El Ayuntamiento de Barcelona potencia los espacios de apoyo a la crianza en casa

Biel llega con su madre, Rut; Nura lo hace acompañada de la suya, Lis, y Matías de la mano de Pato, su papá. Mientras los tres niños se van directos a jugar con unas piezas de madera con las que van haciendo construcciones, las madres, padres y abuelas se saludan y van tomando acomodo. "Yo soy repetidora, vine ya con mi primer hijo, Teo, y ahora regreso con Nura, la segunda. Esto es como un oasis", afirma Lis Figueras, arquitecta, que ha decidido dedicar estos años a la crianza prácticamente en exclusiva de sus hijos. Dos días a la semana -martes y jueves por la mañana-, Lis y Nura se reúnen con otros hijos y padres en su misma situación para compartir un tiempo en el Espacio Familiar del Raval. 

"Aquí vienen, además de los que han decidido de forma voluntaria que no quieren llevar aún a sus hijos a la escuela infantil porque prefieren la crianza en casa, padres que se han quedado sin plaza en un centro o familias derivadas por los servicios sociales, que lo consideran positivo tanto para el desarrollo del menor como para dar recursos al adulto", explica Ana Zafón, directora de este espacio de titularidad municipal. El acceso se realiza a través de una lista de espera, que está siempre abierta, "aunque se reservan siempre unas plazas para los casos sociales", precisa Zafón.

El equipamiento comparte instalaciones, patio, algunos servicios y parte del equipo docente con una escuela infantil convencional, la Cadí, y forma parte de una red de espacios familiares que el Ayuntamiento de Barcelona va a potenciar.

A los cuatro ya existentes (en Bon Pastor, Canyelles, Zona Franca y este del Raval), se sumarán en breve otros cuatro espacios (el de Tres Tombs, en el Eixample, que se abrirá en el último trimestre del 2017; el Aurora, en el mismo Raval y previsto para el 2018, y los de Sants-Badal y Trinitat Nova, que abrirán en el 2019), ha avanzado la teniente de alcalde de Derechos Sociales, Laia Ortiz. Las escuelas infantiles que se abran a partir de ahora en la ciudad "incorporarán también estos espacios".

CADA VEZ MÁS PADRES

"Empezamos en 1991, como un servicio dirigido, sobre todo, a madres que estaban solas o que se habían quedado sin plaza para sus hijos en una escuela infantil y que no contaban con el apoyo de la familia extensa para ayudarles con el niño", relata Roser Boltes, una de las educadoras de este coqueto espacio de ocio y formación. "Ahora, cada vez tenemos a más padres, a veces porque ellas, las madres, son las únicas que trabajan en la familia; otras, porque así lo ha decidido la pareja", cuenta Boltes.

Este último es el caso, por ejemplo, de Pato Bottos, el padre de Matías. "Venimos aquí desde que el niño tenía dos meses y ahora tiene ya tres años", cuenta este profesional del audiovisual, que acaba de ser padre de una niña. "Ahora la nena está con su madre, pero cuando ella vuelva a trabajar, en septiembre, Matías empezará en el colegio y yo regresaré aquí también con la pequeña", cuenta.

Los grupos, agrega Imma Bargalló, del Instituto Municipal de Educación de Barcelona (IMEB), "son lo más heterogéneos posible". "Y esa es una de sus principales riquezas", prosigue Roser Boltes. Cada semana, los padres dedican una sesión a intercambiar impresiones, experiencias y conocimientos. "A veces basta con escucharles, con que ellos puedan explicar que pasan noches sin dormir porque el niño llora... Y ver que hay otros padres con el mismo problema, les supone un alivio", agrega.