RESISTENCIA A CAMBIOS EN EL CATOLICISMO

Carta envenenada al Papa

La filtración de una misiva privada de unos cardenales a Francisco revela la tensión en el sínodo de la familia La intención del texto y su salida a la luz sería frenar el aperturismo del Pontífice

Sesión 8 El Papa preside una sesión del sínodo de la familia, el pasado día 5.

Sesión 8 El Papa preside una sesión del sínodo de la familia, el pasado día 5.

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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Una carta privada al Papa firmada por 13 cardenales que participan en el sínodo sobre la familia que se celebra actualmente en Roma ha encendido los ánimos y despertado polémicas, debates y críticas.

Hasta el día 25, 400 personas entre las más destacadas del catolicismo debaten sobre las familias actuales y en la misiva los cardenales afirman, en resumen, temer que las conclusiones finales ya estén pactadas a favor de una mayor apertura hacia la sociedad actual. La apertura que temen estos prelados conservadores incluiría la readmisión en la Iglesia de los divorciados católicos vueltos a casar y alguna toma de posición sobre lo que algunos llaman «familias irregulares», como convivencias, parejas gais y católicos que usan anticonceptivos.

En otras épocas habría corrido sangre, o veneno, por los pasillos del Vaticano ante estas cuestiones, pero actualmente hasta los cardenales más reacios al aperturismo parecen más cautos. Al principio del sínodo, escribieron la carta privada al Papa, pero alguien acaba de filtrarla a un periodista conservador, Sandro Magister, en lo que se interpreta como un movimiento de presión para frenar las intenciones aperturistas del papa Francisco.

Por esta razón algunos han escrito sobre la existencia de un nuevo Vatileaks, cuando salieron a la luz pública numerosos documentos privados de Benedicto XVI (2011-2012), hasta el punto de que, al final, dimitió. No sucede nada de esto (Joseph Ratzinger estaba solo, mientras que Jorge Bergoglio está literalmente arropado por toda la Compañía de Jesús, los jesuitas), sino que en el catolicismo ocurre lo de siempre.

Unos cardenales defienden la doctrina, o sea el poder ideológico del catolicismo, y otros la «contaminación» a la que, según ellos, debería prestarse el catolicismo a medida que las sociedades se transforman. Francisco por su parte ha manifestado repetidamente querer la segunda opción y su determinación parece presagiar que lo conseguirá. A qué precio, está por ver. «No hay que dejarse condicionar», dijo ayer el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

Pell da la cara

«Las firmas de la carta están equivocadas, pero sobre todo la mayor parte del contenido no se corresponde» con el texto original, ha declarado el cardenal australiano George Pell, la autoridad económica más poderosa del Vaticano, dando la cara en público como uno de los firmantes. Cuatro de los 13 cardenales, alguno de ellos afín a Francisco, ya han desmentido haber firmado la misiva, aunque no así, por ejemplo, el alemán Gerhard L. Müller, ministro de la Congregación para la Doctrina de Fe, es decir el guardián de la ortodoxia católica, quien llegó a presagiar un cisma si en el sínodo se separaba la doctrina de la práctica.

Desde una óptica civil se trata de un problema inexistente, ya que Francisco ha repetido numerosas veces que «la doctrina no se toca», es decir que el matrimonio es indisoluble. Sin embargo, si por una rendija del sínodo pasase el principio de que, sin tocar la doctrina, la Iglesia debe atender a las personas por cómo son y no por cómo deberían ser, algunos tal vez teman que el edificio jerárquico del poder del catolicismo se venga abajo.

Críticas al método

Los sínodos son solo consultivos y suelen terminar con unas conclusiones sobre las que el Papa de turno publica después un documento solemne en el que traza la línea a seguir sobre una cuestión.

En la carta filtrada se rechaza el «método» de trabajo seguido en este sínodo y se discute también la comisión, nombrada por el Pontífice y no elegida, que deberá redactar dicho documento, por su «excesiva influencia sobre el documento final».

«Esto no es un Parlamento» en el que se pactan compromisos, dijo Francisco el primer día del sínodo, pero ya con la carta de los 13 en el bolsillo añadió que debe ser también evitada la óptica «interpretativa de la conspiración».