes de enviarlas a un pequeño computador que se encuentra alojado a bordo del dron. El aparato ejecuta entonces las órdenes recibidas a distancia.

El director de la empresa barcelonesa StarlabGiulio Ruffini, especializada en neurociencia, matiza que no es la primera vez que se consigue un logro de esta magnitud de la tecnología BCI (interfaz cerebro-ordenador por sus siglas en inglés), dado que ellos mismos ya habían logrado el desplazamiento vertical de un dron, y empresas de automóviles han hecho lo propio en el plano horizontal. «También hay casos de desplazamientos a través de cerebro en dos dimensiones. La novedad radica en la puesta en escena, tan vistosa, con un dron, y en la forma de mostrarlo al mundo», explicó.

MATICES INDIVIDUALES

El piloto ejercitó sus habilidades durante meses antes de la prueba, y se prevé que «cualquier persona puede controlar una interfaz cerebro-máquina como esta», según Nuno Loureiro, de la Fundación Champalimaud, que interviene en el proyecto. Pero, como en toda práctica, depende de la habilidad de cada uno: «No todo el mundo puede ser pianista», ilustra Loureiro. La pericia no es el único factor a tener en cuenta. «Hay personas que emiten señales eléctricas muy claras y otros, no tanto, lo que supone una limitación para la tecnología», explica Ruffini.

En cualquier caso, los avances apreciados en los drones irán mucho más allá de la faceta militar, según Ruffini, que habló de aspectos cotidianos, «como control motor de prótesis» o mayor dominio sobre la trayectoria de vehículos.