El auge del cannabis

Barcelona aplaza un año la norma de clubs de maría y prohíbe nuevos locales

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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Igual que un mes atrás hizo con los pisos turísticos, el Ayuntamiento de Barcelona se ha dado ahora un año para regular los clubs de fumadores de marihuana. Durante ese plazo -que si es agotado terminará después de celebradas las próximas elecciones municipales-   no otorgará permisos, ni para abrir nuevos locales ni para ampliar o reformar los que ya funcionan.

La premura, a pesar de los serios problemas cuya existencia el consistorio mismo admite, y que están en el origen de la decisión de regular («presencia de traficantes y menores», dijo ayer el primer teniente de alcalde, Joaquim Forn), no es un ingrediente del proceso, y eso que los síntomas de descontrol no son de nueva data: en enero, cuando se produjo el anuncio de que a mediados de año habría un protocolo, ya se hizo un esbozo de la problemática. A ratos da la impresión de que las asociaciones tienen más prisa.

«Estamos a favor de que se hagan las cosas ordenadamente, de que no se demore, que si han dicho un año sea un año, y de que hagan una regulación pensando en los más pequeños», reaccionó el portavoz de la Federació d'Associacions Cannàbiques, Jaume Xaus, aludiendo a la distinción que espera que el ayuntamiento tenga en cuenta: entre las asociaciones que cumplen y las que incumplen. Las unas son la punta de lanza de un movimiento social a favor de la normalización del consumo; las otras se aprovechan. Las unas rigen su actividad con un código de buenas prácticas autoimpuesto, una garantía de que su razón de ser es la satisfacción del autoconsumo de sus integrantes; las otras se arriman al paraguas y hacen algo, mucho o todo lo que se supone que no deberían hacer.

El protocolo anunciado en enero y hecho público ayer es al final una mera hoja de ruta que reconoce la existencia de problemas y marca un camino, que pasa primero por la prohibición de abrir nuevos clubs hasta el próximo junio. «Hemos detectado asociaciones que se apartan del objetivo de autoconsumo, que promocionan el consumo, que se publicitan y que captan clientes. También hemos detectado la presencia de traficantes, menores y conflictos de convivencia -declaró ayer Forn en rueda de prensa-. No podíamos ignorar esta realidad».

VACIOS LEGALES / Hay asociaciones con centenares o «miles de socios» que preocupan al ayuntamiento, por incontrolables, y asociaciones proclives a la captación de turistas, es decir a la mera compra y venta, como denunció EL PERIÓDICO hace unos días. «Que se pueda señalar a Barcelona como destino de cannabis también nos preocupa», dijo Forn. Con la asesoría de profesionales del sector médico y farmacológico, el consistorio espera dar forma a la normativa y tenerla lista en un año, máximo, antes si es posible. Desde las asociaciones se declaran dispuestos a colaborar. «No dejaremos vacíos legales», declaró Forn. No era una alusión, pero podía serlo: al otro vacío, también legal, que permite su existencia. Y donde navegan sin reglas, salvo las autoimpuestas. Las 160 asociaciones de Barcelona, dijo Forn, seguirán siendo objeto de inspecciones.