EL FENÓMENO DE LOS SORTEOS POPULARES

Bingueros navideños

Un público familiar en una quina celebrada en Garrigàs el pasado día 20.

Un público familiar en una quina celebrada en Garrigàs el pasado día 20.

FERRAN COSCULLUELA / GARRIGÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Navidad es una época especial en la que se entremezcla lo espiritual y lo mundano. Una celebración religiosa repleta de guiños humorísticos, ocio y juegos de azar, con 'caganers', inocentadas, el Gordo, el Niño y la Grossa de Cap d'Any. En las comarcas de Girona, y en algunas localidades de Lleida y Barcelona, también es tradición que durante estas fechas se celebre una suerte de bingo rural que en lugar de dinero premia con fuets, jamones, cestas de fruta, otros artículos de alimentación o electrodomésticos, aunque tiempo atrás se entregaban animales vivos y algún coche. Son las populares quinas o quintos, unos sorteos que han acentuado su vocación irreverente y que en los últimos años incluso han dado lugar a fiestas eróticas.

El año pasado se celebraron en las comarcas de Girona 232 quinas, unas pocas más de las que se prevén este año (221). El nombre de este juego, cuyo origen se suele situar en Francia, deriva del latín (quintus), en referencia a los cinco primeros números que se marcan para conseguir la línea. Su mecánica es la misma que la del bingo, en el que se cantan líneas y quinas a medida que se completan los números de un cartón marcándolos con granos de trigo.

FONDOS PARA EL PUEBLO

En la mayoría de los pueblos, este juego tradicional está organizado por las asociaciones de la localidad con el fin de recaudar fondos para sufragar actividades y fiestas o para financiar algunas obras. Desde hace años, la Generalitat envía puntualmente una carta a los alcaldes de Girona recordándoles que las quinas son un juego tradicional «sin ánimo de lucro» que se circunscribe a las fiestas de Navidad (solo pueden celebrarse entre el 5 de diciembre y el 6 de enero). También les reitera que no se pueden entregar premios en metálico y que los que se dan en especies han de ser «de escasa trascendencia» económica.

«Las quinas se recuperaron con la democracia, porque en época de Franco aquí no se hacían. La primera que recuerdo es la que organizaba la Cruz Roja en La Jonquera. Antes las hacíamos durante todo el año, pero a causa de la presión de los bingos la Generalitat las acotó a las fiestas navideñas», recuerda Josep Masoliver, alcalde de Garrigàs (Alt Empordà), una de las localidades que organiza las quinas más concurridas de la comarca, en las que pueden llegar a participar hasta 600 personas.

La rivalidad entre los pueblos ha obligado a mejorar continuamente los premios con el fin de mantener la afluencia de un público familiar, en el que también se incluyen los niños. Los jugadores pagan entre 10 y 12 euros por un cartón con el que pueden participar en la decena de sorteos que se celebran cada noche. En Garrigàs, los tres primeros números y la línea se premian con un fuet, un jamón o una caja de fruta, y la quina obtiene una cesta repleta de artículos de alimentación. Al final de la noche se sortea un electrodoméstico y, cuando acaba la temporada de quinas (se celebran entre nueve y diez), se sortea un vale por valor de 1.000 euros para gastar en un viaje.

«Hubo varios años en los que el premio de final de temporada fue un coche», explica el alcalde, que lleva 30 años sin hacer vacaciones en Navidad porque es uno de los 'cantaires' (o 'lloros') de los números. Una especialidad para la que se requiere cierta experiencia y picardía, ya que muchos números tienen sus 'mots' o nombre particular que en muchos casos es humorístico o picante.

Las personas que organizan las quinas lo hacen voluntariamente, sin cobrar, para conseguir recursos para las asociaciones del pueblo. «Nosotros hemos hecho la pista polideportiva, hicimos mejoras en la escuela, construimos el local social, compramos un terreno para hacer un aparcamiento y cada año destinamos gran parte del dinero a fiestas y celebraciones», comenta.

CINE Y ESTRÍPERES

Pero organizar una quina también tiene sus riesgos, ya que los premios son los mismos independientemente del público que asiste a los sorteos, por lo que puede haber pérdidas si no se consigue la afluencia prevista. Con el fin de diferenciarse o para animar la fiesta, en los últimos años han aparecido quinas eróticas y también alguna especializada en el mundo del cómic y el cine, como la que se celebró el pasado domingo en Castell-Platja d'Aro.

«La quina, si no toca, puede ser aburrida, y nosotros queremos que sea un espectáculo», comenta Josep Sala, organizador del sorteo erótico de Viladamat (27 de septiembre), en el que pueden ganarse juguetes para adultos o noches de hotel y masajes, además de asistir a un número de estríperes. Unas ganas de cambio que también llegarán este año a Vilasacra (3 de enero), con prohibición de acceso a menores y con un preservativo y una piruleta de regalo con la entrada.