Prueba piloto de un equipo del csic en la capital catalana

BCN ensaya cómo atrapar en el suelo las partículas contaminantes

Un técnico comprueba si el líquido esparcido en la calle de la Indústria de Barcelona es demasiado resbaladizo para los coches, el martes.

Un técnico comprueba si el líquido esparcido en la calle de la Indústria de Barcelona es demasiado resbaladizo para los coches, el martes.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Un tractor equipado con un difusor en su parte trasera recorre todas las madrugadas un tramo de la calle de la Indústria de Barcelona para evaluar una sorprendente técnica contra la contaminación: mientras circula, el vehículo rocía el asfalto con un compuesto químico que favorece que se adhieran las partículas en suspensión presentes en el aire y no vuelvan a elevarse debido al posterior paso de los coches. «Lo mejor será siempre reducir el número de vehículos y su velocidad, pero hay medidas complementarias que pueden ayudar mucho a mejorar la situación», defiende el coordinador del estudio, Xavier Querol, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Diagnóstico Ambiental (Idaea) de Barcelona.

Las partículas de menos de 10 micras, conocidas técnicamente como PM10, pueden causar graves problemas para la salud cuando son inhaladas y alcanzan los pulmones. Al margen del polvo fino de obras y chimeneas, así como las recurrentes incursiones de polvo sahariano, los coches son los grandes responsables de las PM10 en las ciudades. «Los filtros han mejorado mucho en los últimos años, pero se siguen generando muchas, quizá el 50% del total, debido al desgaste de los frenos, de los neumáticos y del propio asfalto», dice Querol. No hay normativa al respecto.

ACETATO DE CALCIO-MAGNESIO / Durante el rápido recorrido por la calle de la Indústria, que se repite tres veces para cubrir todos los carriles de circulación, el tractor aplica acetato de calcio-magnesio en una proporción exacta de 10 gramos por metro cuadrado: más podría ocasionar problemas de adherencia en los coches y menos debilitaría la retención de las partículas, resume Fulvio Amato, también investigador del Idaea-CSIC, mientras observa in situ el estado del firme. El acetato es un producto inocuo que se usa a menudo en las calles como descongelante, como alternativa a la sal, y que se elimina fácilmente con la lluvia.

Amato asume que el producto tiene un efecto efímero, limitado a unas seis horas, pero «evita que por la mañana, cuando hay más tráfico, se superen los umbrales de PM10 que establece la UE». El mismo producto se ha aplicado con resultados satisfactorios en Londres, Estocolmo y Viena, entre otras ciudades, pero el reto, prosigue Amato, es comprobar su efecto en una ciudad del sur de Europa, con calor, poca lluvia y episodios de polvo sahariano. «En Zúrich, en un metro cuadrado de suelo hay de promedio un miligramo de PM10

-pone como ejemplo Querol-. En Barcelona nos salen entre 6 y 9, y en zonas de obras se llega a las 300».

La iniciativa, financiada por el proyecto europeo Airuse-Life, la lleva a cabo un equipo científico del Idaea en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona y el Departament de Territori de la Generalitat. En años pasados ya se analizaron otros sistemas, como la aspiración de PM10 y el lavado con agua, «pero el ambiente se cargaba rápidamente de nuevas partículas», admite

Querol.