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Cesca Gasull Lloret: «Nadie de la clase sabía qué se celebra el 8 de marzo»

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GEMMA TRAMULLAS

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Cuerpos y rostros femeninos dibujados por estudiantes de bachillerato artístico de la Escola Pia Nostra Senyora con motivo del Día de la Mujer pueblan el vestíbulo del Centre Cultural Teresa Pàmies de Barcelona hasta finales de mayo. La muestra incluye un manifiesto feminista escrito por una inquieta alumna de bachillerato social.

Con apenas 17 años, sus convicciones feministas la llevaron a revolucionar su escuela.

-Estamos a 18 de mayo, no a 8 de marzo. ¡Solo faltaría que fuéramos feministas solo el 8 de marzo! El feminismo es una actitud frente a la vida, una manera justa de ver las cosas. No es la mujer por encima del hombre, sino la igualdad centrando la atención en la mujer porque hemos sido las discriminadas históricamente.

-Sinceramente, no se me habría ocurrido asociar la Escola Pia con el feminismo. Esta es una escuela diversa y tolerante. Pero más allá de la reivindicación concreta del Día de la Mujer, lo mejor de todo es que se nos escucha. Sin el apoyo de varios profesores, esto no hubiera sido posible.

-Pero tú fuiste quien prendió la mecha. En enero pasado una profesora nos puso un examen para el 8 de marzo. Le rogué que cambiara la fecha, porque tenía que hacer preparativos para la manifestación. Mi sorpresa fue que, aparte de un amigo, nadie de la clase sabía qué se celebra ese día.

-Vaya, no será porque no se hable del tema. Viendo la magnitud de la tragedia insistí a una profesora para montar una gorda. Gracias a dos amigas de bachillerato artístico, Cèlia Terol y Victòria Tous, el 8 de marzo la escuela amaneció forrada de dibujos de mujeres y muchas personas llevaban pulseras violetas. En la entrada pusieron una versión gigante del manifiesto que yo había escrito.

-El punto 4 dice: «Queremos que la escuela sea un espacio feminista, libre de agresiones sexistas y liberado del patriarcado, donde se pueda opinar y ser como queramos». Aún se dan situaciones en las que un profesor se dirige a un grupo de chicas en masculino plural, se insulta a dos chicos o dos chicas porque se besan, se hacen comentarios sexualmente agresivos, te critican por llevar una camiseta de tío... Yo he jugado cinco años a fútbol y he tenido que oír la palabra marimacho varias veces.

-Ante estas situaciones, tú no te callas. Ya no. Por ejemplo, delante de la escuela han puesto una lona con una foto de una mujer de 15 metros en bikini. ¡Me ofende!

-¿Por qué? Usar una imagen que roza la anorexia para vender no es respetuoso con los cuerpos reales y diversos de las mujeres. Habrá que hablar con Ada Colau, porque la lona lleva el logo del ayuntamiento [Ríe].

-¿Qué mujeres tiene como referentes? Una de las voces que más me ha impactado es la de Alaa Murabit, una activista por la paz y la igualdad de género en Libia.

[He aquí un fragmento de un potente discurso de Murabit en Naciones Unidas: «Dicen que la juventud sufrimos un defecto de carácter, una impaciencia acompañada de cierta incapacidad para cumplir las normas. Pero más que impaciencia, lo que sentimos es ansia, ansia por ejercer nuestro derecho (...) a desafiar normas injustas, ansia de que se nos escuche. Nos resistimos a que se nos ignore y minimice»].

-¿Y entre las voces de aquí? La poesía de Maria Mercè Marçal me abrió las puertas del feminismo. También me han influido las experiencias de Mercè Rodoreda y Neus Català. Después de leer Un cel de plom [la biografia novelada la superviviente del campo nazi de Ravensbrück] estaba tan emocionada que le escribí una carta. Pero nunca la envié. Es una mujer tan admirable que no quiero que pierda tiempo conmigo. Me he puesto la carta en el móvil y la leo cada día.