Publicado en El Periódico el día 16 de junio

A la caza del diputado

INSULTADO Y ZARANDEADO 3 El 'exconseller' Ernest Maragall es acompañado por varios agentes tras ser acosado por un grupo de indignados, ayer, en el parque de la Ciutadella, antes de entrar en la Cámara catalana.

INSULTADO Y ZARANDEADO 3 El 'exconseller' Ernest Maragall es acompañado por varios agentes tras ser acosado por un grupo de indignados, ayer, en el parque de la Ciutadella, antes de entrar en la Cámara catalana.

TONI SUST

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Anabel Marcos, diputada de CiU por las tierras del Ebro, llegó ayer en coche a Barcelona y aparcó en el Arc de Triomf, sabedora de que no podría acercarse conduciendo al Parlament. Con otras dos diputadas, siguió a pie y entró en el paseo de Pujades buscando el acceso en el que los Mossos debían facilitar la entrada de los parlamentarios al parque de la Ciutadella. Ese era su plan, pero no el de unos cuantos indignados que la rodearon. Sus compañeras lograron avanzar, ella no. De repente, alguien le tiró un cubo de agua fría por detrás. Se quedó paralizada. Un manifestante la cogió del brazo para que no se moviera.«Y ahora, sesión fotográfica»,le dijeron. Durante casi tres minutos, le estuvieron haciendo fotos, primeros planos.«¿No nos dedicarás una sonrisa?»,le preguntaron antes de soltarla. Los insultos fueron lo de menos. Marcos escapó corriendo y la metieron en un coche policial, que la llevó al Parlament. Allí tuvo una ataque de ansiedad, le subió la tensión y tuvo que ser asistida por los servicios médicos.

Más o menos a la misma hora, y tras intentar varias veces en vano llegar a la Cámara catalana, Josep Maria Llop, diputado invidente de CiU, esperaba en la calle a que le fuera a buscar el portavoz del grupo, Jordi Turull. Pero les identificaron, como a tantos otros, por el traje, y les impidieron dar un paso más. Los acorralaron en un portal y uno de las personas que componían la particular brigada intentó arrebatarle la perra lazarillo, Anabel.«Noté que me la querían quitar»,explicó Llop. El asunto es serio, siguió, porque ante los tirones existió el riesgo de que la perra perdiera de golpe toda su instrucción y lo dejara desamparado. A él y a Turull

los llamaron«hijos de puta y cabritos»y los amenazaron de muerte. A Llop también le gritaron«ciego, ciego». «Ese es un insulto muy fácil»,afirmó horas después. Antes de que elpresident, Artur Mas, echara mano del helicóptero, todavía en el coche, se llevó todo tipo de insultos. Impresionaron las imágenes de laexconselleradel PSC Marina Geli asediada, rodeada, asustada. A su excompañera en el Govern Montserrat Tura le pintaron una cruz en la gabardina y el extitular de Educació Ernest Maragall se llevó varios empujones.

Estas son solo algunas de las historias que se explicaban en el Parlament, donde primó el estupor, la vergüenza por la imagen dada. A los diputados se les aconsejó acercarse a pie a la confluencia del paseo de Pujades con la calle de Wellington. Los concentrados crearon su propio espionaje, basado en la caza del parlamentario, la del hombre con traje y la mujer con traje chaqueta. Los agentes secretos de los Mossos instaban a los trajeados a retroceder.

Refugiados en la sede de Unió

Se instituyeron tres puntos de protección: la comisaría de los Mossos de la calle de Bolívia, la Estació del Nord, donde hay una comisaría de la Guardia Urbana y, sorpresa, la sede de Unió Democràtica, que acogió a una quincena de diputados. Los parlamentarios llegaron de cuatro maneras a su destino final: a pie, en coche oficial, en helicóptero y en furgones policiales. No todos quisieron volar: la presidenta del PP, Alicia Sánchez-Camacho, prefirió el coche.

Algunas de las imágenes que se vieron fueron especialmente duras. Por ejemplo, la del diputado de ICV Joan Boada a la carrera, perseguido por indignados que primero lo identificaron, después intentaron entorpecer su paso y luego le dieron patadas y empujones, antes de pintarle el cogote con un espray y tirarle una botella de plástico que, dijo, no le hizo daño. Boada llegó unos minutos tarde y no pudo sumarse a la comitiva del secretario general de ICV, Joan Herrera, que también fue increpado: hubo empujones y alguna patada, muchos insultos. Un grupo pequeño de concentrados se dirigieron a los ecosocialistas con el aparente fin de agredirlos, pero los que insultaban lo impidieron. El socialista Celestino Corbacho fue muy increpado. A Alfons López Tena, de Solidaritat, y al nacionalista Gerard Figueras les tiraron un cubo de agua y escupitajos. A Santi Rodríguez, del PP, una botella de agua.

Ya dentro, los diputados, el personal de la Cámara catalana y los periodistas mezclaban las bromas con las muestras de inquietud. Un parlamentario apostaba por la normalidad:«Votaremos y luego ya veremos cómo salimos de aquí».Hubo detalles curiosos. El bar se quedó sin pan y este llegó al Parlament en un furgón policial. La última imagen de anormalidad se vio a la salida, poco antes de las nueve, con todos los políticos agolpados ante la puerta para salir a pie en comitiva. Mas y los jefes de grupo se fueron en sus coches oficiales. Todos salieron sin problemas.