CIENCIA

La ciencia desnuda el busto de Nefertiti y revela su rostro real

EL PERIÓDICO
BERLÍN

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Son probablemente cientos de miles los curiosos que a lo largo de casi un siglo se han plantado frente al busto de Nefertiti para dejarse hipnotizar: un poco por el arte, un poco por la historia... y un poco, sin duda, por la belleza (la del arte, pero también la de la mujer). Esa reina, esos rasgos magníficos; su nariz rectilínea, su boca de labios gruesos, su mentón bien afilado, sus pómulos salientes hasta donde conviene que sean salientes. La escultura fue hallada, en 1912, en un yacimiento entre Luxor y El Cairo, y desde entonces no ha hecho más que alimentar el mito de la sobresaliente belleza de la soberana egipcia. Hasta hoy; la propia escultura ocultaba en su interior el secreto que pone las cosas en su sitio.

Una tomografía computerizada ejecutada con un escáner de última generación ha permitido descubrir que bajo el estuco donde fueron esculpidos esos rasgos hermosos está el verdadero rostro de Nefertiti. Un rostro, a fin de cuentas, humano e imperfecto: los pómulos menos prominentes, una ligera elevación en el tabique, menor profundidad en los extremos de los párpados; lucía, por otra parte, una deformidad tan absolutamente peregrina como es tener arrugas: algunas en las mejillas, otras en las comisuras de los labios.

NÚCLEO DE PIEDRA CALIZA

No para hacer añicos el mito, sino para estudiar la estructura interna del busto --y contribuir a su conservación--, varios científicos al mando del alemán Alexandre Huppertz trabajaron en la escultura durante casi dos años, y esta semana han publicado sus hallazgos en la revistaRadiology. Descubrieron, por ejemplo, que el núcleo está hecho de piedra caliza, y que encima hay varias capas de estuco de diferente grosor, lo que probablemente quiere decir que el busto fue hecho por etapas. Los resultados de la tomografía también indican que la escultura tiene fisuras en los hombros, en la zona inferior y en la parte trasera de la corona. "La tomografía computerizada ha cambiado bastante desde 1992 --declaró ayer Huppertz, tratando de explicar por qué hace 17 años, cuando la escultura fue sometida a un análisis similar, no se obtuvieron estos resultados--. Ahora tenemos imágenes tridimensionales con una mejor resolución".

El artículo del científico sugiere que la idea de mejorar los rasgos de la reina fue responsabilidad del artista, el gran Tutmosis, que era grande porque grande lo consideraba su patrón (el faraón Akenatón); tal vez, dice Huppertz, para condensar en el rostro de la reina el canon de belleza vigente. La intervención de Tutmosis tuvo el efecto de transformar un rostro que probablemente era hermoso en algo mucho más elevado: un paradigma de la belleza. Pero no es la primera vez que la leyenda de una soberana egipcia cae en desgracia.

COMO CLEOPATRA

En la lista también figura la grandiosa Cleopatra, cuya legendaria nariz, siempre considerada poco menos que perfecta, sufrió un duro varapalo cuando hace un par de años fueron descubiertas unas monedas de la época que la representaban, y que dejaban en evidencia que era todo menos perfecta: era puntiaguda, aguileña y tenía las aletas gruesas. Los textos antiguos de Plutarco, y más tarde los de Shakespeare, habían hecho por el famoso apéndice lo que el artista Tutmosis por la cara completa de Nefertiti.

A Cleopatra la desnudaron unas monedas; a Nefertiti (o a Tutmosis, según como se mire), la tecnología. "Hemos conseguido recabar mucha información acerca de cómo el escultor moldeó el busto hace más de 3.300 años --resume Huppertz-- Descubrimos que la escultura tiene dos rostros ligeramente diferentes, y hemos averiguado con las imágenes de la tomografía cómo evitar los daños en este objeto tan valioso". El busto, un constante motivo de conflicto entre las autoridades de Alemania --de donde procedía el arqueólogo que lo descubrió-- y las de Egipto --que considera que es parte de su patrimonio--, se encuentra expuesto actualmente en el Museo Egipcio de Ber-

lín, pero en octubre será trasladado al lugar donde primero fue exhibido en 1924: el Neus Museum. A ver con qué nuevos ojos lo miran los curiosos ahora que saben que el rostro de verdad está debajo.