La batalla de las raspas

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / Barcelona

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Los niños tienen la palabra. ¿Acaso hay mayor reto para un pescado que poner a prueba su prestigio ante la ancestral aversión que despiertan entre el público infantil? De su veredicto ha dependido en buena medida el futuro de las especies marinas llegadas desde los confines del planeta en los últimos tiempos. Que no lo aborrezcan ya es un rotundo éxito. Un desafío que en su día superaron, con mayor o menor solvencia, especies como la perca y la panga. Ahora ha llegado el turno de la tilapia.

Para los más pequeños es un pescado más. Pasa el trámite por su aspecto, liso, blanco, en forma de filete. Y el requisito imprescindible: no tiene raspa. «Muchos centros exigen panga o tilapia para evitar espinas. Y a los niños les gustan rebozados, por su sabor neutro, sin un regusto intenso de pescado», explica Robert Amat, responsable de dietética y nutrición de la empresa de restauración colectiva Rost Serv.

Amat asegura que las únicas quejas llegan de los padres. Muchos de ellos están alerta desde que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) detectara restos de pesticidas en la panga y rastros de mercurio en filetes de este pescado y de perca en un análisis del 2010. No superaban el umbral marcado por las autoridades de sanidad alimentaria, pero la OCU recomendaba el consumo limitado.

A la tilapia no le beneficia su denominación de origen exótica, como ocurre con la panga, su predecesora, importada en su mayoría del río vietnamita Mekong, «uno de los más contaminados del mundo», recuerda Lydia Chaparro, de Ecologistas en Acción. La nueva especie también procede del Sureste Asiático, desde donde los cargamentos suelen superar las 30 toneladas «para rentabilizar la inversión», según el distribuidor Enrique Moreno, de BCN Peixos. Un largo viaje, «congeladas la panga y la tilapia, refrigerada y en avión la perca», explica el vicepresidente del gremio de mayoristas de pescado de Mercabarna, Ángel Máñez.

Aval de las autoridades

Pese al recelo que despiertan, expertos y autoridades avalan su consumo. El director de la Agència Catalana de Seguretat Alimentària, Alfons Vilarrasa, dice que estos pescados «cumplen los certificados de las autoridades de los países de origen», además de superar las inspecciones en Europa. El nutricionista Abel Mariné destaca que sus propiedades alimenticias «no destacan en positivo, pero tampoco en negativo». «Y no podemos permitirnos menús escolares a base de merluza, con los precios actuales», añade.

Unos precios que explican buena parte del éxito de estos pescados. Un kilo de panga fileteada se comercializa en Mercabarna en torno a 2,4 euros por kilo. La tilapia es «entre un 25% y un 30% más cara», alrededor de los 3,10 euros, aclara Máñez. Cifras lejanas de los cerca de 3,80 euros que cuesta el filete de merluza congelada, uno de los pescados con más tradición y mejor acogida en los hogares.