ROCÍO FLORES CARRASCO

Cambio de guardia en Nueva Chipiona

La hija de Rociito cumple 18 años en medio de gran expectación. Estudia Psicología y vive retirada del foco, pero las desavenencias con su madre arrojan nuevos capítulos del clan de los Jurado, que durante años ha engrasado la industria del corazón.

DIEZ MIL SEGUIDORES EN UN DÍA. Rocío Flores (sobre estas líneas), en la foto de arriba junto a su tía Gloria Camila y, a la izquierda, con su padre, Antonio David. El lunes, día que cumplió 18 años e hizo pública su cuenta en Twitter, sumó de golpe 1

DIEZ MIL SEGUIDORES EN UN DÍA. Rocío Flores (sobre estas líneas), en la foto de arriba junto a su tía Gloria Camila y, a la izquierda, con su padre, Antonio David. El lunes, día que cumplió 18 años e hizo pública su cuenta en Twitter, sumó de golpe 1

MARTA ALTARRIBA

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Su vida estaba celosamente protegida. Pero el pasado lunes, día en que cumplía 18 años, ella misma abrió el candado que le garantizaba intimidad. Su cuenta de Twitter dejó de ser invisible a los ojos de los extraños y todos los interesados pudieron saber algo más de la hasta ahora discreta vida de Rocío Flores Carrasco, apartada del foco por expreso deseo de sus padres. Una niña que llegó al mundo en la Clínica Rúber de Madrid y que se hizo famosa en cuanto abandonó el hospital junto a su madre, su padre, el entonces guardia civil Antonio David Flores, y su abuela, la diva de Chipiona Rocío Jurado.

Era su primera nieta y su llegada al mundo parecía sellar la paz con su hija, una chica rebelde que se fue de casa antes de cumplir la mayoría de edad para vivir junto a su novio, a pesar del dolor que esa decisión causó a su madre. El tiempo le haría vivir a ella ese mismo desasosiego. Rocío Carrasco se instaló en Argentona, en el Maresme. Unos meses después, la joven se quedó embarazada y la pareja se dio el «sí, quiero» el 31 de marzo de 1996 en la ermita de la finca Yerbabuena, en Sevilla.

Predestinada a ser famosa, la llegada al mundo de la nueva generación de Rocíos perpetuaba la saga de los Mohedano, que tanto dio que hablar tras la muerte de Rocío Jurado, el 1 de junio del 2006. Su hermano, Amador, y su exmujer, Rosa Benito, con sus vaivenes amorosos, ocuparon en la prensa rosa y en los índices de audiencia el papel que dejó vacante Rociito con su retiro voluntario durante una década. Tras ellos llegaron los hijos que adoptó la tonadillera con su segundo marido, José Ortega Cano: Gloria Camila y José Fernando, que saltó al primer lugar del ránking de esta familia (con permiso de su padre, hoy día cumpliendo condena por homicidio imprudente) la noche que fue detenido por el robo y la agresión que protagonizó a las puertas de un prostíbulo.

Silencio por contrato

La mayoría de edad de Rocío Flores Carrasco le abre la veda para saltar al cuché o a la tele y robar protagonismo a su propia familia. Tiene mucho que contar, pero la firma de un contrato televisivo de su madre con Tele 5 parece proteger (por ahora) a la hija mayor de la Jurado. Madre e e hija hace más de dos años que no se ven ni se hablan. La niña siempre se había entendido mejor con su padre, quien, tras separarse en noviembre de 1999, luchó con uñas y dientes por la custodia de sus hijos, Rocío (3) y el pequeño David (1). Un divorcio largo y doloroso que se cerró dos años después con una sentencia salomónica: custodia compartida.

Durante años, las desavenencias entre madre e hija han sido evidentes. Pero la cosa pasó a mayores en  julio del 2012. Una monumental bronca entre ellas que requirió la presencia de la Guardia Civil en el domicilio familiar provocó que Rocío Flores, que aún no tenía 16 años, se instalara en el domicilio de su padre. Antonio David interpuso entonces una demanda para reclamar la guardia y custodia en exclusiva de la niña -no así de su hermano-, que a partir de ese momento vivió con él y rompió cualquier relación con su madre. Con él, con su mujer desde el 2009, Olga Moreno, y con su nueva hermana, Lola Flores, que cumple 2 años en diciembre.

«Mi ejemplo a seguir. Teniéndote a ti me sobra el resto. Te quiero, papá». Excepto en un primer momento de calentón, en el que llegó a decir que sus padres eran Antonio David y Olga, Rocío Flores nunca ha tenido una palabra en público para su madre. Sus mensajes en las redes sociales la ignoran. Quién sabe si esa indiferencia aún hace más daño a Rociito. «Vivo con quien quiero», le responde a algún fan, mientras que a otro le reconoce: «Dicen que físicamente [me parezco] a mi madre y a mi abuelo e interiormente a mi padre, por suerte».

 

Nunca una mención a la figura materna, que ella parece identificar con su desaparecida abuela Rocío Jurado. A ella la recuerda a menudo, incluso le dedica un mensaje el día de su 18º aniversario: «Hubiera sido perfecto pasar el día contigo y sé que desde ahí arriba me cuidas, siempre contigo, ya lo sabes».

 

Y en este complicado enredo de relaciones familiares, hay alguien que cobra especial importancia: su tía Gloria Camila. La hija de Rocío Jurado y Ortega Cano -con quien se lleva solo nueve meses- y ella son íntimas amigas y comparten algo más que la edad: Gloria tampoco se habla desde hace años con Rociito, su hermana mayor, que vive alejada completamente de la familia. Twitter e Instagram son testigos casi a diario de esta relación especial que mantienen y que comparten con otra Rocío, Rocío Rodríguez Mohedano, hija de Gloria, hermana de la Jurado. Una exposición mediática que seguro que asustó a su padre, que siempre ha protegido la intimidad de su hija y que sigue pidiendo respeto para ella.

Seguramente fue él quien le sugirió que, después de la avalancha de seguidores que empezó a tener (más de 10.000 en un solo día), volviera a proteger su cuenta. Puestos en contacto con Antonio David, se le llena la boca de piropos y confiesa que está «muy orgulloso de ella». Lejos de seguir el prototipo de hija de famoso que se acostumbra a una vida regalada (ejemplos tiene en la familia), Rocío Flores Carrasco es una chica centrada que acaba de comenzar una carrera. Desde el mes pasado estudia Psicología y parece querer mantenerse alejada del circo mediático que podría convertirse, una vez más, en la forma fácil de ganar dinero a base de mostrar los trapos sucios del clan de Nueva Chipiona.