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Báscara, liberada

Los vecinos del municipio ampurdanés protagonizaron una firme y constante movilización durante 80 días, de la que se sienten orgullosos

Despistado 8 Hay grandes camiones que aún cruzan Bàscara pese al veto, como este, el miércoles.

Despistado 8 Hay grandes camiones que aún cruzan Bàscara pese al veto, como este, el miércoles.

C. B.
BÀSCARA

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Las movilizaciones de los vecinos acababan siempre con L'Estaca. Como reza la canción, estiraron fuerte por aquí y por allá, y tumbó. Y pudieron liberarse así de los camiones. Lo consiguieron tras 80 jornadas cortando la N-2 dos veces al día en un ejemplo de tesón y algunas gotas de candidez. Les salió bien porque la partida que se jugaba era la de las muertes en la carretera. También porque el estado lamentable de esa vía sonrojaba a los responsables políticos, que por una vez afrontaron la situación.

Un año después, Montse Feliu, que regenta la librería Bayó, a pie de la N-2, solo tiene palabras de júbilo para describir el cambio que ha experimentado Bàscara (Alt Empordà). «Es otro mundo, otro pueblo completamente distinto. Entre semana es una pasada vivir sin camiones pero el fin de semana es todavía mejor porque el tráfico de coches baja aún más», describe.

Feliu explicaba a este diario hace 12 meses que, durante el rato que duraban las protestas que habían arrastrado a decenas de sus vecinos a la carretera había descubierto que podía escuchar el canto de los pájaros. Ahora, el silbido de estos animales es constante: las moles de hierro con cuatro ejes han desaparecido de la travesía urbana. «No solo oigo su canto, también me he dado cuenta de que en la nave de maquinaria agrícola que tengo al otro lado de la calle hacen ruido al trabajar. Nunca hasta ahora me había llegado ese sonido», sonríe.

Un altar en el quiosco

La quiosquera ha hecho una suerte de altar con los artículos de prensa de la movilización de un año atrás. Los ha pegado en las paredes de la librería y las esquinas del papel empiezan a amarillear. Pero el recuerdo de lo que lograron los vecinos de Bàscara está muy presente. El día 6 inauguraron una exposición de fotografías en los bajos del ayuntamiento. Hay 19 instantáneas que repasan los más de dos meses en los que retaron a las administraciones a que les solucionaran el grave problema de soportar 3.000 camiones de gran tonelaje por su calle principal.

Está la quema de neumáticos en plena N-2. Y la interrupción de una hora de cada mañana. Las actividades con los más pequeños. El pesebre reivindicativo. La paella multitudinaria y el debate con los partidos políticos para exigirles respuestas. Y, no podía faltar, la última cena de la plataforma Prou Camions N-2 a la que se sumaron decenas de personas, la noche que comenzó el veto. Ya han organizado otra para el próximo día 18.

Siempre vigilantes

«No nos hemos deshecho como plataforma. Seguimos en activo aunque ahora no haya nada que reivindicar. Nunca se sabe si algún día tendremos que movilizarnos de nuevo», comenta Eugènia Carbó, la entonces portavoz del movimiento ciudadano. Carbó tiene una tienda de electrodomésticos junto a la librería. Junto a la N-2, ahora ya liberada de camiones, que le arrebató un día a su marido en un accidente de tráfico y la obligó a rehacer su vida. H