NUEVO FENÓMENO EN INTERNET

El 'boom' de la cocina crea sus redes sociales

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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No solo de Masterchef vive la afición a la cocina. La explosión de programas de televisión viene precedida de una trayectoria en internet que ha cambiado el libro de cocina por el blog y la app. En las redes sociales, tantas fotos de platos en Facebook, Twitter e Instagram (un tercio de las imágenes son de comida) ya empachan, y un nuevo fenómeno ha pasado a ligar todos esos ingredientes: las redes sociales de cocina. Aplicaciones móviles y web que permiten compartir vídeos, fotos y recetas de usuarios creadas por ellos mismos o consumidas en restaurantes. Este exhibicionismo ha sido ya etiquetado como food porn, la pornografía de la comida, en un mundo en que una de cada seis personas pasa hambre.

«La comida siempre ha sido un acto social. Quedamos para comer. Comemos si puede ser con gente. Es algo que va más allá de la mesa. Por tanto, más que fotografiar el plato, ahora se busca una nueva manera de compartir la comida», explica Xavier Medina, antropólogo, profesor del departamento de sistemas de alimentación, cultura y sociedad de la Universitat Oberta de Catalunya y uno de los organizadores del congreso sobre antropología de la nutrición que se celebró en Montánchez (Cáceres), el pasado diciembre, dedicado a las redes sociales.

TIRÓN DE LOS NOMBRES / En el último año, han surgido decenas de redes sociales que buscan aprovechar el boom de la cocina aficionada. Plataformas que quieren captar a quien tiene un blog y busca promocionar sus recetas, o a quien no ha pensado tenerlo pero quiere compartir su plato en el ciberespacio. La mayoría basada en ese acto que se ha convertido en cotidiano de hacerles fotos a los platos con los móviles. Y muchas con vídeos tipo «paso a paso».

Las nuevas redes de cocineros amateurs están también abiertas a los profesionales, con el intento de que sea su tirón mediático el gancho para querer estar «al lado de…». Pero los profesionales no son muy dados a explicar técnicas de sus últimas creaciones. «Yo comparto muchos platos, tanto que yo cocino como que encuentro en mis viajes, pero no voy a estar poniendo lo último que he hecho, porque hay que poner en valor el trabajo», afirma Quique Dacosta, cocinero con tres estrellas Michelin y más de 52.700 seguidores en Twitter.

«No sé si todo esto no es solo una forma más de exhibicionismo», opina Toni Massanés, crítico gastronómico y alma de la Fundació Alícia, especializada en innovación culinaria, la mejora de los hábitos alimentarios y el patrimonio agrícola. «Es cierto que compartir lo que comemos es una moda y todos nos apuntamos, pero hay un interés por la alimentación. Es una oportunidad para que la gente coma mejor».

PATRONES COMUNES / Las redes sociales de cocina tienen unos patrones comunes: cada usuario muestra su perfil, señala a quién sigue y qué platos prefiere, y comparte lo que pone o comenta en otras plataformas webs, buscando audiencias cada vez mayores. Muchos datos muy valiosos para empresas de alimentación, que hasta ahora solo sabían los consumos del supermercado y que pueden explotar en publicidad ultrasegmentada. Las redes de comida son un escaparate para promocionar restaurantes, marcas, eventos o alimentos, entre un público receptivo.

Pese a esto, no todas las propuestas han triunfado. Facebook no ha formalizado su anuncio de crear un apartado específico de recetas. Evernote, el líder del almacenamiento de documentos en la red, no ha conseguido seducir con Evernote Food.

«Los blogs supusieron una democratización de la opinión gastronómica y culinaria, pero igual tampoco hay necesidad de tanta información. Al final acabas yendo a Google a buscar lo que quieres, y con un poco de criterio, lo seleccionas», dice Massanés. Una opinión con la que coincide Dacosta, que alerta de la «sobredimensión de la información» y reivindica el papel de los profesionales. «No es lo mismo una receta de Joan Roca, Andoni Aduriz o yo mismo que la de mi madre».

Algunos son escépticos sobre la vida del fenómeno. «Habrá que ver cuándo la gente se cansará de trabajar gratis. Yo, al principio, tuiteaba todos los platos que probaba. Luego me empezó a dar vergüenza y ahora me da pereza. Ya solo pongo los que hago yo», comenta Massanés.