Cada vez hay más depresivos
La población diagnosticada de depresión en los años 70 superaba ampliamente a la de los años 60, y la detectada en los 80 había aumentado en relación a la de los 70. Con y sin épocas de crisis, hace medio siglo que no dejan de crecer las cifras de enfermos depresivos, indican los epidemiólogos. Los expertos atribuyen este fenómeno a la creciente infelicidad del ser humano. À. G.
Las personas deprimidas describen una pena profunda, tristeza indescriptible y sin motivos concretos, y total incapacidad para disfrutar de los acontecimientos que en algún momento fueron de su agrado. Incluido comer, practicar sexo o tomar una cerveza. A esto se suma un creciente desprecio por uno mismo, miedo a un incesante número de actividades que antes se afrontaban sin problemas y rechazo aparente a estar acompañado.
Las recetas de antidepresivos han dejado de ser ámbito exclusivo de los psiquiatras. Los médicos de familia los recetan en la actualidad de forma masiva, ya que se ocupan del malestar que les relatan sus pacientes. Desde que estas familias de fármacos se ofrecen como genéricos, han dejado de ser la familia terapéutica más costosa para la sanidad pública. Estas terapias, no obstante, siempre son prolongadas y deben mantenerse bajo control médico.
La búsqueda de satisfacción y el fracaso a la hora de lograr la felicidad son constantes e inherentes al ser humano y, consideran los psiquiatras, tal vez eso explique el incesante aumento de las cifras de enfermos deprimidos en los países desarrollados. En la actualidad, esta enfermedad afecta a entre el 5% y el 10% de los ciudadanos de Catalunya y del resto de España. Se calcula que el 13% de la población sufrirá un episodio depresivo a lo largo de su vida.
Los antidepresivos más recetados en la actualidad son inhibidores selectivos de la recaptación del neurotransmisor serotonina, de los que el más conocido fue el Prozac, que ahora se ofrece en forma de genérico como Fluoxetina. Su efecto es equivalente, según el psiquiatra Víctor Pérez-Solá, al de la psicoterapia cognitivo-conductual, aunque esta resulta mucho más costosa que los medicamentos. La terapia de un mes con Fluoxetina cuesta un euro.
Coinciden los psiquiatras en que la crisis económica no ha incrementado las cifras de enfermos con depresión profunda. Sí ha crecido el número de personas «vulnerables» que muestran estados depresivos con causa conocida: la pérdida de trabajo, casa, dinero, escuela para sus hijos o incluso la dificultad para alimentar a la familia son evidentes motivos de síntomas desesperanzados. Algunas de estas personas inician una depresión grave.
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