Gente corriente

Aviv Kruglanski: "Si estás presente y atento siempre sale algo positivo"

Su madre le enseñó a hacer ganchillo para soportar largas reuniones y él lo usa para contribuir al cambio social.

«Si estás presente y atento siempre sale algo positivo»_MEDIA_1

«Si estás presente y atento siempre sale algo positivo»_MEDIA_1

GEMMA TRAMULLAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aficionado a reciclar acrónimos ajenos, es cofundador del Centro de Cultivos Contemporáneos del Barrio, el CCCB de Poble Sec. En este modesto local de la calle de la Puríssima Concepció -afectada por un plan urbanístico desde 1991-, Aviv trata de coser relaciones con los vecinos a través de técnicas textiles como el ganchillo y el bordado. Su proyecto no resistiría una auditoría de PriceWaterhouseCoopers, pero por fortuna aún quedan actividades humanas cuyos beneficios no se pueden medir.

-Aviv es hebreo. ¿Nació en Israel?

-Sí, en Tel-Aviv. Pero hace unos 14 años que vivo en Barcelona.

-¿Y siempre se ha dedicado al arte?

-Bueno.... sí. Cojo la identidad de artista cuando me conviene.

-Y cuando no le conviene, ¿cuál coge?

-Ninguna. Tampoco significa nada que yo sea de Israel. No me gustan las etiquetas. Cuando te ponen una etiqueta, la gente deja de escuchar porque ya sabe lo que hay.

-Pues ahí va otra: usted fue uno de los introductores en Barcelona de la moda de hacer ganchillo con intención social, ¿no?

-Puede ser, pero como con todas las cosas que están de moda, si no hubiese sido yo, sería otro. No puedo atribuirme la autoría.

-No se preocupe, ya se la atribuyo yo. ¿Cuándo empezó a tejer?

-[ríe] En los años 90 vivía en Chicago, donde chicas del ámbito punk ya empezaban a reivindicar el ganchillo. Hacia el 2000 me involucré en movimientos sociales de Barcelona. Las asambleas eran eternas. ¡Tanto hablar me volvía loco! Entonces le pedí a mi madre que me enseñara y acabamos cuatro tíos haciendo ganchillo en las asambleas. Luego empecé a dar clases.

-Esa barba de ganchillo que lleva en la foto no se la enseñaría su madre...

-Se puede hacer ganchillo de muchas maneras. Yo casi no uso patrones. Para mí es un proceso muy meditativo, en el sentido de que con cada punto puedes tomar una decisión totalmente distinta que te puede llevar a un resultado sorprendente. Es un proceso de descubrimiento continuo.

-¿Qué dicen los vecinos al verle hilar lana o hacer ganchillo frente al CCCB?

-La gente se acerca y poco a poco estableces una relación, empiezas a ver qué dinámicas hay y a conocer la historia de la calle, que tuvo su época de esplendor y ahora sufre 20 años de abandono. Hacemos ganchillo, cenas con plantas silvestres, exposiciones y una parte del local sirve de plató para entrevistar a vecinos, pero el espacio más importante es la puerta abierta.

-¿Pero dónde está el cambio social? ¿De qué le sirve a la gente entrar aquí?

-Buena pregunta. No sé si sirve, pero sea lo que sea cuando actuamos lo hacemos poco a poco, a través de un proceso de escucha y de presencia. A menudo se actúa de forma contundente, como cuando un movimiento social hace una campaña y logra cambiar una ley, pero se queda en lo simbólico y no logra un cambio profundo.

-Actúa como con el ganchillo, sin un objetivo predeterminado, a ver qué sale.

-Y al final a lo mejor te das cuenta de que tienes una pieza. Es difícil predecir el resultado, pero si estás presente y atento, a la escucha, siempre sale algo positivo.

-Cuando se publique esta entrevista usted estará en Bosnia.

-Con Vahida Ramujkic hacemos bordado documental. Compartimos espacio público con vecinos de barrios que están viviendo algún tipo de transformación y documentamos esa realidad bordando. Hemos estado tres veces en Israel y ahora vamos a Mostar, donde varias etnias de la antigua Yugoslavia coexisten de forma conflictiva. En cada sitio dejamos un tapiz.