Gente corriente

Beatriz Niño: «Nuestra casa olía más a pintura al óleo que a sopa»

Abogada por amor al arte. Su padre pintaba y ella media en los conflictos jurídicos que surgen en el mercado del arte.

«Nuestra casa olía más a pintura al óleo que a sopa»_MEDIA_3

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GEMMA TRAMULLAS

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En su despacho de Nial Art Law, Beatriz y su hermana Isabel andan ajetreadas asesorando a un marchante extranjero en la adquisición de dos obras de un pintor catalán por cuya firma se pagaron el año pasado 30 millones de euros (la confidencialidad es religión en este sector, de ahí la ausencia de nombres propios). Igual que asesoran a un millonario, intervienen en disputas por herencias artísticas, analizan conflictos de derechos de autor, resuelven dudas de los coleccionistas sobre fiscalidad o incluso representan a un Estado en un caso de expolio artístico. La casuística es amplia en un sector que a nivel mundial mueve 43.000 millones de euros al año.

¿El contexto económico favorece la fuga de grandes obras?

En este caso que estamos asesorando se trata de obras que pertenecían a un particular que las dejó como garantía para que le dieran un dinero y, al no poder devolverlo, han acabado saliendo a la venta. Falta liquidez y mucha gente se desprende de sus obras. En España es un buen momento para comprar arte a buen precio. La pintura catalana, por ejemplo, ha sufrido una devaluación brutal, aunque todas las obras importantes de los pintores importantes, todas, se van fuera del país. Es una pena.

¿Y cuánto valor económico dice que ha perdido la pintura catalana?

Un 50%. Hay obras tiradas de precio. También se están produciendo daciones en pago. Se pagan deudas de impuestos con obras de arte, que van a parar a fondos públicos.

¿Con la crisis, el arte y la cultura en general pasan al furgón de cola?

La normativa fiscal favorece muy poco el mercado del arte. Al subir el IVA al 21% se equipara el arte a un producto de lujo y favorece que muchas obras no se declaren por miedo al palo fiscal, cuando lo que hace el arte es crear riqueza.

¿Coleccionar no es un lujo?

Me refiero a que no se propicia que el arte esté integrado como una parte más de la sociedad. Se considera que el coleccionista es una persona a la que le sobra el dinero, y muchas veces es así, pero no hace falta pensar en cifras enormes, podemos hablar de piezas de 500 euros. La riqueza que puede llegar a tener un país con la cultura es inmensa.

¿Usted y su hermana también son coleccionistas?

A muy pequeña escala. Nosotras hemos vivido el arte desde pequeñas. Nuestro padre nos llevaba a galerías, museos y exposiciones y tenía un estudio donde pintaba. Nuestra casa olía más a pintura al óleo y a trementina que a sopa. Aquello fue creando un poso y llegó un momento en que teníamos un despacho de abogados generalistas que funcionaba, pero lo que hacíamos no nos llenaba a nivel personal. Decidimos apostar fuerte y especializarnos por nuestra pasión personal por el arte.

¿Qué caso le ha chocado más de los que ha llevado su despacho?

El del expolio de piezas precolombinas. En el año 97 se organizó en Santiago de Compostela una de las mayores exposiciones de arqueología precolombina, propiedad del coleccionista Augusto Leonardo Patterson y con un valor de 53 millones de euros. La muestra se inauguró a bombo y platillo. Acudieron los Reyes, Fraga, y fue un éxito. Después, las piezas se guardaron 10 años en un almacén privado de Santiago.

¿Y no las reclamó nadie?

No. Hasta que Patterson quiso sacarlas de España, pero no tenía los correspondientes permisos de exportación e incurrió en un delito de contrabando. Además, varios países sudamericanos denunciaron que en su colección había, supuestamente, piezas falsas y procedentes del expolio. Patterson está detenido en Madrid y nuestro despacho representa a la República de Ecuador en este caso, que está pendiente de juicio.

¿Para expolios solo hay que pasear por el Museo Británico y el Louvre.

El mundo está dividido en dos tipos de países: los expoliados y los que expolian. El tráfico ilícito de bienes culturales que se produce en Sudamérica y en los países en guerra es una barbaridad.

¿España, que fue de los que expolian, está siendo ahora expoliada?

Podríamos decir que sí.