ESFUERZOS PARA REJUVENECER UNA PLANTILLA SOLIDARIA

Cáritas quiere incorporar a más jóvenes voluntarios en sus filas

La mitad de los colaboradores tienen más de 65 años y solo el 9% es menor de 30

Montserrat Arissa junto al senegalés Daniel, el viernes, en Barcelona.

Montserrat Arissa junto al senegalés Daniel, el viernes, en Barcelona.

   TONI SUST / Barcelona

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Montserrat Arissa tiene 75 años y es voluntaria de Cáritas Diocesana en Barcelona desde hace 10. Entre el 2001 y el 2007 colaboró en labores de refuerzo escolar en la Barceloneta, y desde entonces hace lo mismo en las clases de catalán y castellano para inmigrantes. Son cursos para foráneos con un conocimiento casi nulo de la lengua. Y también para analfabetos. Arissa le dedicaba una tarde por semana a su labor en la Barceloneta; ahora consagra tres a ayudar en las clases de lengua. Fue comercial del sector textil y de la cosmética, a pesar de haberse formado como enfermera, una pasión que no llegó a ejercer.

Ya había sido voluntaria de joven, en las llamadascasas baratasde la ciudad. Pese a que retomó la senda tras retirarse, lanza un aviso al respecto: «Los voluntarios son bienvenidos tengan la edad que tengan. Pero los jóvenes, ¡mucho! Eso de: 'Me jubilo y vengo a colaborar para no deprimirme', ¡no!». Arissa es un ejemplo mayoritario en el colectivo de voluntarios de Cáritas, entidad que funciona prácticamente gracias a estos: en toda Catalunya cuenta con 9.000. Hace tiempo que la organización comprobó que la mayoría son mayores. No es algo dramático, pero para algunas actividades conviene especialmente tener gente joven. Lo cuenta Maria Amor, responsable del programa del voluntariado de Cáritas de Barcelona, y lo refrenda Arissa. Por ejemplo, para las clases de conversación con inmigrantes.

16 AÑOS MÍNIMO / Para hacerse una idea de la proporción, Cáritas aporta las cifras de sus voluntarios de Barcelona, esto es, de las diócesis de Barcelona, Terrassa y Sant Feliu. En total hay 3.450 voluntarios (170 contratados); de estos, el 41% son adultos de entre 30 y 65 años; el 50% son mayores de 65 años y tan solo el 9% restante está compuesto por menores de 30. Para ser voluntario en Cáritas Diocesana hay que tener por lo menos 16 años.

Tanto Amor como Arissa admiten que, en determinadas situaciones, un joven tiene por lógica más problemas para decidirse a colaborar, pero creen que la situación permite que arrimen el hombro incluso los más ocupados. Como ejemplo subrayan que en épocas de parón escolar muchos abuelos se ven obligados a cuidar de sus nietos, en periodos en los que muchos alumnos podrían aprovechar que no tienen clases para suplir a algunos de los veteranos. La presidenta de Cáritas en Catalunya, Carme Borbonès, ve necesaria la incorporación de jóvenes y destaca la necesidad de aprovechar activos que quedan en general lejos del alcance de las generaciones mayores.

CONTRA LA BRECHA DIGITAL / «El gran problema del día de mañana será la brecha digital. Hay muchos adolescentes y jóvenes que no tienen la oportunidad de acceder al mundo digital, y hay muchas personas preparadas que podrían contribuir a paliar este desconocimiento», apunta Borbonès. El objetivo, explica, es impedir que un gran grupo vea limitadas sus posibilidades profesionales. En este caso, según Borbonès, se podría echar mano de una colaboración más esporádica, al igual que en la asesoría de jóvenes en temas informáticos. El caso es sumar savia nueva.

Pero, aunque la aportación de la juventud es necesaria, Maria Amor explica que ahora mismo Cáritas cuenta con un activo inesperado, encarnado por un grupo considerable de personas de entre 50 y 60 años que han sido prejubiladas: «Nos dan mil vueltas a todos», dice.