La investigación

El capitán niega que abandonara el barco pero una grabación lo delata

El capitán Francesco Schettino es conducido por dos policías tras declarar ante la jueza que investiga las causas del naufragio, ayer.

El capitán Francesco Schettino es conducido por dos policías tras declarar ante la jueza que investiga las causas del naufragio, ayer.

MONTSE MARTÍNEZ

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No se habla de otra cosa. Tras la barra de los minúsculos bares de Giglio, los camareros suben el volumen de la televisión cuando se reproduce la tan interesante como bochornosa conversación entre el capitán delCosta Concordia, Francesco Schettino, y el guardacosta que, desde la Capitanía de Livorno, atiende la llamada en pleno naufragio. Los habitantes de la isla, especialmente los varones, rebufan y bajan la mirada, evitando cruzarla con cualquier extranjero. Reaccionan como si la vulnerabilidad del comandante -por usar uno de los múltiples sustantivos posibles para definir su comportamiento- fuera extensiva a todos los italianos. Como si la cacareada hombría del país transalpino estuviera en entredicho ante el mundo.

Los hombres que se juegan la vida en el operativo de emergencia, tomando algo caliente en su descanso, no dan crédito a lo que oyen -«¡Suba a bordo! ¡Es una orden! ¿Qué quiere? ¿Irse a casa, Schettino? ¿Es oscuro y quiere volver a casa?», grita desde el otro lado del teléfono el guardacosta al capitán, ya en una lancha cuando aún quedaban muchos pasajeros dentro del buque-. Por poner solo una frase de una larga conversación sin desperdicio.

La escena del bar, repedida en cada rincón durante toda la mañana, se reproducía ayer en la isla a la misma hora que el capitán declaraba ante la juez de instrucción en la localidad de Grossetto. Schettino defendió su actuación ante la jueza, negó que hubiera abandonado la nave y se jactó de haber salvado vidas. «Salvé cientos de vidas sino miles», dijo ante el juez según la reproducción de su testimonio realizada por su abogado, Bruno Leporatti, al acabar una declaración de tres horas.

Es cierto que los marineros de Giglio coincidieron en alabar la maniobra realizada por Schettino cuando, visto el desastre, decidió acercar más el barco a la costa. La gente de mar asegura que esa decisión ha salvado, realmente, muchas vidas. Un escoramiento de esta envergadura a más profundidad hubiera engrosado mucho más, con toda probabilidad, la lista de personas fallecidas

Pero es evidente la contradicción entre su declaración y la conversación grabada, la cual, sin duda, será una de las principales pruebas de cargo en el proceso judicial. Contradicción que los magistrados deberán dirimir.

El fiscal, que ayer solicitó prisión preventiva para el capitán, le sigue acusando de homicidio imprudente y múltiple -un total de 11 con los cinco nuevos cadáveres hallados ayer y 25 desaparecidos-, naufragio y abandono de la nave. La jueza Valeria Montesarchio ordenó anoche el arresto domiciliario del capitán de la nave naufragada. Su abogado consideraba que no había motivos para mantenerlo encarcelado hasta el juicio. Por contra, el fiscal creía que había riesgo de fuga y peligro de destrucción de pruebas. Se enfrenta a una posible pena de, al menos, 15 años.

ANUNCIADO EN FACEBOOK / La que lleva días sin aparecer por su casa, en la ladera de Giglio con una espectacular vista al Tirreno, a juzgar por la misma ropa tendida, es Patrizia Tievoli, la hermana de Antonello, el jefe de camareros delCosta Concordia. Minutos antes del accidente fatal, Patrizia había escrito en Facebook: «Dentro de poco pasará cerca elConcordiapara hacer un saludo a mi hermano, que desembarcará en Savona finalmente para disfrutar de un poco de vacaciones».

Cuando ella colgó este aviso, el crucero estaba fuera de la ruta prevista, a tres millas de la isla. El maitre subió al puente de mando —llamado por el capitán Schettino y sus oficiales— para admirar su isla natal. Y entonces se produjo el desastre.