Calor global

Reparto de agua en una estación de trenes de Budapest (Hungría), ayer.

Reparto de agua en una estación de trenes de Budapest (Hungría), ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Es cierto que en ocasiones se acostumbran a destacar noticias que con el sentido común en la mano quizás no lo sean tanto. Es decir, si estamos en verano, lo normal es que haga calor. Y si estamos en invierno, que haga frío. Si se quiere insistir en el hecho, como es el caso, se pueden hacer varias cosas. Consultar la estadística, esto es, echar la mirada atrás; comprobar qué es lo que está pasando allende nuestras fronteras, y escuchar a los científicos. Así las cosas, parece que efectivamente hay noticia, pues España vive el inicio de verano más bochornoso de los últimos 40 años, buena parte del hemisferio norte tiene el mercurio por las nubes y los expertos otean la génesis de algo peor.

Lo último, para ser justos, no es del todo una novedad, pues cuando se producen olas de calor, o un casquete polar pierde un enorme islote de hielo, o las mareas sufren alteraciones, o el glaciar se vuelve una mancha de nieve sucia, es habitual que se alcen voces que advierten de los efectos del calentamiento global. El viernes hicieron oír la suya investigadores, profesores de universidad y meteorólogos reunidos en Londres. Explicaron que la actual ola de calor en De Bilt (Países Bajos) sucedería cada 30 años si estuviéramos en la situación de 1900. Pero ahora se prevé que pase cada tres años y medio. Lo mismo en Mannheim (Alemania), donde el calor extremo se hace carne cada 15 años, en lugar de una vez al siglo. En este último país, este fin de semana, el más caluroso del año, 12 personas han muerto en el agua, 25 jornaleros que recogían fresa en Osnabrück sufrieron un colapso y seis participantes en un festival de coros en Tréveris fueron hospitalizadas por un golpe de calor.

43 GRADOS EN BANYOLES / En España es más una cuestión de cantidad, pues gracias y por culpa de la cercanía con el continente africano y su ardiente aliento en los últimos 40 años se han producido 82 olas de calor, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). La 81 y la 82, sufridas en los últimos días, convierten este inicio de verano en el más crudo de estas cuatro décadas, aunque por ahora no se supera la situación vivida del 30 de julio al 14 de agosto del 2003, la ola de calor más larga hasta la fecha. Pero no la más dura, pues la que azotó la Península entre el 8 y el 11 de agosto del 2012 se extendió por 40 de las 50 provincias. Ayer eran 32 las que tenían la alerta encendida, mientras que en Catalunya Protecció Civil elevó de 22 a 35 el número de comarcas apercibidas por el terrible bochorno. Los récords de la jornada se consiguieron en los observatorios de Banyoles (Pla de l'Estany), con 43 grados; Anglés (La Selva), con 42,9, y Navata (Alt Empordà), con 42 grados.

La Aemet confirmó a través de un comunicado que se espera que la situación se mantenga, con un grado de probabilidad del 70%, hasta el día 12. Solo se salvarán, aunque con temperaturas máximas de 32 grados, el oeste y norte de Galicia, Cantabria y el norte de Castilla y León. En el resto, cielo azul y una canícula que recomienda prudencia y cuidado con los colectivos más frágiles ante estas situaciones: personas mayores, bebés y enfermos crónicos.

A pesar de los esfuerzos y de los consejos, en Pakistán han perdido la vida estas últimas semanas más de 1.250 personas por culpa del calor asfixiante que en algunas zonas llegó a superar los 50 grados. Solo en la zona costera de Karachi, el Gobierno informó de que 65.000 ciudadanos fueron hospitalizados a consecuencia de las elevadas temperaturas.

Al otro lado del Atlántico, la cosa no parece estar mucho mejor. Sirva como botón de muestra lo que está sucediendo en el estado de Washington -no confundir con la capital federal homónima-, el de la esquina del Pacífico, limítrofe con Canadá. Allí, y eso apuntalaría las teorías de los expertos que el viernes ofrecieron un futuro poco alentador, nunca antes la temporada de incendios había empezado tan temprano y con tanta fiereza, según ilustra y explica el diario Los Angeles Times. «Esto anuncia un cambio radical en el tipo de fuegos que vamos a ver a partir de ahora», sostiene al rotativo Peter Goldmark, jefe del Departamento de Recursos Naturales del Estado. No hay duda de que esta ola de calor es noticia.

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