Una droga atrincherada

El caballo aún cabalga

En el 2008, la Policía Nacional intervino 316 kilos de heroína llegados al puerto de Sitges en un velero Las mafias marroquís llevan tiempo afianzando su cuota en el mercado de esta droga

Un adicto 8 Manuel Gracia en Can Espinós, hace tres semanas.

Un adicto 8 Manuel Gracia en Can Espinós, hace tres semanas.

M. N.
BARCELONA

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Hace seis años, que tampoco son tantos para algunas cosas, la Policía Nacional se incautó de 316 kilos de heroína desembarcados en en el puerto de Sitges (Garraf) y que habían llegado en velero. Aquel golpe, dado por el grupo del inspector jefe Enrique Juárez de la Brigada Central de Estupefacientes, ostenta a día de hoy el mérito de continuar siendo uno de los mayores alijos de esta droga descubiertos en Europa. Es verdad que la cocaína desplazó hace años a la heroína en número de consumidores y trasiego, pero la última operación de los Mossos d'Esquadra pone de manifiesto que esta droga sigue enganchando a unos y se mantiene como un gran negocio para otros.

Durante un tiempo, el tráfico de heroína fue un negocio que controlaban ciudadanos turcos casi en el 80%. Las mafias manipulaban el material en la frontera de Afganistán con Pakistán y eran los búlgaros los que se encargaban del transporte a Alemania y Holanda, los dos países utilizados por las organizaciones criminales para almacenar el material y distribuirlo después en los mercados europeos.

La guerra en Afganistán

Los paquistanís fueron los primeros en irrumpir en el negocio de los turcos. Durante los años de mayor intervención militar en Afganistán en la guerra contra los talibanes muchas plantaciones fueron quemadas y su cultivo, controlado. Parte de la producción se desplazó a Pakistán. Y algunos intentaron sacar tajada.

En enero del año pasado, una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía Nacional desmanteló una red que había traído 57 kilos de heroína ocultos en un contenedor, a través del puerto de Barcelona. La trama, integrada por cinco paquistanís y tres españoles, intentó abrir una nueva vía de entrada de la heroína en Europa, por mar en lugar del tradicional transporte terrestre.

Los marroquís han sido los últimos en entrar en el negocio de la heroína. En junio pasado, la Sección Segunda de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía desarticuló una organización criminal integrada por marroquís y se incautó de 11 kilos de heroína. Como en esta ocasión, la droga llegó por carretera procedente de Holanda y en unos paquetes que se asemejan mucho a los intervenidos ahora por los Mossos en Banyeres del Penedès. Hay otro elemento coincidente entre las dos operaciones policiales. Aquella primera organización criminal estaba localizada en Murcia, pero hubo dos detenidos en Tarragona.

Y en la calle el consumo se mantiene, aunque son varios los indicadores que aconsejan no bajar la guardia. El propio subinspector de los Mossos d'Esquadra Eduard Vicens reconoce que los nuevos hábitos de consumo de la heroína, que ahora se fuma e inhala más, en vez de inyectarse, está provocando un incremento en el trasiego de consumidores y vendedores.

Plaga en Estados Unidos

Lo cierto es que las cifras oficiales no reflejan ese incremento de consumo, pero todos los actores vinculados con la prevención y el consumo de la heroína están más alerta que nunca. La epidemia de heroína que sufre Estados Unidos podría llegar a Europa, porque las modas que empiezan al otro lado del océano acaban llegando. En Estados Unidos se ha perdido el miedo a la heroína y en España hay un porcentaje nada despreciable que la sigue consumiendo vía inyectada.

Basta con acercarse al barrio de la Mina, de Sant Adrià de Besòs, donde algunas familias ostentan el reconocimiento de traficar con la heroína de mejor calidad del área metropolitana. La sala de punción controlada es muy pequeña y está demasiado cerca de la comisaría de los Mossos. Por eso es habitual ver a toxicómanos pincharse junto a las vías del tranvía.