En camión por la N-340

Desde la cabina de un tráiler, la carretera catalana con mayor siniestralidad no parece tan peligrosa Los camioneros aseguran que no son culpables de la mayoría de los accidentes

Desde la cabina 8 Antoni Valldosera conduce su camión por la N-340, a la altura de L'Ampolla, en dirección a Castellón.

Desde la cabina 8 Antoni Valldosera conduce su camión por la N-340, a la altura de L'Ampolla, en dirección a Castellón.

RAFAEL MORALES / TARRAGONA

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«Que un camión esté involucrado en un accidente no quiere decir que su conductor, necesariamente, haya cometido una infracción». Antoni Valldosera, de 47 años, defiende con vehemencia la imagen de su gremio ante los que señalan a los camioneros como principales culpables de los accidentes que se producen en la N-340, la carretera con más siniestralidad de Catalunya. Por ello, no tiene inconveniente en que este periodista le acompañe en su ruta habitual, entre Tarragona y Castellón.

Tras preparar el viernes por la tarde una carga de más de 24.000 kilos de polietileno en una fábrica de Tarragona, Valldosera sale con su tráiler a primera hora de la mañana del lunes desde su domicilio de El Morell (Tarragonès) con destino al puerto de Castellón. Desde los más de dos metros de altura de la cabina del tráiler, un Volvo equipado con un motor de 450 CV, la carretera no parece tan fiera como la pintan las 17 muertes registradas este año en todo el tramo catalán.

La Generalitatel Ministerio de Fomento y el RACC coinciden en señalar que la primera medida para acabar con los accidentes es obligar a los camiones a pasar por la autopista AP-7, tal como se hizo en Girona. Pero los camioneros no quieren aceptar una decisión que les discrimina y, además, les obliga a pagar peaje pese a las bonificaciones.

El viaje parece un paseo en el tramo de autovía que hay hasta Vandellòs i l'Hospitalet de l'Infant. A la altura de la central nuclear, la A-7 recupera la fisonomía de N-340, con un carril en cada sentido. Ahí empieza el tramo de casi 70 kilómetros, hasta Alcanar (Montsià), que se ha cobrado este año 13 víctimas mortales, más del doble que en todo el año pasado, y en casi todos los casos había camiones involucrados.

Concentración al volante

Valldosera saluda a un camionero que circula en sentido contrario y que no le contesta. «Eso quiere decir que no va lo suficientemente concentrado», lamenta. «La velocidad máxima a la que podemos circular es de 90 km/h, pero me gusta ir un poco por debajo, a 85 km/h. Al final, apenas hay unos minutos de diferencia y, en cambio, se ahorra bastante combustible», argumenta.

Se empiezan a notar las primeras medidas que Trànsit está aplicando a partir de las cuatro muertes registradas en septiembre. Una patrulla de los Mossos se deja ver a pie de carretera y los arcenes están sembrados de una especie de cajas de cartón con la inscripción radar. A la salida de L'Ametlla de Mar, una furgoneta pone el intermitente en el último momento y gira a la derecha. Valldosera mantenía la distancia de seguridad, pero también se ve obligado a frenar un poco.

En el tramo fatídico de El Perelló todavía quedan restos de los últimos accidentes. Más adelante, en una larga recta, Valldosera se pone en tensión. Por delante, un turismo está adelantando a un camión y, por detrás, otro hace lo mismo con él. En el último momento, los dos turismos vuelven a sus respectivos carriles. «Se ponen nerviosos, no tienen paciencia», lamenta el camionero, que ha tenido que levantar de nuevo el pie del acelerador.

Tras descargar en el puerto de Castellón, el Volvo se para ante el Olímpic, un restaurante a pie de carretera en Torreblanca (Castellón). Han sobrado unos minutos para no rebasar las cuatro horas y media seguidas de conducción que permite el reglamento. La parada para comer sirve para cumplir con el descanso obligatorio de 45 minutos antes de afrontar otras cuatro horas y media al volante.

En el tramo de El Perelló ha cambiado el panorama respecto a la mañana. Una larga hilera de conos separan los dos sentidos de la marcha para evitar adelantamientos y circular a menos velocidad. «Es más peligroso», asegura Valldosera tras frenar ante un cono que está en medio del carril y un peatón que avanza por el arcén. «La mayoría de accidentes se deben a errores humanos», insiste al acabar una jornada laboral en la que ha recorrido 407 kilómetros y ha gastado 123 litros de combustible.