Bioimplantes y células madre impulsan la cirugía reparadora

Cada año se realizan en Catalunya unas 1.500 reconstrucciones de mama después de un cáncer

NUEVAS TÉCNICAS. El doctor Jaume Masià, con una paciente en su consulta del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

NUEVAS TÉCNICAS. El doctor Jaume Masià, con una paciente en su consulta del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

Carme
ESCALES

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Cuando, el pasado mes de marzo, el equipo de cirugía plástica del Hospital Universitari Vall d'Hebron, que dirige el doctor Joan Pere Barret, hacía público el éxito de un trasplante de cara realizado a un paciente con una enfermedad que le deformaba los tejidos faciales se estaba poniendo nombre y apellido al progreso médico, científico y tecnológico. Cuarenta y cinco profesionales se habían coordinado para eliminar el tumor y las deformidades del rostro y recuperar las funciones de la respiración, visión y habla del paciente, así como su capacidad para deglutir. Otra capacidad que no figura en el informe médico brilla, sin embargo, por encima de las demás: el paciente podía volver a sonreír.

Por todo lo que muestra y demuestra, recuperar la sonrisa es, en la vida de una persona a la que le han extraído un tumor, lo que la cirugía plástica reconstructiva es para la oncología: la guinda final de un proceso duro, y, en muchas ocasiones, el cierre de muchas más heridas que las físicas. «Somos el último escalón tras meses difíciles en los que el estado anímico es muy precario. Ahí nos damos cuenta de que no es suficiente estar libre de la enfermedad. El concepto de salud, estar sano, no radica solo en la ausencia de la enfermedad. Y la cirugía plástica reconstructiva (también se refieren a ella como reparadora) juega un gran papel en esa parte de la salud que no se refleja en una radiografía», señala el director del servicio de Cirugía Plástica del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Jaume Masià.

El cáncer de mama y la reconstrucción de los senos que conlleva es uno de los casos más claros. Cada año en Calalunya se realizan unas 1.500 reconstrucciones de mama tras un cáncer, un cáncer que afecta a una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida y del que se registran cada año en Catalunya entre 5.000 y 6.000 casos. De ellos, unos 3.000 se abordan con una cirugía conservadora, que no precisa extraer la mama.

BORRAR SECUELAS CON TEJIDO PROPIO / Importantes avances en las técnicas de microcirugía reparadora, bioimplantes trabajados previamente en el laboratorio con células madre y exhaustivas planificaciones preoperatorias gracias a softwares especializados en 3D han aumentado la eficacia y seguridad de las operaciones de cirugía plástica reparadora pos-oncológica. «En el 90% de los casos de reconstrucción de senos tras la extracción de un tumor la paciente se recupera al 100% de sus secuelas», concreta el cirujano Jaume Macià. El cáncer de mama es la enfermedad que deriva un mayor número de casos a equipos como el que dirige Jaume Macià. Aprovechar tejido y grasa de alguna zona del cuerpo, donde sobre, para implantarla en la zona a recuperar, como pueden ser los senos, ha sido uno de los grandes pasos hacia adelante que la cirugía reparadora ha dado en los últimos años. «El michelincito de la barriga, la cadera o la cara interna de las piernas, sin necesidad de tocar la musculatura, lo aprovechamos para reconstruir el pecho», detalla el doctor Jaume Masià del Sant Pau. «Es la cirugía ecológica», afirma. «Lo que sobra de un lado sirve en otro. Es un gran avance. No destruimos funcionamiento y aportamos beneficio estético», puntualiza el cirujano, sobre la técnica denominada DiepEvitando los implantes ajenos a la composición biológica de los pacientes -el cáncer de mama también se da en hombres, aunque el impacto tiene más repercusión sobre la feminidad y maternidad de las mujeres-, se esquivan también elementos como el rechazo y la pérdida de funcionalidad, elasticidad y compatibilidad con la variabilidad de los tejidos naturales en la zona. Ello se debe a que las células de un autotrasplante disponen del mismo ADN, por lo que reaccionan igual que el resto cuando, por ejemplo, se gana o se pierde peso o el cuerpo se desarrolla, en el caso de niños y adolescentes.

«La técnica Diep fue introducida en España en 1999, a través del Hospital de Sant Pau, y ha significado el salto cualitativo más grande en la reconstrucción de los senos, sin destruir, y duradera para siempre. La misma calidad tisular -de los tejidos- del pecho natural es lo que les da forma», declara Masià.

«El segundo gran cambio que ha dado la cirugía plástica reparadora, en este caso tras un cáncer en el que solo se ha extirpado un trozo de mama, ha sido el injerto graso con células madre», explica el cirujano del Sant Pau. «Con una pequeña liposucción se extrae grasa y de su zona más vital se aíslan las células madre en el laboratorio y por cánula -un finísimo tubo-, y sin necesidad de cirugía, se rellena el defecto que ha producido la tumorectomía», detalla Jaume Masià.

SOLVENTAR EL LINFEDEMA / Otro de los avances en la cirugía reparadora posoncológica se centra en otra de las secuelas del cáncer de mama: el linfedema. Es la acumulación de líquido en los ganglios de las axilas, «una estación o camino para la diseminación de posibles células cancerígenas», señala el doctor Masià. Vaciar de ganglios la axila y sustituirlos por los de otra zona, como pueden ser los de la ingle, o realizar en la axila un baipáspara derivar el sistema linfático son las intervenciones que se llevan a cabo.

Paralelamente al avance en las técnicas de cirugía plástica reconstructiva tras el cáncer, «es necesario que los equipos médicos procuren que toda paciente conozca, al mismo tiempo y con el mismo detalle con el que se le da a conocer su enfermedad, que al final del túnel la cirugía plástica reparará las secuelas. La supervivencia ya es alta, que sepa que se podrá sentir como antes o mejor», concluye Jaume Macià.